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Daniel 11:4 - La Palabra (versión española)

4 Pero estando aún en el poder, su reino será destruido y repartido hacia los cuatro puntos cardinales. Mas no será para sus descendientes que no tendrán el poder que él había ejercido, pues su reino será arrancado de raíz y entregado a otros.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado y repartido hacia los cuatro vientos del cielo; no a sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó; porque su reino será arrancado, y será para otros fuera de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Pero cuando esté en la cumbre de su poder, su reino será quebrado y dividido en cuatro partes. Este reino no será gobernado por los descendientes del rey, ni tendrá el poder que tuvo antes. Pues su imperio será arrancado de raíz y entregado a otros.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 En medio de sus éxitos, será rota su realeza y su reino repartido a los cuatro vientos del cielo, pero no entre sus descendientes pues le será arrebatado el reino y entregado a otros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Pero apenas establecido, su reino será quebrantado y repartido a los cuatro vientos de los cielos, pero no a sus descendientes, ni con el poder con que él gobernó, porque su reino será arrancado, y pasará a otros fuera de aquéllos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Mas, apenas establecido, su reino será dividido y repartido a los cuatro vientos del cielo, pero no entre sus descendientes ni con el poder con que él dominó, porque su reino será aniquilado y pasará a manos ajenas.'

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Daniel 11:4
24 Referans Kwoze  

una sombra fugaz que deambula, que en vano se angustia acumulando riquezas que no sabe para quién serán.


una persona sola, sin nadie, sin hijos ni hermanos, que se fatiga sin descanso y no se harta de riquezas: ¿Para quién se fatiga, privándose de la felicidad? También esto es pura ilusión y mal asunto.


Pero después de arrancarlos, me compadeceré otra vez de ellos y los haré volver a su heredad, cada cual a su terruño.


Pero a la nación que no me escuche, la arrancaré en serio y la destruiré —oráculo del Señor.


Si en algún momento yo hablo de arrancar, arrasar y destruir un pueblo y un reino,


Todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y los campos que llegan hasta el torrente Cedrón y hasta la esquina de la Puerta de los Caballos, a oriente, estarán consagrados al Señor. Ya no volverán a ser destruidos ni arrasados.


Pues esto es lo que dice el Señor: Mira, lo que he construido, lo destruyo; y lo que he plantado, lo arranco; y así con toda la tierra.


Convocaré cuatro vientos sobre Elam de los cuatro extremos del cielo; los aventaré a esos cuatro vientos, y no habrá una sola nación donde no lleguen refugiados de Elam.


Entonces me dijo: —Habla al espíritu, hijo de hombre, habla al espíritu y dile: «Esto dice el Señor Dios: Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla en estos muertos para que revivan».


En mi visión nocturna contemplé cómo los cuatro vientos del cielo agitaban el inmenso mar,


Después vi otra bestia, parecida a un leopardo, con cuatro alas de ave en la espalda y cuatro cabezas. Le dieron el poder.


Estaba yo mirándolos, cuando de pronto vi que, entre los diez cuernos, aparecía otro más pequeño. Para hacerle sitio, tuvieron que arrancar tres de los anteriores. Aquel nuevo cuerno tenía ojos humanos y una boca que hablaba con insolencia.


Los cuatro cuernos que ocuparon el lugar del cuerno que se rompió representan a los cuatro reinos salidos de esa nación, aunque no serán tan poderosos como el primero.


El macho cabrío creció y creció, y cuando más fuerte era, se le rompió el cuerno grande: en su lugar aparecieron otros cuatro cuernos, orientados hacia los cuatro puntos cardinales.


Le pregunté: —¿Adónde te diriges? Me respondió: —A medir Jerusalén para saber cuál será su anchura y su longitud.


El ángel me respondió: —Representan a los cuatro vientos del cielo que se ponen en movimiento después de haber estado en presencia del Dueño de toda la tierra.


Pero Jesús, que sabía lo que estaban pensando, les dijo: —Si una nación se divide en bandos, se destruye a sí misma. Y si una ciudad o una familia se divide en bandos, no puede subsistir.


Pero Dios le dijo: «¡Estúpido! Vas a morir esta misma noche. ¿A quién le aprovechará todo eso que has almacenado?».


Vi después cuatro ángeles de pie sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra. Sujetaban a los cuatro vientos, impidiendo que soplara viento alguno sobre la tierra, sobre el mar o sobre los árboles.


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