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2 Tesalonicenses 3:2 - La Palabra (versión española)

2 Rogad también para que el Señor nos libre de la gente insolente y malvada, porque no todos aceptan la fe.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Oren, también, para que seamos rescatados de gente perversa y mala, porque no todos son creyentes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Que Dios nos libre también de los individuos indeseables y malos, ya que no todos creen.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 y para que seamos librados de hombres pervertidores y perversos, porque la fe no es de todos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 y para que podamos así vernos libres de los hombres malvados y perversos; pues no todos tienen la fe.

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2 Tesalonicenses 3:2
18 Referans Kwoze  

Jesús exclamó: —¡Gente incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo habré de estar entre vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traedme aquí al muchacho.


¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que ofrecéis a Dios el diezmo de la menta, del anís y del comino, pero no os preocupáis de lo más importante de la ley, que es la justicia, la misericordia y la fe! Esto último es lo que deberíais hacer, aunque sin dejar de cumplir también lo otro.


Os digo que les hará justicia enseguida. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿aún encontrará fe en este mundo?


Pero al ver los judíos tal multitud, se llenaron de envidia y trataban de contrarrestar con insultos los razonamientos de Pablo.


Pero los judíos excitaron los ánimos de las damas piadosas y distinguidas, así como de los altos personajes de la ciudad, y organizaron una persecución contra Pablo y Bernabé hasta conseguir arrojarlos de su territorio.


Pero los judíos, reacios a dejarse convencer, soliviantaron a los no judíos, tratando de enemistarlos con los hermanos creyentes.


Pero los judíos, movidos por la envidia, reclutaron unos cuantos maleantes callejeros que alborotaron a la población y provocaron un tumulto en la ciudad. Se aglomeraron ante la casa de Jasón con el propósito de conducir a Pablo y a Silas ante la asamblea popular.


Y es que me parece absurdo enviar un preso sin especificar los cargos que pesan sobre él.


Sus argumentos persuadieron a algunos; otros, sin embargo, rehusaron creer.


Pero no todos han aceptado el evangelio. Lo dice Isaías: Señor, ¿quién ha creído nuestro anuncio?


para que pueda escapar con bien de los que en Judea se oponen a la fe y para que la ayuda que llevo a Jerusalén sea bien acogida por aquellos hermanos.


Y si solo aspiro a una recompensa humana, ¿de qué me sirve haber sostenido en Éfeso un combate contra fieras? Si los muertos no resucitan, ¡comamos y bebamos, que mañana moriremos!


Entonces dijo: Voy a ocultarles mi rostro, ¡y a ver en qué terminan! Sin duda son una generación perversa, hijos desleales.


Lo hemos intentado, en concreto yo, Pablo, una y otra vez, pero Satanás nos lo ha impedido.


Pero el Señor estuvo conmigo y me dio fuerzas para llevar a buen término el anuncio del mensaje, de modo que todos los paganos pudieron escucharlo. El Señor, que me libró de la boca del león,


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