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2 Reyes 23:6 - La Palabra (versión española)

6 Sacó del Templo la columna sagrada, la llevó fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón, y la quemó allí hasta reducirla a cenizas, que luego tiró a la fosa común.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Hizo también sacar la imagen de Asera fuera de la casa de Jehová, fuera de Jerusalén, al valle del Cedrón, y la quemó en el valle del Cedrón, y la convirtió en polvo, y echó el polvo sobre los sepulcros de los hijos del pueblo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 El rey quitó del templo del Señor el poste dedicado a la diosa Asera y lo llevó fuera de Jerusalén, al valle de Cedrón, donde lo quemó. Luego molió las cenizas del poste hasta hacerlas polvo y tiró el polvo sobre las tumbas de la gente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Sacó de la casa de Yavé la Asera, la botó fuera de Jerusalén en el valle del Cedrón, y allí la mandó quemar y reducirla a cenizas, después tiró sus cenizas a la fosa común.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 E hizo sacar la Asera de la Casa de YHVH, la llevó fuera de Jerusalem, al torrente Cedrón, y la quemó en el torrente Cedrón hasta reducirla a ceniza, y echó su ceniza en la fosa común.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Hizo sacar la aserá del templo de Yahveh a las afueras de Jerusalén, al torrente Cedrón y allí la quemó; la redujo a cenizas y las arrojó en la fosa común de la plebe.

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2 Reyes 23:6
20 Referans Kwoze  

También ellos se construyeron santuarios en los montes, columnas y postes sagrados sobre todas las colinas prominentes y debajo de todos los árboles frondosos.


Incluso destituyó de su título real a su abuela Maacá por haber dedicado una imagen abominable a Astarté; Asá destruyó la imagen y la quemó en el torrente Cedrón.


Levantó además una columna sagrada y siguió irritando al Señor, Dios de Israel, más que todos los reyes de Israel que lo habían precedido.


Porque el día que salgas y cruces el torrente Cedrón, ten por seguro que irremediablemente morirás y tú serás el responsable.


sacaron de allí la estatua de Baal y la quemaron.


Finalmente derribaron las columnas y el templo de Baal y convirtieron el lugar en una cloaca hasta el día de hoy.


Hizo una estatua de Asera y la colocó en el Templo sobre el que el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este Templo y en Jerusalén, mi ciudad elegida entre todas las tribus de Israel, residirá mi nombre por siempre.


Josías demolió los altares que los reyes de Judá habían construido en la azotea de la sala de Ajab y los altares construidos por Manasés en los dos patios del Templo, los pulverizó y arrojó el polvo en el torrente Cedrón.


También derribó el altar de Betel y el santuario construido por Jeroboán, el hijo de Nabat, con el que hizo pecar a Israel; quemó el santuario hasta reducirlo a cenizas y quemó igualmente el poste sagrado.


El rey Asá retiró el título real a su madre Maacá por haber dedicado una imagen abominable a Astarté; Asá destruyó la imagen, la hizo trizas y la quemó en el torrente Cedrón.


Reconstruyó los santuarios locales de los altos que su padre Ezequías había derruido, levantó altares a los baales, erigió columnas y adoró y dio culto a todos los astros del cielo.


Se demolieron en su presencia los altares de los baales y derribó los altares para el incienso que había encima; trituró y redujo a polvo los postes sagrados, los ídolos y las imágenes, y luego lo esparció sobre las tumbas de sus adoradores.


Agarró el becerro que habían fabricado, lo arrojó al fuego y, una vez convertido en ceniza, lo disolvió en agua y obligó a los israelitas a que bebieran esa agua.


Lo que sus hijos recuerdan son sus altares y Aseras junto a todo árbol frondoso, sobre elevadas colinas,


Por eso, así dice el Señor a Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá: Nadie hará duelo por él: «¡Ay hermano! ¡Ay hermana!». Nadie hará duelo por él: «¡Ay Señor! ¡Ay Majestad!».


Todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y los campos que llegan hasta el torrente Cedrón y hasta la esquina de la Puerta de los Caballos, a oriente, estarán consagrados al Señor. Ya no volverán a ser destruidos ni arrasados.


Dicho esto, salió Jesús acompañado de sus discípulos, pasaron al otro lado del torrente Cedrón y entraron en un huerto.


Quemarás las imágenes de sus dioses, pero no intentarás quedarte con el oro o la plata que las recubre; eso sería tu perdición, pues es algo abominable para el Señor tu Dios.


Después, agarré el objeto de vuestro pecado, el becerro que os habíais fabricado, y lo eché al fuego y, una vez desmenuzado y convertido en ceniza, lo tiré al torrente que baja de la montaña.


Los israelitas hicieron lo que desagrada al Señor. Se olvidaron del Señor, su Dios, y rindieron culto a los Baales y a las Aseras.


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