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1 Samuel 26:8 - La Palabra (versión española)

8 Abisay dijo a David: —Dios pone hoy a tu enemigo en tus manos. Déjame, pues, que lo clave en tierra de una sola lanzada y no habrá que rematarlo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 —¡Esta vez, sin duda alguna, Dios te ha entregado a tu enemigo! —le susurró Abisai a David—. Déjame que lo clave en la tierra con un solo golpe de mi lanza; ¡no hará falta darle dos!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Abisaí dijo entonces a David: 'Hoy puso Dios a tu enemigo en tus manos. Déjame clavarlo en tierra con su lanza, no tendré necesidad de hacerlo por segunda vez'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Entonces dijo Abisai a David: ¡’Elohim ha entregado hoy a tu enemigo en tu mano! ¡Déjame clavarlo en tierra con su propia lanza de un solo golpe, pues no necesitaré un segundo!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Dijo entonces Abisay a David: 'Dios ha entregado hoy a tu enemigo en tus manos. Ahora pues, déjame clavarlo con su lanza en el suelo de un solo golpe; no tendré que repetirlo'.

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1 Samuel 26:8
16 Referans Kwoze  

Abisay, el hijo de Seruyá, dijo al rey: —¿Por qué ese perro muerto ha de insultar a mi señor el rey? Déjame que vaya y le corte la cabeza.


No me entregaste al enemigo, me mantuviste en lugar seguro.


Entonces Yojanán, hijo de Caréaj, se entrevistó en secreto con Godolías en Mispá y le dijo: —He pensado ir yo mismo a matar a Ismael, hijo de Netanías. Que nadie se entere. Si te quita la vida, todos los judíos que se han reunido en torno a ti se dispersarán, y desaparecerá el resto de Judá.


¿Qué tramáis contra el Señor? Su acción destructora será total, no se repetirá la opresión.


En una palabra, Dios ha permitido que todos seamos rebeldes para tener compasión de todos.


¿Cómo podría uno solo hacer huir a mil o dos poner en fuga a diez mil, si no es porque los ha vendido su Roca y los ha entregado el Señor?


El Señor les concedió paz en todo su territorio, tal como había jurado a sus antepasados. Ninguno de sus enemigos pudo hacerles frente, pues el Señor puso a todos ellos en manos de Israel.


Subió Judá, y el Señor hizo que derrotara a los cananeos y a los fereceos matando en Bécec a diez mil hombres.


David se estableció en los refugios del desierto y vivió en los montes del desierto de Zif. Durante todo ese tiempo Saúl lo estuvo buscando, pero Dios lo libró de sus manos.


Cuando llegó a unos apriscos de ovejas junto al camino, entró en una cueva que había allí a hacer sus necesidades. David y sus hombres estaban al fondo de la cueva.


Los hombres de David le dijeron: —Esta es la ocasión que te anunció el Señor cuando te dijo: «Voy a poner a tu enemigo en tus manos. Haz con él lo que mejor te parezca». David se levantó sin hacer ruido y cortó el borde del manto de Saúl.


El Señor pagará a cada cual según su justicia y su lealtad. El Señor te ha entregado hoy en mi mano, pero yo no he querido levantar mi mano contra el ungido del Señor.


David y Abisay llegaron, pues, hasta donde estaba la tropa. Saúl dormía acostado dentro del recinto, con su lanza clavada en el suelo junto a la cabecera. Abner y la tropa estaban acostados a su alrededor.


Pero David respondió a Abisay: —No lo mates, porque no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor.


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