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Eclesiastés 2:4 - La Palabra (versión española)

4 Realicé grandes obras: me construí palacios, planté viñas,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 También traté de encontrar sentido a la vida edificándome enormes mansiones y plantando hermosos viñedos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Emprendí grandes obras. Me edifiqué casas, me planté viñas,

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Engrandecí mis obras, me edifiqué palacios y planté viñedos para mí;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Emprendí grandes obras: me edifiqué palacios, planté viñedos,

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Eclesiastés 2:4
17 Referans Kwoze  

Y siguieron diciendo: —Vamos a edificar una ciudad y una torre que llegue hasta el cielo, para hacernos famosos y para no dispersarnos por toda la tierra.


Absalón se había levantado en vida un monumento en el valle del Rey, pues pensaba: «No tengo un hijo que conserve mi nombre». Así que puso su nombre al monumento y todavía hoy se denomina Monumento de Absalón.


—Hagamos un pacto tú y yo, como lo hicieron nuestros padres. Te envío plata y oro como regalo. Rompe tu pacto con Basá, para que deje de atacarme.


Cuando Salomón terminó de construir el Templo del Señor, el palacio real y todo cuanto deseaba hacer,


Simeí de Ramá, era el encargado de los viñedos, y Zabdí de Sefán, el de las vendimias y bodegas.


Construyó torres en el desierto y abrió muchos pozos, ya que tenía gran cantidad de ganado en la Sefela y en la llanura; también tenía agricultores y viñadores en los montes y en las huertas, pues le gustaba la agricultura.


Salomón trasladó a la hija del faraón desde la ciudad de David al palacio que le había construido, pues pensaba que su esposa no debía residir en el palacio de David, el rey de Israel, ya que los lugares donde había entrado el Arca eran sagrados.


Piensan que sus casas son eternas, que son perpetuas sus moradas, que para siempre dominan las tierras.


Mi amado es un manojo de alheña de las viñas de Engadí.


Ven, amor mío, vayamos al campo y pasemos la noche en las aldeas.


Voy a cantar por mi amigo la canción de amor por su viña: Mi amigo tenía una viña en una fértil colina.


En aquel mismo momento se cumplieron en Nabucodonosor las palabras pronunciadas: dejó de vivir entre personas y empezó a comer hierba como los toros, su cuerpo quedó empapado por el rocío del cielo, los cabellos le crecieron como plumas de águila y le salieron uñas como las de las aves.


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