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2 Corintios 6:6 - La Palabra (versión española)

6 Añádase nuestra limpieza de vida, nuestro conocimiento de Dios, nuestra entereza de ánimo, nuestra bondad; y también la acción del Espíritu, nuestro amor sin doblez,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Demostramos lo que somos por nuestra pureza, nuestro entendimiento, nuestra paciencia, nuestra bondad, por el Espíritu Santo que está dentro de nosotros y por nuestro amor sincero.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Se ve en nosotros pureza de vida, conocimiento, espíritu abierto y bondad, con la actuación del Espíritu Santo y el amor sincero,

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 en pureza, en conocimiento, en longanimidad, en bondad, en Espíritu Santo, en amor genuino,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 con honradez, con conocimiento, con comprensión, con bondad, con Espíritu Santo, con amor sincero,

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2 Corintios 6:6
41 Referans Kwoze  

Después llegan en masa, se sientan ante ti y prestan atención a tus palabras, pero no las ponen en práctica. Me halagan de palabra, pero luego actúan buscando su interés y su capricho.


No hagáis de vuestro amor una comedia. Aborreced el mal y abrazad el bien.


de señales y prodigios, y del poder del Espíritu. De este modo, desde Jerusalén y viajando en todas direcciones hasta llegar a Iliria, he proclamado a fondo el evangelio de Cristo.


Así, a uno lo capacita el Espíritu para hablar con sabiduría, mientras a otro el mismo Espíritu le concede expresarse con un profundo conocimiento de las cosas.


El amor es comprensivo y servicial; el amor nada sabe de envidias, de jactancias, ni de orgullos.


Porque ¿quién conoce el modo de pensar del Señor hasta el punto de poder darle lecciones? ¡Ahora bien, nosotros estamos en posesión del modo de pensar de Cristo!


Mi predicación y mi mensaje no se apoyaban en una elocuencia inteligente y persuasiva; era el Espíritu con su poder quien os convencía,


En cuanto a mí, pongo a Dios por testigo —y que me muera si miento— de que, si todavía no he ido a Corinto, ha sido en atención a vosotros.


¿Habré hecho esto porque no os quiero? ¡Bien sabe Dios cuánto os quiero!


De hecho, si alguno viene y os anuncia a otro Jesús distinto del que os hemos anunciado, o pretende que recibáis un Espíritu distinto del que recibisteis o un evangelio distinto del que abrazasteis, ¡lo aceptáis tan a gusto!


Admito que carezco de elocuencia, pero no me faltan conocimientos; bien que os lo he demostrado en las más diversas ocasiones y circunstancias.


Así que gastaré gustosamente cuanto tenga, y me desgastaré yo mismo por vosotros. ¿Acaso por amaros yo tanto, me amaréis vosotros menos?


Por eso os escribo en estos términos estando ausente, para que, cuando esté presente, no me vea obligado a proceder con dureza, utilizando un poder que el Señor me ha confiado para construir y no para derribar.


A quien vosotros perdonasteis, también yo le perdono; en realidad, lo que yo he perdonado —si algo he tenido que perdonar— lo he hecho por vosotros, y el mismo Cristo es testigo.


Os escribí, en efecto, bajo el peso de una inmensa congoja, con el corazón lleno de angustia y anegado en lágrimas. Pero no era mi intención entristeceros; solo quería haceros caer en la cuenta de que mi amor por vosotros no tiene límites.


Y bien se os nota que sois carta de Cristo redactada por nosotros; una carta escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en frías tablas de piedra, sino en las páginas palpitantes del corazón.


Pues el mismo Dios que dijo: Resplandezca la luz desde el seno de las tinieblas, para que irradiemos la luz del conocimiento glorioso de Dios reflejado en el rostro de Cristo.


Hacednos un hueco en vuestro corazón. A nadie agraviamos, a nadie arruinamos, a nadie explotamos.


Decidme solamente una cosa: ¿en razón de qué recibisteis el Espíritu de Dios? ¿Por cumplir la ley o por haber aceptado la fe?


Vamos a ver: cuando Dios os comunica el Espíritu y realiza prodigios entre vosotros, ¿lo hace porque sois cumplidores de la ley o porque habéis aceptado el mensaje de la fe?


En cambio, el Espíritu produce amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, lealtad,


Leyéndolo podréis comprobar cuál es mi conocimiento de ese plan secreto realizado en Cristo.


Sed humildes, amables, comprensivos. Soportaos unos a otros con amor.


Sed, en cambio, bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándoos mutuamente como Dios os ha perdonado por medio de Cristo.


dándoles a conocer la gloria y la riqueza que este plan encierra para los paganos. Me refiero a Cristo, que vive en vosotros y es la esperanza de la gloria.


en quien se encuentran escondidos todos los tesoros del saber y de la ciencia.


Sois elegidos de Dios; él os ha consagrado y os ha otorgado su amor. Sed, pues, profundamente compasivos, benignos, humildes, pacientes y comprensivos.


Testigos sois, y lo es Dios también, de lo noble, honrado e irreprochable que fue nuestro proceder para con vosotros, los creyentes.


Que nadie te haga de menos por ser joven. Al contrario, que tu palabra, tu conducta, tu amor, tu fe y tu limpio proceder te conviertan en modelo para los creyentes.


A las ancianas trátalas como a madres, y a las jóvenes como a hermanas, con toda pureza.


Tú, en cambio, has seguido de cerca mi enseñanza, mi estilo de vida y mis proyectos. Has imitado mi fe, mi mansedumbre, mi amor y mi paciencia.


que proclames el mensaje e insistas tanto si parece oportuno como si no lo parece. Argumenta, reprende y exhorta echando mano de toda tu paciencia y competencia en enseñar.


presentándote tú mismo en todo como un modelo de buena conducta. Sé íntegro en la enseñanza, serio en el comportamiento,


En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es ante todo pura, pero también pacífica, indulgente, conciliadora, compasiva, fecunda, imparcial y sincera.


Y se les reveló que lo que ahora os anuncian quienes os proclaman el evangelio por el Espíritu Santo enviado desde el cielo, lo llevan a cabo no en su provecho, sino en el vuestro. Anuncio este que los mismos ángeles están deseando contemplar.


Obedientes a la verdad, habéis eliminado cuanto impide una auténtica fraternidad. Amaos, pues, intensa y entrañablemente unos a otros


Hijos míos, no amemos de palabra y con la lengua, sino con hechos y de verdad.


Dalila le dijo: —¿Cómo puedes decir: «Te amo», si tu corazón no es mío? Por tres veces te has reído de mí y no me has dicho en qué consiste esa fuerza tan enorme que tienes.


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