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2 Tesalonicenses 1:10 - La Palabra (versión española)

10 cuando venga en aquel día y se manifieste glorioso entre sus elegidos y admirable en medio de todos los que hayan creído; porque vosotros habéis acogido con fe nuestro testimonio.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Aquel día cuando él venga, recibirá gloria de su pueblo santo y alabanza de todos los que creen. Esto también los incluye a ustedes, porque creyeron lo que les dijimos acerca de él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Vendrá aquel día para ser glorificado en la persona de sus santos y para que todos admiren su obra en los que creyeron, entre los que están ustedes, que acogieron nuestro testimonio.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 cuando venga para ser glorificado por sus santos, y ser admirado en aquel día entre todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio fue creído entre vosotros).

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 cuando venga, aquel día, a recibir la gloria en medio de su pueblo santo y a ser admirado por todos los que creyeron, pues de hecho vosotros creísteis en nuestro testimonio.

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2 Tesalonicenses 1:10
40 Referans Kwoze  

Magnífico es Dios desde su santuario, él es el Dios de Israel que da poder y fuerza al pueblo. ¡Bendito sea Dios!


Dios es venerado en la asamblea de los santos, él infunde respeto a cuantos le rodean.


Será humillada la mirada altiva, abatida la arrogancia humana; solo el Señor será ensalzado cuando llegue aquel día:


este pueblo que formé para mí; él proclamará mi alabanza.


Alégrate, cielo, que ha actuado el Señor; aclamad jubilosas, simas de la tierra. Prorrumpan los montes en alegría, el bosque y los árboles que contiene. El Señor ha rescatado a Jacob, despliega su gloria en Israel.


Me dijo: Tú eres mi siervo, Israel, en ti va a resplandecer mi gloria.


Todos los de tu pueblo serán justos, poseerán la tierra a perpetuidad: ellos son el brote que planté, la obra que realicé para mi gloria.


Y la ciudad será objeto de alegría, de alabanza y de honor para todas las naciones que escuchen los beneficios que le voy a conceder; y se estremecerán y se conmoverán a la vista de los beneficios y el bienestar que le voy a proporcionar.


Pues bien, cuando llegue el día en que yo intervenga —dice el Señor del universo—, volverán a ser mi propiedad personal y los perdonaré como hace un padre con el hijo que está a su servicio.


No sirven conjuros contra Jacob, ni adivinación contra Israel. A su tiempo Jacob e Israel escucharán las maravillas hechas por Dios.


El Hijo del hombre ya está a punto de venir revestido de la gloria de su Padre y acompañado de sus ángeles. Cuando llegue, recompensará a cada uno conforme a sus hechos.


Os aseguro que algunos de los que están aquí no morirán sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar como Rey.


En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre lo sabe.


Cuando el Hijo del hombre venga con todo su esplendor y acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.


Muchos me dirán en el día del juicio: «Señor, Señor, mira que en tu nombre hemos profetizado, y en tu nombre hemos expulsado demonios, y en tu nombre hemos hecho muchos milagros».


Os digo que, en el día del juicio, los habitantes de Sodoma serán tratados con más clemencia que los de ese pueblo.


Jesús, al enterarse, dijo: —Esta enfermedad no terminará en la muerte, sino que tiene como finalidad manifestar la gloria de Dios; por medio de ella resplandecerá la gloria del Hijo de Dios.


Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos resplandece mi gloria.


Y de tal manera se ha consolidado en vosotros el mensaje de Cristo,


El día del Señor pondrá de manifiesto el valor de lo que cada uno haya hecho, pues ese día vendrá con fuego, y el fuego pondrá a prueba la consistencia de lo que cada uno haya hecho.


Y alababan a Dios por causa mía.


Así, nosotros, los que habíamos puesto nuestra esperanza en el Mesías, nos convertiremos en himno de alabanza a su gloria.


que es garantía de nuestra herencia, en orden a la liberación del pueblo adquirido por Dios, para convertirse en himno de alabanza a su gloria.


Que llene de luz los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a la que os llama, qué inmensa es la gloria que ofrece en herencia a su pueblo


De este modo, la bondad tan generosamente derramada sobre nosotros por medio de su Hijo querido, se convierte en himno de alabanza a su gloria.


Desplegó así, ante los siglos venideros, toda la impresionante riqueza de su gracia, hecha bondad para nosotros en Cristo Jesús.


Así, por medio de la Iglesia, los principados y potestades de los cielos tienen ahora conocimiento de la multiforme sabiduría divina,


y le pido que, conforme a la riqueza de su gloria, su Espíritu os llene de fuerza y energía hasta lo más íntimo de vuestro ser.


Porque el evangelio que os anunciamos no se redujo a palabras hueras, sino que estuvo acompañado de poder, de Espíritu Santo y de profunda convicción. Bien sabéis que nuestro comportamiento entre vosotros fue para vuestro bien.


Sabéis, hermanos, que nuestra estancia entre vosotros no fue infructuosa.


exhortándoos, animándoos y amonestándoos para que os comportéis de una manera digna del Dios que os ha llamado a su reino glorioso.


Damos por ello gracias a Dios constantemente, pues al acoger el evangelio de Dios que os proclamamos, no fue un mensaje humano el que acogisteis sino, como es en verdad, un mensaje divino que sigue actuando en vosotros los creyentes.


De este modo, nuestro Señor Jesucristo será glorificado en vosotros y vosotros en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y Señor Jesucristo.


A vosotros, en cambio, hermanos, el Señor os ama y os ha escogido como primeros frutos de salvación por medio del Espíritu que os consagra y de la fe en la verdad. Por ello, debemos dar continuas gracias a Dios,


Grande es, sin lugar a dudas, el misterio de nuestra religión: Cristo vino al mundo como ser mortal, el Espíritu dio testimonio de él, lo contemplaron los ángeles, fue anunciado a las naciones, en el mundo le creyeron, Dios lo recibió en su gloria.


Por su causa soporto todas estas penalidades. Pero no me avergüenzo; sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que tiene poder para proteger hasta el día del juicio la enseñanza que me ha confiado.


Y tú sabes mejor que nadie los buenos servicios que me prestó en Éfeso; que el Señor le conceda su misericordia el día del juicio.


Solo me queda recibir la corona que en justicia me corresponda, que el Señor, justo juez, me entregará el día del juicio. Y no solo a mí, sino a todos los que esperan con amor su manifestación.


Pero vosotros sois raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su posesión, destinado a proclamar las grandezas de quien os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.


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