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Eclesiastés 3:8 - La Palabra (versión española)

8 Hay un tiempo para amar y un tiempo para odiar; un tiempo de guerra y un tiempo de paz.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Un tiempo para amar y un tiempo para odiar. Un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 tiempo para amar y tiempo para odiar; tiempo para la guerra y tiempo para la paz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Tiempo de amar y tiempo de aborrecer, Tiempo de guerra y tiempo de paz.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Hay tiempo de amar y tiempo de aborrecer. Hay tiempo de guerra y tiempo de paz.

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Eclesiastés 3:8
19 Referans Kwoze  

Salomón dominaba en toda la región occidental del Éufrates, desde Tifsaj hasta Gaza, y sobre todos los reyes al oeste del Éufrates, viviendo en paz con todos los territorios fronterizos.


Cuando Jorán vio a Jehú le preguntó: —¿Traes buenas noticias, Jehú? Pero Jehú respondió: —¿Qué buenas noticias puede haber mientras tu madre, Jezabel, siga con sus prostituciones y sus brujerías?


le salió al encuentro el profeta Jehú, hijo de Jananí, para decirle: —¿Así que ayudas al malvado y amas a los que odian al Señor? Por eso, te ha castigado el Señor.


en nada indigno fijaré mi ojos; odio el proceder de los rebeldes, no dejaré que me contagie.


Pero cambió los sentimientos de los egipcios haciendo que odiaran a su pueblo e intrigaran contra sus siervos.


Señor, ¿no voy a odiar a quienes te odian?, ¿no voy a aborrecer a tus enemigos?


El justo aborrece la mentira, el malvado apesta y deshonra.


Pasé junto a ti y, al verte, me di cuenta que te había llegado el tiempo del amor. Extendí entonces mi manto y cubrí tu desnudez, e hice alianza contigo bajo juramento —oráculo del Señor Dios—. Así fuiste mía.


—Si uno quiere venir conmigo y no está dispuesto a dejar padre, madre, mujer, hijos, hermanos y hermanas, e incluso a perder su propia vida, no podrá ser discípulo mío.


es el amor de Cristo; un amor que desborda toda ciencia humana y os colma de la plenitud misma de Dios.


Vosotros, los maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la Iglesia. Por ella entregó su vida


Enseñarán así a las jóvenes a ser esposas y madres amantes,


Josué se apoderó de toda la tierra, tal como el Señor le había prometido a Moisés, y se la dio en heredad a Israel, repartida en lotes para cada tribu. Y, acabada la conquista, el país quedó en paz.


—Conozco tu comportamiento, tu esfuerzo y tu constancia. Sé que te dan náuseas los malvados y que has puesto a prueba a quienes se precian de apóstoles, sin serlo, y los has desenmascarado.


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