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Daniel 5:20 - La Palabra (versión española)

20 Pero, al volverse soberbio, orgulloso y arrogante, fue desposeído del trono y despojado de su gloria.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

20 Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Sin embargo, cuando su corazón y su mente se llenaron de arrogancia, le fue quitado el trono real y se le despojó de su gloria.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Pero cuando su corazón se infló de orgullo y se endureció su espíritu, fue echado de su trono real y se le quitó la gloria.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Pero cuando su corazón se ensoberbeció y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Pero cuando su corazón se ensoberbeció y su espíritu se obstinó en el orgullo, fue derribado de su trono real y despojado de su gloria.

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Daniel 5:20
27 Referans Kwoze  

Pero ellos no hicieron caso, se obstinaron tanto como sus antepasados que no habían confiado en el Señor su Dios,


Sin embargo, Ezequías no correspondió al don recibido, pues se llenó de orgullo, y el Señor se enfureció contra él y contra Judá y Jerusalén.


Se rebeló contra el rey Nabucodonosor, al que había jurado vasallaje en nombre de Dios, y se negó por completo a convertirse al Señor, Dios de Israel.


y de la arrogancia con que os trataron; ahora estoy convencido de que el Señor es más grande que todos los dioses.


¿Y todavía te resistes a dejar salir a mi pueblo?


Cuando el faraón mandó evaluar los daños, comprobó que del ganado de los israelitas no había muerto ni un solo animal. A pesar de ello, el faraón siguió mostrándose intransigente y no permitió salir al pueblo.


La soberbia precede a la ruina y el orgullo al fracaso.


El Señor aborrece toda arrogancia, seguro que no la dejará impune.


Siéntate humillada en el polvo, capital de Babilonia; siéntate en tierra, destronada, capital de los caldeos, que no volverán a llamarte «la fina y delicada».


Di al rey y a la reina madre: Tomad asiento en el suelo, que ha caído de vuestras cabezas la corona de vuestra dignidad.


—Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Voy a traer sobre esta ciudad y todas sus aldeas todas las desgracias que he anunciado, pues se han vuelto más tercos y no quieren escuchar mis palabras.


Renuncia a tu esplendor, siéntate en tierra sedienta, población de Dibón; te ataca el devastador de Moab y va a derruir tus fortalezas.


Esto dice el Señor Dios: Caerán los que apoyan a Egipto, se abatirán su orgullo y su poder; de Migdol a Asuán caerán todos, víctimas de la espada.


Por eso, así dice el Señor Dios: Por haberse elevado sobre su talla, haber mecido su copa entre las nubes y haber henchido su corazón de orgullo,


El rey actuará a su capricho. Se engrandecerá y se exaltará a sí mismo por encima de todos los dioses y dirá cosas inauditas contra el Dios de los dioses. Y tendrá éxito hasta que se haya colmado el tiempo de la cólera, pues lo que ha sido decidido tiene que cumplirse.


Transcurridos doce meses, mientras paseaba por la terraza del palacio real de Babilonia,


Todavía andaba el rey con estos pensamientos, cuando una voz bajó del cielo: —Contigo hablo, rey Nabucodonosor: has sido desposeído de tu reino.


El macho cabrío creció y creció, y cuando más fuerte era, se le rompió el cuerno grande: en su lugar aparecieron otros cuatro cuernos, orientados hacia los cuatro puntos cardinales.


Os digo que este recaudador de impuestos volvió a casa con sus pecados perdonados; el fariseo, en cambio, no. Porque Dios humillará a quien se ensalce a sí mismo; pero ensalzará a quien se humille a sí mismo.


Más bien exhortaos unos a otros día tras día mientras dura ese «hoy», para que la seducción del pecado no endurezca vuestras conciencias.


No seáis tan obstinados como lo fueron los egipcios y el faraón que solo cuando él los golpeó dejaron marchar a Israel.


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