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2 Corintios 11:10 - La Palabra (versión española)

10 Por Cristo, en quien creo, os aseguro que nadie en la provincia de Acaya me arrebatará este motivo de orgullo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Por la verdad de Cristo que está en mí, que no se me impedirá esta mi gloria en las regiones de Acaya.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Tan cierto como que la verdad de Cristo está en mí, nadie en toda Grecia me impedirá que me jacte de esto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 ahí está mi desafío, y se lo digo por la verdad de Cristo que está en mí, nadie en la tierra de Acaya me igualará en este punto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Es una verdad del Mesías en mí, que esta gloria no me será impedida en las regiones de Acaya.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 ¡Por la verdad de Cristo que hay en mí: no me será arrebatada esta gloria en las regiones de Acaya!

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2 Corintios 11:10
21 Referans Kwoze  

Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos la emprendieron juntos contra Pablo y lo condujeron ante los tribunales


Al manifestar él su deseo de ir a Acaya, los hermanos apoyaron tal decisión y escribieron a los discípulos de aquella provincia para que lo acogieran con cariño. Una vez allí, fue de gran ayuda para quienes por gracia de Dios eran ya creyentes;


Dios mismo, a quien sirvo de todo corazón anunciando el evangelio de su Hijo, puede garantizar que pienso constantemente en vosotros.


Saludos igualmente para la iglesia que se reúne en su casa. Saludos para mi querido amigo Epéneto, el primer cristiano de la provincia de Asia.


¡Cristo es testigo de que digo la verdad! Mi conciencia, bajo la guía del Espíritu Santo, me asegura que no miento.


Os pido ahora, por favor, hermanos, que tengáis muy presente a la familia de Estéfanas, que fueron los primeros cristianos de la provincia de Acaya y se consagraron por entero al servicio de los fieles.


Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios reunida en Corinto y a todos los creyentes de la entera provincia de Acaya.


En cuanto a mí, pongo a Dios por testigo —y que me muera si miento— de que, si todavía no he ido a Corinto, ha sido en atención a vosotros.


Tampoco presumo indebidamente de trabajos hechos por otros, aunque sí abrigo la esperanza de que, al crecer vuestra fe, se haga mucho más amplio mi campo de acción entre vosotros, siempre dentro de los límites que se me han marcado.


Si actúo y seguiré actuando de este modo, es para desenmascarar a esos que presumen de ser como nosotros.


El Dios y Padre de Jesucristo, el Señor —¡bendito sea para siempre!— sabe que no miento.


A lo mejor estáis pensando hace un buen rato que no hacemos sino justificarnos ante vosotros. Dios es testigo de que es Cristo quien nos impulsa a hablar, y de que todo esto, queridos míos, es para vuestro provecho espiritual.


Conozco vuestra buena disposición y presumo de ella delante de los macedonios; «los de Acaya —les he dicho— están preparados desde el año pasado»; de este modo, vuestro entusiasmo ha servido de estímulo para muchos.


Dios es testigo de que no miento en nada de lo que os escribo.


Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí. Mi vida en este mundo consiste en creer en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí.


Testigos sois, y lo es Dios también, de lo noble, honrado e irreprochable que fue nuestro proceder para con vosotros, los creyentes.


Dios es testigo, y bien lo sabéis, de que jamás nos hemos valido de palabras aduladoras, ni hemos buscado astutamente el provecho propio.


De todo ello he sido constituido pregonero y apóstol —estoy diciendo la pura verdad— con el fin de instruir a los paganos en la fe y en la verdad.


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