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Daniel 9:24 - La Palabra (versión española)

24 Han sido fijadas setenta semanas para que tu pueblo y tu ciudad santa pongan fin al delito, acaben con los pecados, expíen su culpa, establezcan una justicia eterna, sellen la visión y la profecía y consagren el lugar santísimo.

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Biblia Reina Valera 1960

24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 »Un período de setenta conjuntos de siete se ha decretado para tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a su rebelión, para terminar con su pecado, para obtener perdón por su culpa, para traer justicia eterna, para confirmar la visión profética y para ungir el Lugar Santísimo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Para tu pueblo y tu ciudad santa se han fijado setenta semanas, para que se termine el pecado, para expiar la ofensa, para que venga la justicia eterna, para que se cumpla la visión y la profecía, para ungir al Santo de los Santos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la transgresión y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Setenta semanas están decretadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa, para poner fin a la transgresión, para sellar el pecado, para expiar la iniquidad, para traer la eterna justicia, para sellar la visión y al profeta, para ungir al santo de los santos.

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Daniel 9:24
50 Referans Kwoze  

por su parte, los sacerdotes los sacrificaron y derramaron su sangre sobre el altar en expiación por los pecados de todo Israel, pues el rey había ordenado que el holocausto y el sacrificio se ofreciesen por todo Israel.


«He ungido a mi rey en Sion, mi monte santo».


Tú amas la justicia y odias la maldad, por eso Dios, tu Dios, te ha ungido entre tus amigos con aceite de gozo.


No desfallecerá ni se quebrará, hasta que implante el derecho en la tierra, en las islas que esperan su enseñanza.


Levantad los ojos al cielo, bajad la mirada a la tierra: el cielo se disipa como niebla, la tierra se desgasta como ropa, sus habitantes mueren como moscas; pero mi salvación es para siempre, mi victoria no se agotará.


los consumirá la polilla como ropa, los comerán los gusanos como lana; pero mi victoria es para siempre, mi salvación no se agotará.


Así dice el Señor: Observad lo prescrito, practicad lo que es recto, que mi salvación pronto llegará y mi victoria se va a manifestar.


El espíritu del Señor Dios me acompaña, pues el propio Señor me ha ungido, me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones destrozados, a proclamar la libertad a los cautivos, a gritar la liberación a los prisioneros,


Expiaste tu culpa, Sion; no volverá a desterrarte. Serás castigada, Edom, descubiertos tus pecados.


—Hijo de hombre, entona una elegía al rey de Tiro y dile: Esto dice el Señor Dios: Eras el cuño de una obra maestra, colmo de sabiduría, dechado de belleza;


Yo te señalo en cómputo de días los años de su culpa: trescientos noventa días; durante ese tiempo cargarás con la culpa de Israel.


Cuando acaben esos días, te acostarás del lado derecho, y cargarás con la culpa de Judá durante cuarenta días: te señalo, pues, un día por año.


Contarás siete semanas de años, siete por siete años, o sea, cuarenta y nueve años.


Moisés lo degolló y, mojando su dedo en la sangre, untó con ella los salientes de los lados del altar, purificando de esta manera el altar; derramó el resto de la sangre al pie del altar, consagrándolo así para que se pudiera hacer la expiación sobre él.


Entonces él me dijo: —Son los dos ungidos que están al servicio del Dueño de toda la tierra.


Cargaréis con las consecuencias de vuestra culpa durante cuarenta años, conforme al número de los cuarenta días que estuvisteis explorando la tierra, un año por cada día; así sabréis lo que significa enfrentaros a mí».


Y cuando dé a luz a su hijo, tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.


Así lo anunciaron todos los profetas y la ley de Moisés hasta que llegó Juan.


El diablo lo llevó luego a la ciudad santa, lo subió al alero del Templo


—¡Jesús de Nazaret, déjanos en paz! ¿Has venido a destruirnos? ¡Te conozco bien: tú eres el Santo de Dios!


El ángel le contestó: —El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Dios Altísimo te envolverá. Por eso, el niño que ha de nacer será santo, será Hijo de Dios.


Porque aquellos serán días de venganza, en los que se ha de cumplir todo lo que dice la Escritura.


Lo primero que hizo Andrés fue ir en busca de su hermano Simón para decirle: —Hemos hallado al Mesías (palabra que quiere decir «Cristo»).


Porque, cuando habla aquel a quien Dios ha enviado, es Dios mismo quien habla, ya que Dios le ha comunicado plenamente su Espíritu.


Rechazasteis al santo y al justo, para pedir a cambio la libertad de un asesino.


Ya Moisés dijo al respecto: El Señor, vuestro Dios, os va a suscitar un profeta de entre vosotros mismos, como hizo conmigo. Tenéis que prestar atención a todo lo que os diga,


Los reyes de la tierra se han aliado y los poderosos se han confabulado en contra del Señor y de su ungido.


Y si, siendo enemigos, Dios nos reconcilió consigo mediante la muerte de su Hijo, con mayor razón, ya reconciliados, nos liberará y nos hará participar de su vida.


que os ha injertado en Cristo Jesús, convertido para nosotros en sabiduría divina, en poder salvador, santificador y liberador.


Quiero vivir unido a él, no por la rectitud que viene del cumplimiento de la ley, sino por la que nace de haber creído en Cristo, es decir, la que Dios nos concede por razón de la fe.


y por medio de él reconciliar consigo a todos los seres: a los que están en la tierra y a los que están en el cielo, realizando así la paz mediante la muerte de Cristo en la cruz.


Ha destruido el documento acusador que contenía cargos contra nosotros y lo ha hecho desaparecer clavándolo en la cruz.


Y así, ofreciéndose en sacrificio una única vez, ha hecho perfectos de una vez para siempre a cuantos han sido consagrados a Dios.


Por eso tenía que ser en todo semejante a los hermanos, ya que de otra manera no podría ser un sacerdote compasivo y fiel en las cosas que se refieren a Dios, ni podría obtener el perdón de los pecados del pueblo.


Un sumo sacerdote así era el que nosotros necesitábamos: santo, inocente, incontaminado, sin connivencia con los pecadores y encumbrado hasta lo más alto de los cielos.


De no ser así, Cristo debería haber padecido muchas veces desde que el mundo es mundo; y, sin embargo, le ha bastado con manifestarse una sola vez ahora, en el momento culminante de la historia, destruyendo el pecado con el sacrificio de sí mismo.


Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo, a los que, en virtud del poder salvador de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, les ha sido otorgada, lo mismo que a nosotros, una fe de tan alto valor.


Pero el que sigue pecando pertenece al diablo, porque el diablo es pecador desde el principio del mundo. El Hijo de Dios vino para aniquilar la obra del diablo,


Vi también otro ángel que volaba por lo más alto del cielo. Tenía un evangelio eterno que anunciar a los habitantes de la tierra; a todas las razas, naciones, lenguas y pueblos.


Escribe al ángel de la iglesia de Filadelfia: Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David, el que, cuando abre, nadie puede cerrar y, cuando cierra, nadie puede abrir:


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