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Apocalipsis 11:12 - La Palabra (versión española)

12 Oí entonces una fuerte voz que les decía desde el cielo: —Subid aquí. Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Luego una fuerte voz del cielo llamó a los dos profetas: «¡Suban aquí!». Entonces ellos subieron al cielo en una nube mientras sus enemigos los veían.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Entonces una voz poderosa les gritó desde el cielo: 'Suban. Y subieron al cielo en medio de la nube a la vista de sus enemigos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Y oyeron una gran voz procedente del cielo, que les decía: ¡Subid acá! Y subieron al cielo en la nube,° y los contemplaron sus enemigos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Oyeron entonces una gran voz del cielo que les decía: 'Subid acá'. Y subieron al cielo en la nube, en presencia de sus enemigos.

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Apocalipsis 11:12
21 Referans Kwoze  

Cuando el Señor iba a ascender a Elías al cielo en el torbellino, Elías y Eliseo partieron de Guilgal.


Mientras ellos seguían caminando y hablando, un carro de fuego tirado por caballos de fuego los separó y Elías subió al cielo en el torbellino.


y los profetas que vivían allí formando un grupo se acercaron a Eliseo y le dijeron: —¿No sabes que el Señor te arrebatará hoy a tu maestro? Él respondió: —¡Ya lo sé! ¡Callaos!


Fueron también cincuenta profetas y se detuvieron a cierta distancia, frente a ellos. Ellos dos se detuvieron junto al Jordán.


El malvado mira y se enfurece, rechina sus dientes y se consume. Los planes del malvado fracasarán.


Señor, ¿quién podrá habitar en tu Tienda?, ¿quién podrá morar en tu monte santo?


¿Quién podrá subir al monte del Señor? ¿Quién podrá permanecer en su santa morada?


Haz un signo de bondad conmigo; que mis enemigos se avergüencen al verlo, pues tú, Señor, me ayudas y me consuelas.


Atascó las ruedas de los carros que a duras penas podían avanzar. Entonces los egipcios se dijeron: —Huyamos de los israelitas, porque el Señor lucha a su favor contra nosotros.


Tú, que solías decirte: «Voy a escalar el cielo; por encima de los astros divinos pienso establecer mi trono. Me sentaré en el monte de los dioses, allá por los confines del norte;


recobran, en cambio, su fuerza, los que esperan en el Señor, alzan su vuelo como las águilas; corren pero no se cansan, andan y no se fatigan.


¿Quiénes son esos que vuelan como nubes, que se dirigen como palomas a su palomar?


Ese día volveréis a ver la diferencia entre el justo y el impío, entre quien sirve a Dios y quien no lo hace.


Y sucedió que, estando el rico en el abismo, levantó los ojos en medio de los tormentos y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su compañía.


Y, dicho esto, lo vieron elevarse, hasta que una nube lo arrebató de su vista.


Después nosotros, los que aún quedemos vivos, seremos arrebatados, junto con ellos, entre nubes, y saldremos por los aires al encuentro del Señor. De este modo viviremos siempre con el Señor.


La mujer dio a luz a un hijo varón, destinado a regir todas las naciones con cetro de hierro; un hijo que fue puesto a salvo junto al trono de Dios.


Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí, así como yo he vencido y me he sentado junto a mi Padre en su trono.


Después de todo esto tuve una visión. Vi una puerta abierta en el cielo, y aquella voz como de trompeta que me había hablado primero, me dijo: —Sube aquí, que voy a mostrarte lo que tiene que suceder en adelante.


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