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2 Crónicas 6:6 - La Palabra (versión española)

6 En cambio he elegido a Jerusalén como morada de mi nombre y a David como jefe de mi pueblo Israel».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Mas a Jerusalén he elegido para que en ella esté mi nombre, y a David he elegido para que esté sobre mi pueblo Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 pero ahora he elegido a Jerusalén como el lugar para que mi nombre sea honrado, y he elegido a David para que sea rey de mi pueblo Israel”».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 sino que he elegido a Jerusalén, para que esté allí mi Nombre, y elegí a David, para que esté al frente de mi pueblo Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 sino que escogí a Jerusalem para que mi Nombre esté allí,° y escogí a David para que esté sobre mi pueblo Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Pero ahora elijo a Jerusalén, para que aquí esté mi nombre; y elijo a David para que esté al frente de mi pueblo Israel.'

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2 Crónicas 6:6
23 Referans Kwoze  

Construyó altares en el Templo del que el Señor había dicho: «En Jerusalén se invocará mi nombre».


Hizo una estatua de Asera y la colocó en el Templo sobre el que el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este Templo y en Jerusalén, mi ciudad elegida entre todas las tribus de Israel, residirá mi nombre por siempre.


Yo nunca he vivido en una casa desde el día en que hice subir a Israel hasta hoy, sino que he estado de tienda en tienda y de santuario en santuario.


Ahora, pues, dile a mi siervo David: «Esto dice el Señor del universo: Yo te saqué de los pastos y de cuidar rebaños para ser el jefe de mi pueblo, Israel;


Sin embargo, el Señor, Dios de Israel, me ha elegido entre toda mi familia para convertirme en rey de todo Israel por siempre, pues escogió a Judá como príncipe; y entre la tribu de Judá, a la familia de mi padre; y entre mis hermanos, a mí para hacerme rey de todo Israel.


El rey Roboán se afianzó en Jerusalén y siguió reinando, pues tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar; durante diecisiete años reinó en Jerusalén, la ciudad que el Señor había elegido entre todas las tribus de Israel como residencia de su nombre. Su madre se llamaba Naamá y era amonita.


Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, pensando:


No seáis tan tercos como vuestros padres; reconciliaos con el Señor, acudid a su santuario consagrado para siempre y servid al Señor, vuestro Dios, para que su ardiente cólera se aparte de vosotros.


Construyó altares en el Templo del que el Señor había dicho: «En Jerusalén estará siempre mi nombre».


Mantén tus ojos abiertos noche y día sobre este Templo, el lugar donde quisiste que residiera tu nombre, y escucha las súplicas que te dirija tu siervo hacia este lugar.


«Desde el día en que saqué a mi pueblo Israel de Egipto no elegí ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel para construir un Templo donde residiera mi nombre, ni escogí a ningún hombre como príncipe de mi pueblo Israel.


He elegido y consagrado este Templo que has construido como residencia perpetua de mi nombre: aquí estarán siempre mis ojos y mi corazón.


además de toda la plata y oro que reúnas en la provincia de Babilonia y de todas las ofrendas voluntarias que el pueblo y los sacerdotes donen espontáneamente al Templo de su Dios, en Jerusalén.


Nuestros pies ya descansan a tus puertas, Jerusalén.


Porque el Señor ha escogido a Sion, la ha querido por morada suya:


El Señor es grande y digno de toda alabanza; en la ciudad de nuestro Dios está su santo monte,


Hazme un altar de tierra en el que me ofrecerás tus ovejas y vacas, como holocaustos y sacrificios de comunión. Vendré y te bendeciré en cualquier lugar donde yo quiera que se recuerde mi nombre.


¿Qué se puede responder a los legados de esa nación? Que el Señor fundó Sion como refugio para los desvalidos de su pueblo.


Esto dice el Señor del universo —de quien soy su mensajero autorizado— acerca de las naciones que os despojaron: El que os toca a vosotros, toca a las niñas de mis ojos.


El ángel del Señor dijo a Satán: —Que el Señor te amoneste, Satán; que el Señor que ha elegido a Jerusalén te amoneste. ¿No es acaso este un tizón sacado del fuego?


El Señor dijo a Samuel: —¿Hasta cuándo vas a seguir llorando por Saúl, si yo mismo lo he rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y prepárate que voy a enviarte a Jesé, el de Belén, pues me he elegido un rey entre sus hijos.


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