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Apocalipsis 16:11 - La Palabra (versión española)

11 En el paroxismo del dolor y acosada por sus llagas, la gente se mordía la lengua y renegaba del Dios del cielo; pero siguió sin convertirse.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 y maldecían al Dios del cielo por los dolores y las llagas, pero no se arrepintieron de sus fechorías ni volvieron a Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Insultaron al Dios Altísimo a causa de sus dolores y de sus llagas, pero no se arrepintieron ni dejaron de hacer el mal.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 y blasfemaron al Dios del cielo por sus dolores y por sus llagas, y no se arrepintieron de sus obras.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Blasfemaron entonces del Dios del cielo a causa de sus dolores y de sus úlceras, pero no corrigieron su conducta.

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Apocalipsis 16:11
20 Referans Kwoze  

Incluso en los momentos del asedio el rey Ajaz aumentó su infidelidad al Señor,


«Esto es lo que Ciro, rey de Persia, decreta: El Señor, Dios de los cielos me ha entregado todos los reinos de la tierra y me ha encargado construirle un Templo en Jerusalén de Judá. Todo aquel que de entre vosotros pertenezca a su pueblo puede regresar y que el Señor, su Dios, lo acompañe».


«Esto es lo que decreta Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha comisionado para que le construya un Templo en Jerusalén, capital de Judá.


para que puedan ofrecer sacrificios agradables al Dios del cielo y oren por la vida del rey y de sus hijos.


«Artajerjes, rey de reyes, a Esdras, sacerdote y escriba experto en la ley del cielo: paz.


Yo, el rey Artajerjes, doy la orden a los tesoreros de la provincia Transeufratina para que todo cuanto os pida Esdras, sacerdote y escriba de la ley del Dios del cielo, se ejecute eficazmente;


Todo lo mandado por el Dios del cielo en relación con su Templo, ejecútese sin tardanza para que no descargue su ira contra el reino, el rey y sus hijos.


Al oír estas palabras me senté, rompí a llorar y durante algunos días hice duelo, orando y ayunando en presencia del Dios de los cielos.


—¿Qué necesitas? —me preguntó el rey. Entonces yo me encomendé al Rey de los cielos


¡Alabad al Dios del cielo porque es eterno su amor!


En tiempo de estos reyes, el Dios del cielo hará que surja un reino que nunca será destruido. No cederá su poder a otros pueblos, antes bien hará trizas y aniquilará a los otros reinos; y él subsistirá para siempre.


Jonás les respondió así: —Yo soy hebreo y adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.


En cuanto a los perversos y embaucadores, irán de mal en peor, engañando a los demás, pero siendo ellos los engañados.


En ese momento se desencadenó un formidable terremoto: la décima parte de la ciudad se derrumbó, y siete mil personas perecieron víctimas del terremoto. Los supervivientes, sobrecogidos de espanto, alabaron al Dios del cielo.


Partió el primer ángel, derramó su copa sobre la tierra y llagas repugnantes y dolorosas se abatieron sobre los que estaban tatuados con la marca de la bestia y adoraban su imagen.


Una tromba de granizos descomunales se abatió desde el cielo sobre la gente que, a pesar de todo y más todavía a causa del azote del granizo, terrible sobremanera, siguió blasfemando contra Dios.


Todos quedaron horriblemente calcinados; pero aun así, blasfemaban y se negaron a convertirse y a reconocer la grandeza de Dios, quien tiene en su mano tales calamidades.


Le he dado tiempo para que se convierta, pero no quiere renunciar a su conducta licenciosa.


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