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1 Reyes 22:8 - La Palabra (versión española)

8 El rey de Israel le respondió: —Sí, aún queda alguien a través del cual podemos consultar al Señor: Miqueas, el hijo de Jimlá. Pero yo lo detesto, porque no me profetiza venturas, sino desgracias. Josafat le dijo: —El rey no debe hablar así.

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Biblia Reina Valera 1960

8 El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay un varón por el cual podríamos consultar a Jehová, Micaías hijo de Imla; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal. Y Josafat dijo: No hable el rey así.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 El rey de Israel contestó a Josafat: —Hay un hombre más que podría consultar al Señor por nosotros, pero lo detesto. ¡Nunca me profetiza nada bueno, solo desgracias! Se llama Micaías, hijo de Imla. —¡Un rey no debería hablar de esa manera! —respondió Josafat—. Escuchemos lo que tenga que decir.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 El rey de Israel respondió a Josafat: 'Sí, todavía queda un hombre por cuyo intermedio se podría consultar a Yavé, pero lo detesto, porque nunca me profetiza algo bueno sino sólo cosas malas; es Miqueas, hijo de Jimla'. Josafat le dijo: '¡No diga eso el rey!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y el rey de Israel dijo a Josafat: Aún hay un varón por el cual podríamos consultar a YHVH, Micaías ben Imla, pero yo lo aborrezco, porque nunca me profetiza para bien, sino siempre para mal. Y Josafat dijo: No hable así el rey.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 El rey de Israel respondió a Josafat: 'Queda todavía un hombre por medio del cual se puede consultar a Yahveh; pero yo siento aversión hacia él, porque nunca me profetiza bienes, sino solamente males. Es Miqueas, hijo de Yimlá'. Josafat le dijo: 'No hable el rey así'.

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1 Reyes 22:8
39 Referans Kwoze  

Sus hermanos le respondieron: —¿Quieres decir que tú vas a ser nuestro rey y que vas a dominarnos? Y el odio que le tenían iba en aumento debido a los sueños que les contaba.


y cuando Jezabel quiso acabar con los profetas del Señor, recogió a cien de ellos, los escondió en cuevas en dos grupos de cincuenta y les proporcionó alimento y agua.


Él contestó: —Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los israelitas han roto tu alianza, han derribado tus altares y han asesinado a filo de espada a tus profetas. Solo he quedado yo y me andan buscando para matarme.


Él contestó: —Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los israelitas han roto tu alianza, han derribado tus altares y han asesinado a filo de espada a tus profetas. Solo he quedado yo y me andan buscando para matarme.


Ajab dijo a Elías: —¡Me has descubierto, enemigo mío! Elías respondió: —¡Sí, te he descubierto! Puesto que has ofendido al Señor con tus acciones,


Mientras, el mensajero que había ido a llamar a Miqueas le decía: —Ten en cuenta que los profetas están anunciado unánimemente la victoria al rey; procura, pues, que tu profecía coincida también con la suya y anuncia la victoria.


El rey de Israel dijo a Josafat: —¿Qué te decía yo? No me profetiza venturas, sino desgracias.


y decidles: «El rey ha ordenado que lo metáis en la cárcel y que le racionéis el pan y el agua hasta que el rey regrese sano y salvo».


Pero Josafat preguntó: —¿No hay por aquí algún profeta del Señor al que podamos consultar?


Entonces el rey de Israel llamó a un funcionario y le dijo: —¡Que venga inmediatamente Miqueas, el hijo de Jimlá!


Cuando Jorán vio a Jehú le preguntó: —¿Traes buenas noticias, Jehú? Pero Jehú respondió: —¿Qué buenas noticias puede haber mientras tu madre, Jezabel, siga con sus prostituciones y sus brujerías?


pero ellos se reían de los mensajeros divinos, despreciaban sus palabras y se burlaban de sus profetas, hasta que estalló la cólera del Señor y no hubo remedio.


La maldad hará morir al malo, quienes odian al justo serán castigados.


El insolente odia a quien lo reprende y evita la compañía de los sabios.


Los sanguinarios odian al honrado, los rectos se preocupan por él.


No reprendas al cínico, que te odiará; corrige al sabio y te amará.


¡Ay del malvado, le irá mal, recibirá la paga de sus obras!


Dicen a los videntes: «No vaticinéis»; y a los profetas: «No profeticéis la verdad». Decidnos cosas agradables, profetizad fantasías.


Así dice el Señor, redentor y Santo de Israel, al que ha sido despreciado y aborrecido de las naciones, al esclavo de los opresores: Los reyes lo verán y se pondrán de pie, los príncipes se postrarán humillados, a causa del Señor, que es fiel, del Santo de Israel, que te ha elegido.


Algunos dijeron: «Tramemos un plan contra Jeremías, pues no faltará la instrucción del sacerdote, el consejo del sabio y la palabra del profeta. Así que vamos a calumniarlo y a hacer caso omiso de lo que dice».


Oía a muchos murmurar: «Este es Terror-En-Derredor, denunciadlo, vamos a denunciarlo». La gente que me era más cercana andaba acechando mi traspié: «Tal vez, seducido, lo sometamos y podamos vengarnos de él».


Cada vez que Jehudí leía tres o cuatro columnas del rollo, el rey hacía un corte con el cortaplumas del canciller y tiraba al brasero la parte ya leída, hasta que todo el rollo acabó en el fuego del brasero.


Los dignatarios dijeron al rey: —Ese hombre debe morir, porque, al hablar de tal modo, está debilitando el ánimo de los soldados que quedan en la ciudad y del resto de la gente. En realidad, ese hombre no busca el bienestar del pueblo, sino su desgracia.


Mas ellos odian a quien pide un juicio justo y detestan al que testifica con verdad.


Si alguien corriera tras del viento, urdiendo falsedades como esta: «por vino y licor vaticinaré en tu favor», ese sería el profeta de este pueblo.


¿Está acaso maldita la descendencia de Jacob? ¿Se ha agotado la paciencia del Señor y va a ser esa su manera de actuar? ¿No son benévolas sus palabras para quien procede honradamente?


y en un solo mes despedí a tres pastores, pues yo no los pude aguantar y ellos se cansaron de mí.


Todos os odiarán por causa de mí; pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará.


Yo les he confiado tu mensaje, pero el mundo los odia, porque no son del mundo, como yo tampoco soy del mundo.


El mundo no tiene motivos para odiaros; a mí, en cambio, me odia porque pongo de manifiesto la malicia de sus obras.


¿He pasado entonces a ser vuestro enemigo por haberos dicho la verdad?


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