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Efesios 1:20 - La Palabra (versión española)

20 Es el poder que Dios desplegó en Cristo al resucitarlo de la muerte y sentarlo en el cielo junto a sí,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 que levantó a Cristo de los muertos y lo sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios, en los lugares celestiales.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 que actuó en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su lado en el mundo de arriba.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 la cual operó en el Mesías, resucitándolo de los muertos y sentándolo a su diestra° en los cielos,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo,

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Efesios 1:20
33 Referans Kwoze  

Oráculo del Señor a mi señor: «Siéntate a mi derecha, hasta que haga de tus rivales el estrado de tus pies».


y le fueron concedidos poder, honor y reino. Le rindieron homenaje gentes de todos los pueblos, naciones y lenguas. Su poder es eterno, nunca sucumbirá; su reino no será destruido.


Jesús le respondió: —Tú lo has dicho. Y añadiré que más adelante veréis al Hijo del hombre sentado junto al Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo.


Jesús se acercó y les dijo: —Dios me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.


Jesús respondió: —Sí, lo soy. Y vosotros veréis al Hijo del hombre sentado junto al Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo.


Después de conversar con sus discípulos, Jesús, el Señor, ascendió al cielo y se sentó junto a Dios, en el lugar de honor.


Nadie me la quita por la fuerza; soy yo quien libremente la doy. Tengo poder para darla y para volver a recuperarla; y esta es la misión que debo cumplir por encargo de mi Padre.


Pero Dios lo resucitó al tercer día y le permitió aparecerse,


¿Os parece a vosotros increíble que Dios resucite a los muertos?


Pues bien, habéis de saber, tanto vosotros como todo el pueblo israelita, que este hombre se encuentra ahora sano ante vuestros ojos gracias a Jesús de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios ha resucitado.


Ha sido Dios quien lo ha elevado a la máxima dignidad y lo ha constituido jefe y salvador, para ofrecer a la nación israelita la ocasión de convertirse y de alcanzar el perdón de los pecados.


y manifestado, en virtud de su resurrección de entre los muertos, como Hijo poderoso de Dios por el Espíritu de santidad. Me refiero a Jesucristo, Señor nuestro,


¿Quién se atreverá a condenar? ¡Cristo Jesús es quien murió, más aún, resucitó y está junto a Dios, en el lugar de honor, intercediendo por nosotros!


Alabemos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por medio de Cristo nos ha bendecido con toda suerte de bienes espirituales y celestiales.


Quiero conocer a Cristo, experimentar el poder de su resurrección, compartir sus padecimientos y conformar mi muerte con la suya.


Dios ha creado en él todas las cosas: todo lo que existe en el cielo y en la tierra, lo visible y lo invisible, sean tronos, dominaciones, principados o potestades, todo lo ha creado Dios por Cristo y para Cristo.


¡Habéis resucitado con Cristo! Orientad, pues, vuestra vida hacia el cielo, donde está Cristo sentado junto a Dios.


El Hijo, que siendo reflejo resplandeciente de la gloria del Padre e imagen perfecta de su ser, sostiene todas las cosas mediante su palabra poderosa y que, después de habernos purificado del pecado, se sentó junto al trono de Dios en las alturas


Cristo, en cambio, después de ofrecer de una vez para siempre un solo sacrificio por el pecado, está sentado junto a Dios.


Que el Dios de la paz, el que resucitó de entre los muertos a Jesús, nuestro Señor, y lo constituyó supremo pastor del rebaño mediante la sangre de una alianza eterna,


pero sí vemos que Jesús, a quien Dios hizo un poco inferior a los ángeles, ha sido coronado de gloria y honor por haber sufrido la muerte. De esta manera, debido a la bondad de Dios, experimentó la muerte en favor de todos.


Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que, por su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo de la muerte, nos ha hecho renacer a una esperanza viviente,


Apenas lo vi, caí fulminado a sus pies; pero él me tocó con su mano derecha y me dijo: —No temas; yo soy el primero y el último.


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