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1 Pedro 3:3 - La Palabra (versión española)

3 No os preocupe tanto el adorno exterior —peinados llamativos, joyas valiosas, vestidos lujosos—

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 No se preocupen tanto por lucir peinados rebuscados, collares de oro y vestidos lujosos, todas cosas exteriores,

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Vuestro° atavío no sea el exterior, de trenzado de cabellos y atavíos de oro, o de uso de vestidos lujosos,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Vuestro adorno no sea el exterior, el peinado de los cabellos, los aderezos de joyas, los suntuosos vestidos,

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1 Pedro 3:3
22 Referans Kwoze  

Cuando los camellos terminaron de beber, el hombre tomó un anillo de oro que pesaba unos seis gramos, y dos brazaletes de oro que pesaban algo más de cien gramos para las muñecas de la muchacha,


Luego le pregunté: «¿De quién eres hija?». Y ella respondió: «Soy hija de Betuel, el hijo de Milcá y de Najor». Entonces le puse el anillo en la nariz y los brazaletes en los brazos.


Después sacó joyas de oro y plata, además de vestidos, y se lo dio todo a Rebeca. Y también entregó regalos a su hermano y a su madre.


Jezabel se enteró de que Jehú llegaba a Jezrael. Entonces se pintó los ojos, se arregló el pelo y se asomó a la ventana.


Pasados los tres días, Ester se puso sus vestiduras reales y entró en el patio interior del palacio, que era visible desde el salón del trono. Allí estaba el rey sentado en su trono real, frente a la puerta de entrada.


Hijas de reyes hay entre tus escogidas, a tu derecha está la reina entre oro de Ofir.


sino que cada mujer pedirá a su vecina o a las dueñas de las casas donde se alojan, objetos que sean de plata y oro, y ropas para vestir a sus hijos e hijas. Así será como despojaréis a los egipcios.


Aarón les respondió: —Quitad los pendientes de oro que llevan en las orejas vuestras mujeres, hijos e hijas, y traédmelos.


Al oír el pueblo estas palabras tan duras, guardó luto y nadie se puso sus joyas.


Y vinieron hombres y mujeres trayendo de corazón broches, pendientes, anillos, brazaletes, y toda clase de alhajas de oro; y cada uno presentaba ritualmente ante el Señor su ofrenda de oro.


Con el metal de los espejos de las mujeres que prestaban servicio a la entrada de la Tienda del encuentro, hizo la pila de bronce y su base.


¡Despierta, Sion, despierta y revístete de poder! Ponte tu traje de gala, Jerusalén, ciudad santa; que ya no entrarán en ti incircuncisos e impuros.


Reboso de dicha en el Señor, me alegro animoso en mi Dios, que me ha puesto un vestido de fiesta, me ha envuelto en un manto de victoria, como un novio que se pone la corona, como novia que se viste sus atuendos.


¿Se olvida una joven de sus joyas? ¿Una novia, de sus atavíos? Pues hace infinidad de tiempo que mi pueblo se ha olvidado de mí.


Y una vez devastada, ¿qué harás, tú, que te vistes de púrpura, te adornas con joyas de oro y resaltas tus ojos con sombra? De nada sirve embellecerte; tus amantes te han rechazado, y solo buscan tu muerte.


Incluso enviaron mensajeros para que vinieran hombres de tierras lejanas. En cuanto llegaron, te lavaste, te pintaste los ojos y te enjoyaste.


No os amoldéis a los criterios de este mundo; al contrario, dejaos transformar y renovad vuestro interior de tal manera que sepáis apreciar lo que Dios quiere, es decir, lo bueno, lo que le es grato, lo perfecto.


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