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1 Tesalonicenses 5:3 - La Palabra (versión española)

3 Cuando la gente ande diciendo: «Todo es paz y seguridad», entonces justamente sobrevendrá la destrucción, como los dolores de parto a la mujer encinta, y no podrán librarse.

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Biblia Reina Valera 1960

3 que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Cuando la gente esté diciendo: «Todo está tranquilo y seguro», entonces le caerá encima la catástrofe tan repentinamente como le vienen los dolores de parto a una mujer embarazada; y no habrá escapatoria posible.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Cuando todos se sientan en paz y seguridad, les caerá de repente la catástrofe encima, lo mismo que llegan los dolores de parto a la mujer embarazada, y nadie podrá escapar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Cuando digan: ¡Paz y seguridad!, entonces, como el dolor a la que está de parto,° vendrá sobre ellos destrucción repentina, y no escaparán de ningún modo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Cuando estén diciendo: 'Paz y seguridad', entonces, de repente, se abatirá sobre ellos la calamidad, como los dolores de parto sobre una mujer encinta; y no habrá manera de escapar.

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1 Tesalonicenses 5:3
48 Referans Kwoze  

le zumban los oídos con ecos de terrores, lo asalta el Devastador mientras vive en paz.


Dios puede hacer que se sienta confiado, pero sus ojos vigilan todos sus pasos.


Que los sorprenda un desastre inesperado, que los atrape la trampa que tendieron, que caigan en la fosa que cavaron.


Los invadió un temblor cual dolor de parturienta,


Que les sorprenda la muerte, que bajen vivos al reino de los muertos, pues el mal anida en su corazón, en lo más profundo de ellos.


Que su mesa se convierta en su red, en una trampa para sus amigos;


El reprendido que no cambia será aniquilado pronto y sin remedio.


Dirán aquel día los habitantes de esta costa: «A esto han ido a parar aquellos a quienes pedimos ayuda para que nos salvaran del rey de Asiria. ¿Cómo nos pondremos a salvo?».


El tropel de los enemigos será numeroso lo mismo que el polvo; el tropel de los agresores será lo mismo que tamo aventado. Pero rápido, de repente


esa culpa será para vosotros una grieta que baja resquebrajando la obra de una alta muralla, y de repente, de improviso, va y se desmorona


mas te llega una desgracia que no sabrás conjurar; te caerá encima un desastre que no podrás evitar; te vendrá de forma inesperada una catástrofe imprevista.


Pero ambas cosas vendrán, de repente, en un solo día: acabarás sin hijos y viuda; todo eso te sobrevendrá, por mucho que multipliques tus hechizos, a pesar de tus poderosas brujerías.


«Venid, que voy por vino, vamos a hartarnos de licor; mañana será como hoy, habrá provisión de sobra».


¿Qué vas a decir, Jerusalén, cuando ellos te castiguen, tú que les habías enseñado a tratarte como amigos? Seguro que te aprietan los dolores, igual que a mujer en parto.


¿De verdad has rechazado a Judá y te has hartado de Sion? ¿Por qué nos hieres sin nadie que nos cure? Esperábamos bienestar y nada va bien, un tiempo para sanar, y llega el terror.


Tú, que te asientas en el Líbano, que tienes tu nido entre cedros, ¡cómo gritarás cuando lleguen los dolores, cuando te retuerzas como una parturienta!


Oigo quejidos de parturienta, angustias como de primeriza: son quejidos y suspiros de Sion, que estira doliente sus brazos: ¡Ay de mí, que estoy agotada, me están quitando la vida!


Han curado la herida de mi pueblo, pero solo por encima, diciendo: «Paz, paz», pero no hay paz.


Al oír la noticia nos fallaron las fuerzas, llenos de angustia, con dolores de parturienta.


Han curado la herida de mi pueblo, pero solo por encima, diciendo: «Paz, paz», pero no hay paz.


Pues han engañado a mi pueblo anunciando paz, cuando no hay paz; y mientras él construye un muro, ellos lo van encalando.


Le sobrevendrán dolores de parto, pero es un hijo torpe que, para nacer, no sabe colocarse a la puerta del útero.


Embotados como están en su embriaguez, serán consumidos como hojarasca, como una maraña de espinos.


¡Serpientes! ¡Hijos de víbora! ¿Cómo podréis escapar al castigo de la gehena?


Cuando una mujer va a dar a luz, siente angustia, porque le ha llegado la hora; pero, cuando el niño ha nacido, su alegría le hace olvidar el sufrimiento pasado y es enteramente feliz por haber traído un ser humano al mundo.


¡Contemplad esto, engreídos, y que el estupor os haga desaparecer! Voy a realizar una obra tal en vuestro tiempo, que no la creeréis cuando os la cuenten.


el Señor no lo perdonará, sino que su ira y su celo se encenderán contra esa persona, todas las maldiciones escritas en este libro caerán sobre ella, y el Señor hará que nunca más quede memoria de ella.


Su castigo será la ruina eterna, la separación definitiva del Señor y de su glorioso poder,


a la asamblea de quienes han sido inscritos como primeros ciudadanos de los cielos, a Dios que es juez de todos, a los espíritus de los que, habiendo vivido rectamente, han alcanzado la meta,


¿cómo podremos salir nosotros bien parados si desdeñamos una salvación tan valiosa como esta? Me refiero a la salvación que comenzó siendo anunciada por el Señor, que nos confirmaron quienes la escucharon


Dios, en efecto, no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó a las cavernas tenebrosas del abismo, donde los mantiene encarcelados para el juicio.


Gedeón subió por la ruta de los beduinos, al este de Nóbaj y de Jogboá, y atacó al campamento, que se creía ya seguro.


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