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Daniel 8:4 - La Palabra (versión española)

4 Pude ver también cómo el carnero embestía en tres direcciones: oeste, norte y sur. Ninguna bestia era capaz de aguantar su embestida; nadie podía sustraerse a su poder. Hacía lo que quería y su dominio crecía por momentos.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía parar delante de él, ni había quien escapase de su poder; y hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 El carnero embestía todo lo que encontraba a su paso hacia el occidente, el norte y el sur. Nadie podía hacerle frente ni ayudar a sus víctimas. El carnero hacía lo que quería y se hizo muy poderoso.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Vi al carnero que daba cornadas al oeste, al norte y al sur; ningún animal podía resistirle ni nada podía escapársele. Hacía lo que quería y se volvió poderoso.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía estar en pie delante de él, ni había quien escapara de su poder, y hacía conforme a su voluntad y se engrandecía.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Vi que el carnero daba cornadas al oeste, al norte y al sur. Ningún animal podía resistirle y nadie podía librarse de su poder. Actuaba a su capricho y así se hizo grande.

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Daniel 8:4
18 Referans Kwoze  

Sedecías, el hijo de Quenaná, se hizo unos cuernos de hierro y decía: —El Señor dice: «¡Con estos cuernos embestirás a los sirios hasta aniquilarlos!».


De sobra sabes que no soy culpable, pero nadie me librará de tus manos.


Contigo atacamos a nuestros rivales, por tu nombre humillamos al adversario.


Entendedlo bien los que olvidáis a Dios, no sea que os destruya y nadie os salve.


que no me devoren como un león que despedaza sin salvación alguna.


Puesto que habéis embestido con el costado y el lomo, y habéis acorneado a todas las ovejas débiles hasta dispersarlas y expulsarlas,


El invasor actuará a su capricho; nadie podrá hacerle frente. Se establecerá en la Tierra del Esplendor, que caerá por entero en su poder.


El rey actuará a su capricho. Se engrandecerá y se exaltará a sí mismo por encima de todos los dioses y dirá cosas inauditas contra el Dios de los dioses. Y tendrá éxito hasta que se haya colmado el tiempo de la cólera, pues lo que ha sido decidido tiene que cumplirse.


A causa de aquel poder que el Dios Altísimo le había concedido, la gente de todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban de miedo ante él. Ejecutaba o dejaba con vida a quien quería; a unos engrandecía y a otros humillaba.


Aquella misma noche, Baltasar, rey de los caldeos, fue asesinado.


Apareció después la segunda bestia, parecida a un oso; estaba erguida sobre un costado y llevaba tres costillas en las fauces, entre los dientes. Le decían: «Vete y atibórrate de carne».


Vi cómo se acercaba al carnero corriendo y cómo lo embestía enfurecido: el carnero, con los dos cuernos rotos, fue incapaz ya de hacerle frente. El macho cabrío lo abatió por tierra y lo pisoteó, sin que nadie pudiera ayudar al carnero.


¡Muestra tu poder contra tus adversarios y destruye a todos tus enemigos!


José es como el primogénito de un toro; todo él es gallardía; sus cuernos, como cuernos de búfalo; con ellos embestirá a las naciones, hasta arrinconarlas en los confines del mundo. ¡Tales son las multitudes de Efraín, tales son los millares de Manasés!


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