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2 Crónicas 13:7 - La Palabra (versión española)

7 seguido por una cuadrilla de vagos e indeseables que se impusieron a Roboán, hijo de Salomón, aprovechándose de que Roboán era un joven apocado que no pudo controlarlos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Y se juntaron con él hombres vanos y perversos, y pudieron más que Roboam hijo de Salomón, porque Roboam era joven y pusilánime, y no se defendió de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Luego se le unió toda una banda de sinvergüenzas, quienes desafiaron a Roboam, hijo de Salomón, cuando todavía era joven y sin experiencia y no podía hacerles frente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Se juntaron con él unos hombres vanos y malvados y se opusieron a Roboam, hijo de Salomón, de manera que Roboam, que era joven y sin experiencia, no los resistió.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Y se juntaron con él hombres ociosos,° hijos de Belial, y se impusieron sobre Roboam ben Salomón cuando Roboam era joven y apocado, y no podía hacerles frente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Y se le unieron hombres vanos y perversos, que se hicieron fuertes contra Roboán, hijo de Salomón, porque Roboán era joven y de poco carácter, que no tuvo valor para hacerles frente.

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2 Crónicas 13:7
20 Referans Kwoze  

Yo hoy me siento débil, aunque sea el rey ungido, y esa gente, los hijos de Seruyá, son más fuertes que yo. ¡Que el Señor les dé su merecido por su maldad!


Haced luego que comparezcan ante él dos desalmados que lo acusen de haber maldecido a Dios y al rey. Entonces lo sacáis fuera y lo apedreáis hasta matarlo».


a continuación llegaron los dos desalmados que comparecieron ante Nabot y lo acusaron en presencia de la asamblea, diciendo: —Nabot ha maldecido a Dios y al rey. Entonces lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon hasta que murió.


Cuando todos los israelitas vieron que el rey no les hacía caso, le replicaron diciendo: —¡No tenemos nada que ver con David, ni repartimos herencia con el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel! Y que ahora David se preocupe de su casa. Y los israelitas marcharon a sus casas.


El rey Roboán se afianzó en Jerusalén y siguió reinando, pues tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar; durante diecisiete años reinó en Jerusalén, la ciudad que el Señor había elegido entre todas las tribus de Israel como residencia de su nombre. Su madre se llamaba Naamá y era amonita.


¡Gente villana y sin nombre, expulsada a golpes del país!


No tomo asiento con los falsos ni me alío con los hipócritas;


Quien cultiva su tierra se harta de pan, quien persigue quimeras es un insensato.


Quien cultiva su tierra se hartará de pan, quien persigue quimeras se hartará de miseria.


¡Ay del país donde reina un muchacho, y cuyos nobles banquetean de madrugada!


Pondré de jefes a jóvenes, a chiquillos de regentes.


Pero los judíos, movidos por la envidia, reclutaron unos cuantos maleantes callejeros que alborotaron a la población y provocaron un tumulto en la ciudad. Se aglomeraron ante la casa de Jasón con el propósito de conducir a Pablo y a Silas ante la asamblea popular.


Hermanos, no os comportéis como niños al razonar. Tened, sí, la inocencia del niño en lo que atañe al mal; pero, en cuanto a vuestros razonamientos, sed personas hechas y derechas.


Si en alguna de las ciudades que el Señor tu Dios te va a dar para que habites en ellas, llega el rumor de que


Porque hay muchos rebeldes, charlatanes y embaucadores, sobre todo entre los judíos convertidos.


Después de tanto tiempo, deberíais ser ya maestros consumados. Pero no, aún tenéis necesidad de que se os enseñe cuáles son los rudimentos del mensaje divino. Vuestra situación es tal, que en lugar de alimento sólido, necesitáis leche todavía.


Jefté huyó lejos de sus hermanos y se quedó en el país de Tob. Se le unió una banda de gente miserable y juntos hacían incursiones.


Le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélec contrató a unos hombres miserables y vagabundos, que se fueron con él.


También se le juntaron todos los que estaban en dificultades, los que tenían deudas y los descontentos. Eran en total unos cuatrocientos, y David se convirtió en su jefe.


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