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Apocalipsis 19:6 - La Palabra (versión española)

6 Oí luego algo parecido a la voz de una muchedumbre inmensa, al rumor de aguas caudalosas, al retumbar de truenos fragorosos. Proclamaban: —¡Aleluya! El Señor Dios nuestro, dueño de todo, ha establecido su reinado.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Entonces volví a oír algo que parecía el grito de una inmensa multitud o el rugido de enormes olas del mar o el estruendo de un potente trueno, que decían: «¡Alabado sea el Señor! Pues el Señor nuestro Dios, el Todopoderoso, reina.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Y oí el ruido de una multitud inmensa como el ruido del estruendo de las olas, como el fragor de fuertes truenos. Y decían: Aleluya. Ahora reina el Señor Dios, el Todopoderoso.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Y oí como la voz de una gran° multitud, y como ruido de muchas aguas,° y como estruendo de fuertes truenos, que decían: ¡Aleluya! Porque el Señor Dios Todopoderoso asumió el reino.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Y oí un clamor como de numerosa muchedumbre, como estruendo de muchas aguas y estampido de poderosos truenos, que decía: '¡Aleluya! Porque ha comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios todopoderoso.

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Apocalipsis 19:6
25 Referans Kwoze  

¿Tienes un brazo poderoso como Dios y es potente tu voz como la suya?


porque el Señor Altísimo es admirable, es el gran rey de la tierra entera.


Dios es rey de la tierra entera, ¡cantadle vosotros un himno!


Tu voz tronaba en el torbellino, los rayos iluminaron el mundo, se estremeció y tembló la tierra.


El Señor es rey, está vestido de majestad; el Señor está vestido y ceñido de poder; la tierra está segura, no se derrumbará.


El Señor es rey, que se goce la tierra, que se alegren los países lejanos.


¡Alegraos, justos, en el Señor, alabad su santo nombre!


El Señor es rey, que los pueblos se estremezcan; sobre querubines tiene su trono, que tiemble la tierra.


¡Qué grato es oír por los montes los pies del que trae buenas nuevas, que proclama la paz y el bienestar, que lanza el pregón de la victoria, que dice a Sion: «Tu Dios es rey»!


Cielo, tierra y cuanto hay en ellos prorrumpirán en gritos de alegría cuando sepan lo que le espera a Babilonia, pues los devastadores llegan del norte contra ella —oráculo del Señor.


Entonces oí el ruido que hacían sus alas: parecía el estruendo de aguas caudalosas, como si fuera la voz del Todopoderoso; sobre todo al caminar, el ruido era atronador, parecido al estruendo que se oye en una batalla. Cuando se paraban, plegaban sus alas.


En aquel momento la gloria del Dios de Israel llegaba por el este: oí un ruido, como el estruendo de aguas caudalosas, y su gloria llenó de resplandor la tierra.


No nos dejes caer en tentación, y líbranos del maligno.


sus pies, semejantes al bronce que se está fundiendo en el horno; y su voz, como fragor de aguas caudalosas.


«Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios— el que es, el que era y el que está a punto de llegar, el dueño de todo».


Y oí en el cielo una voz poderosa que decía: —Ya está aquí la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios; ya está aquí la soberanía de su Cristo. Ha sido reducido a la impotencia el que día y noche acusaba a nuestros hermanos delante de nuestro Dios.


Y escuché un sonido como de aguas caudalosas y de truenos fragorosos que venía del cielo; era, sin embargo, el sonido de arpistas tañendo sus cítaras.


Después de esto, oí algo como la voz sonora de una gran muchedumbre que cantaba en el cielo: —¡Aleluya! Nuestro Dios es un Dios salvador, fuerte y glorioso,


Los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes cayeron, entonces, rostro en tierra y, adorando a Dios, que está sentado en el trono, decían: —¡Amén! ¡Aleluya!


Pero no vi templo alguno en la ciudad, porque el Señor Dios, dueño de todo, y el Cordero son su Templo.


Relámpagos y truenos fragorosos salían del trono ante el que ardían siete lámparas, que eran los siete espíritus de Dios;


Vi entonces cómo el Cordero rompió el primero de los siete sellos, al tiempo que uno de los cuatro seres vivientes decía con voz de trueno:


Entonces, el ángel tomó el incensario, lo llenó con las brasas del altar y lo arrojó sobre la tierra. Y retumbaron los truenos, los relámpagos cruzaron el cielo y se produjo un terremoto.


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