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Apocalipsis 16:9 - La Palabra (versión española)

9 Todos quedaron horriblemente calcinados; pero aun así, blasfemaban y se negaron a convertirse y a reconocer la grandeza de Dios, quien tiene en su mano tales calamidades.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Todos sufrieron quemaduras debido a la descarga de calor y maldijeron el nombre de Dios, quien tenía control sobre todas estas plagas. No se arrepintieron de sus pecados ni se volvieron a Dios ni le dieron la gloria.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Los hombres fueron abrasados y empezaron a insultar a Dios, que tiene poder sobre tales plagas, en vez de reconocerle y darle gloria.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y los hombres se abrasaron con el intenso calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene el poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Y quedaron abrasados los hombres con fuego intenso. Blasfemaron entonces del nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, pero no se convirtieron para darle gloria.

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Apocalipsis 16:9
20 Referans Kwoze  

Todavía estaba hablando con ellos, cuando el mensajero llegó hasta él y le dijo: —Esta desgracia viene del Señor. ¿Qué puedo ya esperar de él?


Incluso en los momentos del asedio el rey Ajaz aumentó su infidelidad al Señor,


¿Dónde seguir golpeándoos, rebeldes recalcitrantes? La cabeza es pura llaga, todo enfermo el corazón;


Andará por el país abatido y hambriento, y a causa de su rabia y de su hambruna maldecirá a su rey y a su Dios. Volverá su cara hacia arriba,


Después de cierto tiempo me dijo el Señor: —Vete al Éufrates y cuando llegues, recoge el cinturón que te ordené esconder allí.


siendo así, Señor, que tus ojos buscan la verdad? Los golpeaste y no les afectó, los destrozaste y no se corrigieron; endurecían su cara como la piedra, no quisieron convertirse a ti.


He intentado purificarte de tu impureza y tú no te has dejado; pues bien, no quedarás limpia hasta que descargue mi cólera en ti.


Pues yo os digo que no. Y añadiré que, si no os convertís, todos vosotros pereceréis igualmente.


Pues yo os digo que no. Y añadiré que, si no os convertís, todos vosotros pereceréis de forma semejante.


Tengo miedo de que, cuando os visite de nuevo, me humille Dios por causa vuestra y tenga yo que hacer duelo por tantos como han pecado y no se han arrepentido de la impureza, la lujuria y el desenfreno en que vivían.


Dijo entonces Josué a Acán: —Hijo mío, da gloria al Señor, Dios de Israel, y ríndele alabanza; confiésame lo que has hecho, no me lo ocultes.


En ese momento se desencadenó un formidable terremoto: la décima parte de la ciudad se derrumbó, y siete mil personas perecieron víctimas del terremoto. Los supervivientes, sobrecogidos de espanto, alabaron al Dios del cielo.


Decía con voz poderosa: —Temed a Dios y dadle gloria, porque ha sonado la hora del juicio. Adorad al creador del cielo y de la tierra, del mar y de los manantiales de agua.


Una tromba de granizos descomunales se abatió desde el cielo sobre la gente que, a pesar de todo y más todavía a causa del azote del granizo, terrible sobremanera, siguió blasfemando contra Dios.


Le he dado tiempo para que se convierta, pero no quiere renunciar a su conducta licenciosa.


A pesar de todo, quienes no fueron aniquilados por estas calamidades, se negaron a cambiar de conducta. Siguieron adorando a los demonios, a los ídolos de oro, plata, bronce, madera y piedra, dioses que no pueden ver, ni oír, ni caminar.


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