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1 Reyes 8:23 - La Palabra (versión española)

23 y dijo: —Señor, Dios de Israel: no hay un Dios como tú ni en el cielo ni en la tierra. Tú mantienes la alianza y la fidelidad con tus siervos cuando proceden sinceramente ante ti.

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Biblia Reina Valera 1960

23 dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 y oró: «Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú arriba en el cielo ni abajo en la tierra. Tú cumples tu pacto y muestras amor inagotable a quienes andan delante de ti de todo corazón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 y dijo: '¡Yavé, Dios de Israel! Ningún dios arriba en los cielos, abajo en la tierra es semejante a ti, porque tú respetas tu Alianza y tu fidelidad para con tus servidores cuando caminan delante de ti con todo su corazón.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 dijo: ¡Oh YHVH, Dios de Israel! No hay ’Elohim como Tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra. Tú guardas el pacto y la misericordia para con tus siervos que andan delante de ti con todo su corazón.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 exclamó: '¡Yahveh, Dios de Israel! No hay Dios semejante a ti, ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra. Tú, que guardas la alianza y la benignidad para con aquellos siervos tuyos que de todo corazón andan en tu presencia;

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1 Reyes 8:23
27 Referans Kwoze  

Cuando Abrán tenía noventa y nueve años se le apareció el Señor y le dijo: —Yo soy el Todopoderoso. Tenme presente en tu vida y vive rectamente.


Y allí mismo erigió un altar y lo dedicó al Dios de Israel.


¡Por eso eres grande, Señor Dios! No hay nadie como tú, ni hay Dios fuera de ti, por todo lo que ha llegado a nuestros oídos.


y el Señor cumplirá la promesa que me hizo: «si tus hijos cuidan su conducta y actúan sinceramente ante mí, con todo su corazón y todo su ser, no te faltarán descendientes en el trono de Israel».


Salomón respondió: —Tú trataste a tu siervo, mi padre David, con especial favor, pues él actuó siempre ante ti con fidelidad, justicia y rectitud de corazón; además, le has mantenido ese especial favor dándole un hijo que hoy se sienta en su trono.


—Por este Templo que estás construyendo, si caminas según mis normas, pones en práctica mis decretos y guardas mis mandamientos, conduciéndote de acuerdo a ellos, yo te cumpliré la promesa que hice a tu padre, David:


Tú has mantenido cuanto dijiste a tu siervo, mi padre David, y has cumplido hoy con obras lo que prometiste de palabra.


—¡Ay, Señor!, recuerda que me he comportado con fidelidad y rectitud en tu presencia, haciendo lo que te agrada. Y rompió a llorar a lágrima viva.


Cualquiera de vosotros que pertenezca a ese pueblo puede regresar a Jerusalén, capital de Judá, y reedificar, con la protección divina, el Templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén.


Y dije: —Por favor, Señor, Dios de los cielos, Dios grande y terrible que eres fiel a la alianza y misericordioso para con los que te aman y guardan tus mandamientos:


Ahora, pues, Dios nuestro, Dios grande, poderoso y terrible, que eres misericordioso y te mantienes fiel a la alianza: ¡No tengas en poco todo el dolor que sufrieron nuestros reyes, nuestros príncipes y sacerdotes, nuestros profetas y todo tu pueblo desde los tiempos de los reyes asirios hasta el día de hoy!


¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que en las alturas tiene su trono,


Todo mi ser proclamará: «Señor, ¿quién como tú?». Tú libras al débil del que es más fuerte, al humilde y al pobre del explotador.


No hay entre los dioses uno como tú, Dios mío, no hay obras como las tuyas.


¿Quién hay como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible por tus hazañas, autor de prodigios?


Les dirás también: «Yahweh, el Dios de nuestros antepasados, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre eterno: así me llamaréis de generación en generación».


¿Con quién compararéis a Dios, a qué imagen lo asemejaréis?


¿Con quién me compararéis? ¿Con quién me asemejaréis? —dice el Santo—.


No es así la porción de Jacob, pues él ha creado todo; Israel es tribu de su propiedad, se llama Señor del universo.


¡Nadie, Señor, tan grande como tú! ¡Qué grande y qué poderoso es tu nombre!


Supliqué al Señor, mi Dios, con la siguiente confesión: —Señor, Dios grande y terrible, que conservas la alianza y la fidelidad con todos los que te aman y guardan tus mandamientos.


mostrando así su compasión con nuestros antepasados y acordándose de cumplir su santa alianza.


Si prestáis atención a estas normas, las cumplís y las ponéis en práctica, entonces el Señor tu Dios mantendrá la alianza y la fidelidad que prometió a tus antepasados.


Reconoce, entonces, que el Señor tu Dios es realmente Dios. Él es Dios fiel, que a lo largo de mil generaciones mantiene su alianza y tiene misericordia de aquellos que lo aman y cumplen sus mandamientos,


Nadie es santo como el Señor, nadie es fuerte como nuestro Dios, porque no hay otro como tú.


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