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Cantares 8:1 - La Palabra (versión española)

1 ¡Quién te diera ser mi hermano, criado a los pechos de mi madre! Si te encontrara en la calle, incluso podría besarte sin temor a los reproches.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío Que mamó los pechos de mi madre! Entonces, hallándote fuera, te besaría, Y no me menospreciarían.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Cómo quisiera que fueras mi hermano, el que mamó de los pechos de mi madre! Así podría besarte sin pensar en quién nos mira, y nadie me criticaría.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 ¡Ah, si tú fueras hermano mío, alimentado con el pecho de mi madre! Te podría besar al encontrarte afuera sin que me despreciaran.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Oh, si tú fueras como mi hermano, que mamó los pechos de mi propia madre! Al hallarte afuera yo te besaría, Y nadie me despreciaría por ello.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 ¡Ah, si fueras mi hermano, amamantado a los pechos de mi madre! Al encontrarte fuera podría yo besarte sin desprecio de nadie.

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Cantares 8:1
40 Referans Kwoze  

[besad al hijo], no sea que se enoje y andéis perdidos al estallar de repente su ira. ¡Dichosos los que en él confían!


El sacrificio a Dios es un espíritu apenado, tú, Dios, no rechazas el corazón dolorido y humilde.


¡Que me bese con besos de su boca! Son mejores que el vino tus amores,


De madrugada iremos a las viñas a ver si están en cierne las vides, si despuntan los retoños, si florecen los granados. ¡Y allí te daré mi amor!


Te llevaría y te entraría a la casa de mi madre, donde tú me enseñarías y yo te serviría el vino oloroso y mi licor de granadas.


Vendrán a ti, humillados, los hijos de quienes te oprimían; te honrarán postrados a tus plantas todos los que te despreciaban; te llamarán Ciudad del Señor, la Sion del Santo de Israel.


Pues bien, será el propio Señor quien os dará una señal: Vedla, la joven está embarazada y va a dar a luz un hijo, al que llamará Dios-con-nosotros.


Para aumentar el señorío con una paz sin fronteras sobre el trono de David; lo asentará en todo su territorio con seguridad y firmeza, con justicia y con derecho, desde ahora y para siempre. El celo del Señor del universo piensa ejecutar todo esto.


haré temblar a todas las naciones. Llegarán aquí todas las naciones con sus valiosos tesoros, y llenaré este Templo de esplendor —oráculo del Señor del universo—.


Salta de alegría, Sion; grita jubilosa, Jerusalén, porque ya llega tu rey, justo y victorioso, humilde y montado sobre un asno, sobre un borrico, retoño de asna.


Mirad, yo envío mi mensajero para que abra camino delante de mí. Luego el Señor a quien vosotros buscáis vendrá súbitamente a su Templo. Ved cómo viene el mensajero de la alianza a quien vosotros deseáis —dice el Señor del universo—.


El que os escuche a vosotros, es como si me escuchara a mí; el que os rechace a vosotros, es como si me rechazara a mí; y el que me rechace a mí, es como si rechazara al que me envió.


Os digo, además, que a todo aquel que me reconozca delante de los demás, también el Hijo del hombre lo reconocerá delante de los ángeles de Dios.


A unos que alardeaban de su propia rectitud y despreciaban a todos los demás, Jesús les contó esta parábola:


Se presentó, pues, Ana en aquel mismo momento alabando a Dios y hablando del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.


Pues bien, si alguno se avergüenza de mí y de mi mensaje, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga rodeado de su gloria, de la gloria del Padre y de la de los santos ángeles.


Y la Palabra se encarnó y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, la que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.


Con plena conciencia de haber venido de Dios y de que ahora volvía a él, y perfecto conocedor de la plena autoridad que el Padre le había dado,


Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo para volver al Padre.


Nadie ha subido al cielo, excepto el que bajó de allí, es decir, el Hijo del hombre.


Jesús les dijo: —Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he venido de Dios y aquí estoy. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me ha enviado.


ha escogido lo sin importancia según el mundo, lo despreciable, lo que nada cuenta, para anular a quienes piensan que son algo.


Pero la Jerusalén celestial es libre, y esa es nuestra madre.


Por mi parte, si de algo presumo, es de nuestro Señor Jesucristo crucificado; en su cruz, el mundo ha muerto para mí y yo para el mundo.


¡Nosotros somos los auténticos circuncidados! ¡Nosotros los que ofrecemos un culto nacido del Espíritu divino! ¡Nosotros los que estamos orgullosos de Cristo Jesús y no hemos puesto en algo humano nuestra confianza!


Grande es, sin lugar a dudas, el misterio de nuestra religión: Cristo vino al mundo como ser mortal, el Espíritu dio testimonio de él, lo contemplaron los ángeles, fue anunciado a las naciones, en el mundo le creyeron, Dios lo recibió en su gloria.


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