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Apocalipsis 19:3 - La Palabra (versión española)

3 Y el coro celestial repetía: —¡Aleluya! El humo de su hoguera sigue subiendo por siempre.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Y otra vez, sus voces resonaron: «¡Alabado sea el Señor! ¡El humo de esa ciudad subirá por siempre jamás!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Y volvieron a clamar: ¡Aleluya! De ella sube humo por los siglos de los siglos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y por segunda vez han dicho: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Por segunda vez dijeron: '¡Aleluya!'. Su humareda sube por los siglos de los siglos.

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Apocalipsis 19:3
9 Referans Kwoze  

Cuando dirigió su mirada hacia Sodoma y Gomorra y toda la región de la llanura, vio un humo que subía de la tierra, como el humo de un horno.


Que sean los pecadores extirpados de la tierra, que los malvados no existan más. ¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Aleluya!


ni de noche ni de día se apagará, su humareda se alzará por siempre. Quedará desolada por generaciones, sin transeúntes por siempre jamás.


Y Sodoma y Gomorra, junto con las ciudades limítrofes entregadas como ellas a la lujuria y a la homosexualidad, sufrieron el castigo de un fuego perpetuo, sirviendo así de escarmiento a los demás.


El tormento será eterno y no habrá descanso ni de día ni de noche para quienes adoren a la bestia y a su imagen, para quienes se hayan dejado tatuar su nombre.


y exclamaban al contemplar la humareda de la ciudad incendiada: —¿Hubo alguna vez una ciudad tan grande como esta?


Los poderosos de la tierra, los que con ella compartieron lujuria y placeres, prorrumpirán en llantos y gemidos cuando contemplen su humeante hoguera.


Después de esto, oí algo como la voz sonora de una gran muchedumbre que cantaba en el cielo: —¡Aleluya! Nuestro Dios es un Dios salvador, fuerte y glorioso,


Los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes cayeron, entonces, rostro en tierra y, adorando a Dios, que está sentado en el trono, decían: —¡Amén! ¡Aleluya!


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