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Deuteronomio 9:3 - La Palabra (versión española)

3 Pero entiende hoy que es el Señor tu Dios el que avanzará delante de ti como fuego devorador, y los derrotará y destruirá ante tu presencia. Tú los expulsarás y los aniquilarás rápidamente, tal como te ha dicho el Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Entiende, pues, hoy, que es Jehová tu Dios el que pasa delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti; y tú los echarás, y los destruirás en seguida, como Jehová te ha dicho.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Pero reconoce hoy que el Señor tu Dios es el que cruzará delante de ti como un fuego devorador para destruirlos. Él los subyugará para que los conquistes rápidamente y los expulses enseguida, tal como el Señor te prometió.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Pero debes saber que Yavé, tu Dios, pasará el Jordán delante de ti; él los exterminará y te los someterá para que les quites la tierra y los hagas desaparecer rápidamente, como él te lo dijo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Pero hoy sabrás que YHVH tu Dios es el que pasa delante de ti: Fuego consumidor, Él los destruirá, y Él los someterá delante de ti para que tú los puedas desposeer y exterminar en breve, tal como YHVH te habló.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Pero hoy mismo sabrás que es Yahveh, tu Dios, quien pasará delante de ti como fuego devorador; los destruirá y subyugará delante de ti, para que los despojes y aniquiles con rapidez, como te ordenó Yahveh.

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Deuteronomio 9:3
34 Referans Kwoze  

porque mi ángel irá delante de ti y te conducirá a la tierra de los amorreos, hititas, fereceos, cananeos, jeveos y jebuseos, y yo los aniquilaré.


La gloria del Señor era a los ojos de los israelitas como un fuego voraz sobre la cumbre del monte.


Se me ha pasado el enfado: aunque dé zarzas y cardos, me acerco y les prendo fuego.


El Señor en persona viene de lejos, arde su cólera entre densa humareda, sus labios están repletos de furor, su lengua parece fuego devorador.


El Señor hará oír su voz majestuosa, mostrará el poder destructor de su brazo con ira, furia y llama devoradora, con tormenta, aguacero y granizo.


Lleva tiempo preparado el Tófet también para el rey: se dispuso, ancha y profunda, su pira, con leña abundante; y el soplo del Señor la encenderá, convertido en torrente de azufre.


Temen los pecadores de Sion, un temblor paraliza a los impíos: «¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador? ¿Quién de nosotros habitará unas brasas eternas?».


Al frente está el que abre camino; los demás ensanchan la brecha, cruzan la puerta y salen por ella. Delante de ellos va su rey, el Señor a la cabeza.


Y recabando la atención de la gente, prosiguió: —Oíd y entended esto:


Y recabando de nuevo la atención de la gente, les dijo: —Oídme todos y entended esto:


¿Qué añadir a todo esto? Si Dios está a nuestro favor, ¿quién podrá estar contra nosotros?


Así que no seáis irreflexivos; al contrario, tratad de descubrir cuál es la voluntad de Dios.


El Señor vuestro Dios va delante de vosotros y combatirá por vosotros, como ya visteis que lo hizo en Egipto.


Cuando salgas a combatir contra tus enemigos y te encuentres un ejército con caballos y carros de combate superior al tuyo, no te amedrentes, porque está contigo el Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto.


porque el Señor vuestro Dios va con vosotros; él luchará a vuestro favor para daros la victoria sobre vuestros enemigos».


ya que el Señor tu Dios es fuego devorador, es un Dios celoso.


Tú deberás aniquilar a todos los pueblos que el Señor tu Dios entregue en tus manos. No te apiades de ellos, ni rindas culto a sus dioses, porque eso sería tu perdición.


Poco a poco el Señor tu Dios irá expulsando a los pueblos que encuentres a tu paso. No deberás aniquilarlos de un golpe, no sea que las fieras salvajes se multipliquen en perjuicio tuyo.


No te quepa duda de que, si el Señor te da esta fértil tierra, no es por tus méritos ni porque seas mejor, pues tú también eres un pueblo terco.


y aparezca como una llama ardiente haciendo justicia con aquellos que no quieren conocer a Dios ni escuchar el evangelio de Jesús, nuestro Señor.


Que no en vano nuestro Dios es un fuego devorador.


Se apoderó Josué de todas las ciudades de aquellos reyes a los que pasó a cuchillo, consagrando todo al exterminio, según le había mandado Moisés, siervo del Señor.


El Señor se los entregó a Israel que los batió y persiguió por el oeste hasta Sidón la Grande y Misrefot, y por el este hasta el valle de Mispá. Los derrotó hasta no dejar uno solo con vida.


Así que dame esta montaña que el Señor me prometió aquel día. Tú oíste aquel día cómo hay en ella anaquitas y ciudades grandes y fuertes. Que el Señor esté conmigo y yo los expulsaré como él me lo prometió.


El Arca del Señor, dueño de toda la tierra, va a cruzar el Jordán delante de vosotros.


Cuando el pueblo levantó el campamento dispuesto a cruzar el Jordán, los sacerdotes marchaban al frente del pueblo llevando el Arca de la alianza.


Débora dijo a Barac: —¡Ánimo!, que este es el día en que el Señor te va a entregar a Sísara. ¿Acaso no va el Señor delante de ti? Barac bajó del monte Tabor seguido de sus diez mil hombres.


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