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1 Reyes 2:32 - La Palabra (versión española)

32 y el Señor le hará responsable de haber matado a dos hombres más justos y mejores que él: Abner, el hijo de Ner, capitán del ejército de Israel, y Amasá, el hijo de Jéter, capitán del ejército de Judá, a quienes asesinó sin que mi padre lo supiese.

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Biblia Reina Valera 1960

32 Y Jehová hará volver su sangre sobre su cabeza; porque él ha dado muerte a dos varones más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

32 El Señor le cobrará las muertes de dos hombres que eran más justos y mejores que él, ya que mi padre no sabía nada de las muertes de Abner, hijo de Ner, comandante del ejército de Israel, y de Amasa, hijo de Jeter, comandante del ejército de Judá.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 Yavé hará que recaiga su sangre sobre su propia cabeza, porque hirió de muerte a dos hombres más justos y mejores que él. Mató a espada, a espaldas de David mi padre, a Abner hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Yeter, jefe del ejército de Judá.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Y YHVH hará recaer su sangre sobre su propia cabeza, porque sin que lo supiera mi padre David, arremetió y mató a espada a dos hombres más justos y mejores que él: a Abner ben Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa ben Jeter, general del ejército de Judá.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 Yahveh hará recaer su sangre sobre su propia cabeza, porque mató a dos hombres más justos y mejores que él, a los que asesinó con la espada sin saberlo mi padre David: a Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasá, hijo de Yéter, jefe del ejército de Judá.

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1 Reyes 2:32
24 Referans Kwoze  

Por eso, ahora quedarás bajo la maldición de la tierra que ha abierto sus fauces para recibir la sangre de tu hermano que tú has derramado.


Entonces habló Rubén: —Yo os advertí que no hicierais ningún daño al muchacho, pero no me hicisteis caso, y ahora tenemos que pagar el precio de su muerte.


Si alguien derrama la sangre de un ser humano, otro ser humano derramará la suya, porque Dios creó al ser humano a su propia imagen.


David añadió: —¡Eres responsable de tu propia muerte! Tú mismo te has delatado al confesar que habías matado al ungido del Señor.


Absalón había puesto al frente del ejército a Amasá, en lugar de Joab. Amasá era hijo de un hombre llamado Jitrá, un ismaelita que se había unido a Abigal, hija de Najás y hermana de Seruyá, la madre de Joab.


¡Que la culpa recaiga sobre la cabeza de Joab y sobre toda su familia! ¡Que nunca falten en su casa quienes padezcan flujos de sangre o lepra, quienes manejen el huso, quienes mueran a espada o carezcan de alimento!


Y aquel día todo el pueblo y todo Israel quedaron convencidos de que el rey no había tenido nada que ver en el asesinato de Abner, el hijo de Ner.


Yo hoy me siento débil, aunque sea el rey ungido, y esa gente, los hijos de Seruyá, son más fuertes que yo. ¡Que el Señor les dé su merecido por su maldad!


ahora que unos desalmados habéis matado a un hombre inocente en su propia casa y en su misma cama, ¡os haré pagar su muerte y os borraré del mapa!


Y el rey añadió: —Tú conoces perfectamente todo el daño que hiciste a mi padre David. Por eso el Señor hace recaer ahora tu maldad sobre ti.


Ya sabes, además, lo que me hizo Joab, el hijo de Seruyá, con los dos jefes del ejército de Israel: Abner, el hijo de Ner, y Amasá, el hijo de Jéter; y cómo los asesinó, derramando sangre de guerra en tiempos de paz y salpicando de sangre inocente su ropa y sus sandalias.


escucha tú desde el cielo y haz justicia a tus siervos; condena al culpable dándole su merecido, y absuelve al inocente reconociéndole su inocencia.


sino que has seguido los pasos de los reyes de Israel, provocando la prostitución de Judá y de los habitantes de Jerusalén e imitando a la dinastía de Ajab, y has asesinado además a tus hermanos paternos, que eran mejores que tú,


el Señor va a azotar a tu pueblo, a tus hijos, a tus mujeres y a toda tu hacienda con una terrible plaga.


Por lo tanto, si le parece bien al rey, promulgue con carácter irrevocable un decreto real que se inscriba en la legislación de persas y medos en estos términos: «La reina Vasti no podrá presentarse nunca más ante el rey Asuero. Su título de reina se conferirá a otra mujer más digna que ella».


Su maldad se vuelve contra él, su violencia caerá sobre él.


Alabaré al Señor porque es justo, cantaré al Dios Altísimo.


Por eso, así dice el Señor Dios: Juro por mí mismo que lo haré responsable de mi juramento, que despreció, de mi alianza, que rompió.


Pero si no lo hacéis así, pecaréis contra el Señor y cargaréis con las consecuencias de vuestro pecado.


para que el crimen cometido contra los setenta hijos de Jerubaal fuera vengado y su sangre cayera sobre su hermano Abimélec, que los había asesinado, y sobre los señores de Siquén que le habían ayudado a asesinar a sus hermanos.


Y también hizo Dios recaer sobre la cabeza de la gente de Siquén toda su maldad. De este modo cayó sobre ellos la maldición de Jotán, hijo de Jerubaal.


Entonces Samuel le dijo: —El Señor también te arranca hoy el reino de Israel para dárselo a otro mejor que tú.


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