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Eclesiastés 9:11 - La Palabra (versión española)

11 He visto además bajo el sol que los veloces no ganan siempre la carrera, ni los valientes la guerra, ni los sabios tienen sustento, ni los inteligentes riqueza, ni los instruidos estima, pues en todo interviene el tiempo y el azar.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Observé algo más bajo el sol. El corredor más veloz no siempre gana la carrera y el guerrero más fuerte no siempre gana la batalla. Los sabios a veces pasan hambre, los habilidosos no necesariamente son ricos, y los bien instruidos no siempre tienen éxito en la vida. Todo depende de la suerte, de estar en el lugar correcto en el momento oportuno.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Aún he visto esto bajo el sol, que la carrera no la ganan los más rápidos, ni la lucha los que tienen más fuerzas; no hay más pan para los sabios, ni más riquezas para los inteligentes, ni más favores para los entendidos. Pues para todos se da la ocasión y la mala suerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Me volví y vi debajo del sol que la carrera no es de los veloces, ni la batalla de los fuertes, ni de los sabios el pan, ni de los inteligentes la riqueza, ni de los elocuentes el favor, sino que un tiempo y una suerte alcanzan a todos ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 He visto además bajo el sol que no son los veloces quienes ganan la carrera, ni los héroes el combate, que también hay sabios sin pan, inteligentes sin estima, porque en todo interviene la suerte y la desgracia.

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Eclesiastés 9:11
35 Referans Kwoze  

Absalón y todos los israelitas dijeron: —El consejo de Jusay el arquita es mejor que el de Ajitófel. Y es que el Señor había decidido hacer fracasar el consejo de Ajitófel, que era el mejor, para atraer la desgracia sobre Absalón.


Cuando Ajitófel vio que no ponían en práctica su consejo, aparejó el burro y se marchó a casa, a su ciudad. Luego puso en orden su casa, se ahorcó y murió, siendo enterrado en el sepulcro de su padre.


que dijo: —Prestad todos atención, pueblo de Judá, habitantes de Jerusalén y rey Josafat. Esto os dice el Señor: No temáis ni os acobardéis ante esa gran multitud, porque la batalla no va con vosotros sino con Dios.


Si Dios guarda silencio, ¿quién condenará al malvado? Si oculta su rostro, ¿quién podrá verlo? Pero él vigila a personas y países,


Los valientes, despojados, cayeron dormidos; quedaron sin fuerza los hombres valerosos.


—el sabio atiende y aprende más, el inteligente adquiere maestría—;


Volví a reflexionar sobre la sabiduría, la insensatez y la necedad, pues ¿qué puede hacer el sucesor del rey? Repetir lo ya hecho.


He comprendido que todo lo que hace Dios durará siempre, sin añadirle ni quitarle nada. Así Dios se hace respetar.


Y pensé: Dios juzgará al justo y al injusto, pues hay un tiempo para cada cosa y para cada acción.


Volví a considerar todas las opresiones que se cometen bajo el sol. Ahí está el llanto de los oprimidos, ¡y no encuentran consuelo! La fuerza en manos de sus opresores, ¡y no encuentran consuelo!


Yo he visto que toda fatiga y éxito en el trabajo provoca la envidia entre compañeros. También esto es ilusión y vano afán.


Observa la obra de Dios: ¿quién podrá enderezar lo que él torció?


y a todos les aguarda un mismo destino: al justo y al malvado, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece, tanto al bueno como al pecador, al que jura y al que teme jurar.


Esto es lo malo de todo lo que sucede bajo el sol: que un mismo destino aguarda a todos. Además, la mente de los humanos rebosa maldad, la insensatez anida en ellos durante toda su vida, y al final, ¡con los muertos!


¡Que no escape el ágil, que no se libre el valiente! Por el norte, junto al Éufrates, tropezaron y cayeron.


¿Cómo os atreveréis a decir: «Somos valientes soldados preparados para la guerra»?


El que alardee, alardee de esto: de tener entendimiento y conocerme, de saber que yo soy el Señor, que pongo en práctica la fidelidad, la justicia y el derecho en el país. Estas son las cosas que me agradan —oráculo del Señor.


Ese día volveréis a ver la diferencia entre el justo y el impío, entre quien sirve a Dios y quien no lo hace.


El mismo Cristo en quien también nosotros participamos de la herencia a la que hemos sido destinados de antemano según el designio del Dios que todo lo hace de acuerdo con los planes de su libre decisión.


Que no se te ocurra pensar: «He alcanzado esta prosperidad gracias a mi esfuerzo y mis propios medios».


Recuerda que ha sido el Señor tu Dios quien te ha dado las fuerzas para obtener esa prosperidad; así ha confirmado hoy la alianza que juró a tus antepasados.


Y así, con la honda y la piedra, David venció al filisteo; lo golpeó y lo mató sin empuñar espada.


Observad entonces: si se encamina hacia su territorio y sube hacia Bet Semes, demostrará que él nos ha causado esta terrible plaga. Si no es así, sabremos que él no nos ha castigado y que ha sido un accidente.


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