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2 Reyes 19:4 - La Palabra (versión española)

4 Ojalá el Señor, tu Dios, haya escuchado las palabras del copero mayor enviado por su amo, el rey de Asiria, para insultar al Dios vivo, y lo castigue por esas palabras que el Señor, tu Dios, ha oído. Por tu parte, intercede por el resto que aún subsiste».

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Biblia Reina Valera 1960

4 Quizá oirá Jehová tu Dios todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de los asirios su señor ha enviado para blasfemar al Dios viviente, y para vituperar con palabras, las cuales Jehová tu Dios ha oído; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Tal vez el Señor tu Dios haya oído al jefe del Estado Mayor asirio, que fue enviado por el rey para desafiar al Dios viviente, y lo castigue por sus palabras. ¡Te rogamos que ores por los que hemos quedado!”».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 ¡Que Yavé tu Dios oiga todas las palabras del copero mayor al que mandó el rey de Asur, su señor, para insultar al Dios vivo! ¡Que Yavé tu Dios castigue las palabras que ha oído! y tú eleva una oración por el resto que aún queda'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Quizá YHVH tu Dios escuche todas las palabras del Rabsaces, a quien el rey de Asiria, su amo, envió para vituperar al Dios viviente, y reprenda las palabras que YHVH tu Dios ha oído. Eleva, por tanto, una oración a favor del remanente que aún nos queda.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Quizá Yahveh, tu Dios, habrá oído todas las palabras del copero mayor, enviado por el rey de Asiria, su señor, para insultar al Dios vivo, y le castigue por las palabras que Yahveh, tu Dios, ha oído. Eleva, pues, una plegaria por el resto que aún queda'.

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2 Reyes 19:4
34 Referans Kwoze  

A ese lugar Abrahán le puso el nombre de: «El Señor proveerá», y por eso hasta el día de hoy se dice: «Es el monte donde el Señor provee».


Tal vez el Señor tenga en cuenta mi aflicción y recompense con bendiciones estas maldiciones de hoy.


El año décimo cuarto del reinado de Ezequías, Senaquerib, el rey de Asiria, atacó y conquistó todas las ciudades fortificadas de Judá.


Presta oído, Señor, y escucha; abre los ojos, Señor, y mira. Escucha las palabras que ha transmitido Senaquerib insultando con ellas al Dios vivo.


¿A quién insultas e injurias? ¿Contra quién levantas tu voz, alzando altanera la mirada? ¡Contra el Santo de Israel!


Por medio de tus mensajeros has insultado al Señor, diciendo: «Gracias a mis carros numerosos he subido a las cumbres más altas, al corazón del Líbano; he talado sus cedros más esbeltos, sus más escogidos cipreses; me adentré en su lugar más oculto, en sus bosques más espesos.


y a comunicarle lo siguiente: —Esto dice Ezequías: «Vivimos hoy momentos de angustia, de castigo y de ignominia, como si el hijo fuera a nacer y la madre no tuviera fuerzas para alumbrarlo.


El resto superviviente de Judá volverá a echar raíces por abajo y a producir fruto por arriba,


pues de Jerusalén saldrá un resto, y habrá supervivientes en el monte Sion. El amor apasionado del Señor del universo lo cumplirá.


Los servidores del rey Ezequías fueron a ver al profeta Isaías


En tal coyuntura el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amón, se pusieron a orar, clamando al cielo.


Invócame en tiempo de angustia, yo te salvaré y tú me darás gloria».


Esto haces, ¿me quedaré callado? ¿Piensas que soy como tú? Yo te acuso, ante ti lo declaro».


Recuerda, Señor, que el enemigo te ha injuriado, que un pueblo miserable difama tu nombre.


Si el Señor del universo no nos hubiera dejado un resto, seríamos como Sodoma, parecidos a Gomorra.


La envío contra una nación impía, la mando contra el pueblo objeto de mi cólera, para que lo saquee y lo expolie a placer, para que lo pisotee como el barro de las calles.


Pero ya no mencionéis la expresión «oráculo del Señor», pues una carga será para cada cual su propia palabra, ya que habéis pervertido las palabras del Dios vivo, del Señor del universo, nuestro Dios.


Llámame y te responderé; te comunicaré cosas importantes y recónditas, que no conoces.


y les dijo: —Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien me enviasteis para hacerle llegar vuestra súplica:


Esto dice el Señor Dios: Todavía dejaré que me busquen los israelitas, de modo que yo los multiplique como si fueran un rebaño humano,


Pues lo mismo sucede en nuestros días. Dios ha escogido un resto por pura gracia.


Isaías, a su vez, proclama refiriéndose a Israel: Aunque fueran los israelitas tan numerosos como la arena del mar, solo un resto se salvará.


El Señor saldrá en defensa de su pueblo cuando lo vea desfallecer; se compadecerá de sus siervos cuando ya no queden ni esclavos ni libres.


Así que dame esta montaña que el Señor me prometió aquel día. Tú oíste aquel día cómo hay en ella anaquitas y ciudades grandes y fuertes. Que el Señor esté conmigo y yo los expulsaré como él me lo prometió.


Y añadió: —Esta será la señal de que el Dios vivo está en medio de vosotros y de que, al llegar vosotros, va a expulsar al cananeo, al hitita, al jeveo, al fereceo, al guirgaseo, al amorreo y al jebuseo.


Jonatán dijo a su escudero: —Vamos a cruzar hasta el destacamento de esos incircuncisos. A ver si el Señor nos ayuda, pues a él le da igual salvar con muchos o con pocos.


Y el filisteo añadió: —Yo desafío hoy a las filas israelitas. Enviadme a alguien para que luchemos cuerpo a cuerpo.


Entonces David preguntó a los que estaban junto a él: —¿Qué se le dará a quien venza a ese filisteo y limpie la deshonra de Israel? Y ¿quién es ese filisteo incircunciso para desafiar a las huestes del Dios vivo?


David le respondió: —Tú vienes contra mí armado de espada, lanza y jabalina; yo voy contra ti en nombre del Señor del universo, el Dios de las huestes de Israel, a quien tú has desafiado.


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