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Eclesiastés 4:8 - La Palabra (versión española)

8 una persona sola, sin nadie, sin hijos ni hermanos, que se fatiga sin descanso y no se harta de riquezas: ¿Para quién se fatiga, privándose de la felicidad? También esto es pura ilusión y mal asunto.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Es el caso de un hombre que está totalmente solo, sin hijos ni hermanos, no obstante trabaja mucho para acumular toda la riqueza posible. Sin embargo, luego se pregunta: «¿Para quién trabajo? ¿Por qué me privo de tantos placeres?». Nada tiene sentido, todo es tan deprimente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 que no deja de extenuarse trabajando, nunca se siente lo bastante rico. Pero ¿para quién trabaja, para quién son esas privaciones? Ese es un mal negocio y que no tiene sentido.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Hay quien está solo, sin nadie que lo acompañe, sin hijos ni hermanos, pero aun así su afán no tiene fin, su ojo no se harta de riquezas, y no se pregunta: ¿Para qué pues me afano y me privo de placeres? También esto es vanidad y tarea penosa.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 un hombre completamente solo, sin hijos ni hermanos, y que, sin embargo, no pone fin a su trabajo ni sus ojos se hartan de riquezas. Entonces, ¿para quién trabajo yo y me privo de bienestar? También eso es vanidad y mal negocio.

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Eclesiastés 4:8
21 Referans Kwoze  

Luego Dios, el Señor, se dijo: —No es conveniente que el hombre esté solo; voy, pues, a hacerle una ayuda adecuada.


una sombra fugaz que deambula, que en vano se angustia acumulando riquezas que no sabe para quién serán.


Dios mío, ¿qué puedo esperar yo? Solo tú eres mi esperanza.


Abismo y Perdición son insaciables, e insaciables son los ojos del ser humano.


y me he entregado a buscar y a investigar con sabiduría todo cuanto se hace bajo el cielo. ¡Pesada carga esta que Dios ha impuesto al ser humano para atarearlo!


Todas las palabras se agotan, sin que nadie alcance a decirlas, ni los ojos se sacian de ver, ni el oído se harta de oír.


Porque a menudo quien trabaja con sabiduría, ciencia y eficacia tiene que dejar su recompensa a quien no la ha trabajado. ¡También esto es ilusión y gran desgracia!


Todos sus días son dolorosos, su tarea penosa, y ni de noche descansa. ¡También esto es ilusión!


He reflexionado sobre otra cosa bajo el sol que también es pura ilusión:


Cuando aumentan los bienes, aumentan los parásitos. ¿Y qué provecho saca el dueño, sino verlo con sus ojos?


Quien ama el dinero, nunca se harta de él; quien ama las riquezas, no les saca fruto; y esto también es pura ilusión.


¡Ay de los que especulan con casas y juntan campo con campo, hasta no dejar ya espacio y ocupar solos el país!


¿Por qué gastáis en lo que no es comida? ¿Por qué os fatigáis en lo que no sacia? Escuchadme atentos y comeréis bien, Saborearéis manjares deliciosos;


¡Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso!


Pero Dios le dijo: «¡Estúpido! Vas a morir esta misma noche. ¿A quién le aprovechará todo eso que has almacenado?».


Y es que cuanto hay de malo en el mundo —pasiones carnales, turbios deseos y ostentación orgullosa—, procede del mundo y no del Padre.


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