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2 Timoteo 1:7 - La Palabra (versión española)

7 Porque no es un espíritu de cobardía el que Dios nos otorgó, sino de fortaleza, amor y dominio de nosotros mismos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Porque Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Pues el Espíritu que Dios nos dio no es de timidez sino de fortaleza, de amor y de autodominio.

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2 Timoteo 1:7
28 Referans Kwoze  

Sea mi corazón fiel a tus normas y no tendré que avergonzarme.


otorga el éxito a los honrados y es escudo de conductas íntegras;


Tengo buen juicio y competencia, me pertenecen la inteligencia y el poder.


El espíritu del Señor en él reposará: espíritu de inteligencia y sabiduría, espíritu de consejo y de valor, espíritu de conocimiento y de respeto al Señor. Se inspirará en el respeto al Señor.


Pero yo estoy lleno de valor, de espíritu divino, justicia y fortaleza, para reprochar a Jacob sus crímenes y sus pecados a Israel.


Os he dado autoridad para que pisoteéis las serpientes, los escorpiones y todo el poder del enemigo, sin que nada ni nadie pueda dañaros.


Entonces recapacitó y se dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo estoy aquí muriéndome de hambre!


Mirad, yo voy a enviaros el don prometido por mi Padre. Quedaos aquí, en Jerusalén, hasta que recibáis la fuerza que viene de Dios.


La gente fue allá a ver lo que había pasado. Al llegar adonde se encontraba Jesús, hallaron sentado a sus pies al hombre del que había expulsado los demonios, que ahora estaba vestido y en su cabal juicio. Todos se llenaron de miedo.


La paz os dejo, mi paz os doy. Una paz que no es la que el mundo da. No viváis angustiados ni tengáis miedo.


Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros y os capacitará para que deis testimonio de mí en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta el último rincón de la tierra.


De cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y lo llenó de poder; de cómo Jesús pasó por todas partes haciendo el bien y curando a todos los que padecían oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.


Por lo que a mi vida respecta, en nada la aprecio. Solo aspiro a terminar mi carrera y a culminar la tarea que me encomendó Jesús, el Señor: proclamar la buena noticia de que Dios nos ha dispensado su favor.


Pero él respondió: —¿Por qué me desanimáis con vuestro llanto? Estoy dispuesto no solo a dejarme encadenar, sino a morir en Jerusalén por la causa de Jesús, el Señor.


Recorría también a menudo todas las sinagogas, e intentaba hacerlos abjurar a fuerza de torturas. Mi saña contra ellos llegó a tal extremo, que los perseguí hasta en las ciudades extranjeras.


—No estoy loco, nobilísimo Festo —respondió Pablo—. Los argumentos que presento son verdaderos y razonables.


El favor y el poder de Dios estaban plenamente con Esteban, que realizaba milagros y prodigios entre el pueblo.


Pero Saulo se crecía más y más y, con argumentos irrefutables, demostraba a los judíos de Damasco que Jesús era el Mesías.


Una esperanza que no decepciona, porque al darnos el Espíritu Santo, Dios nos ha inundado con su amor el corazón.


En cuanto a vosotros, no habéis recibido un Espíritu que os convierta en esclavos, de nuevo bajo el régimen del miedo. Habéis recibido un Espíritu que os convierte en hijos y que nos permite exclamar: «¡Abba!», es decir, «¡Padre!».


Mi predicación y mi mensaje no se apoyaban en una elocuencia inteligente y persuasiva; era el Espíritu con su poder quien os convencía,


En cambio, el Espíritu produce amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, lealtad,


Él fue también quien nos contó cómo os amáis en el Espíritu.


y liberar a quienes el miedo a la muerte ha mantenido de por vida bajo el yugo de la esclavitud.


Obedientes a la verdad, habéis eliminado cuanto impide una auténtica fraternidad. Amaos, pues, intensa y entrañablemente unos a otros


Amor y temor, en efecto, son incompatibles; el auténtico amor elimina el temor, ya que el temor está en relación con el castigo, y el que teme es que aún no ha aprendido a amar perfectamente.


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