Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt

- Piblisite -





1 Corintios 2:4 - La Palabra (versión española)

4 Mi predicación y mi mensaje no se apoyaban en una elocuencia inteligente y persuasiva; era el Espíritu con su poder quien os convencía,

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Y mi mensaje y mi predicación fueron muy sencillos. En lugar de usar discursos ingeniosos y persuasivos, confié solamente en el poder del Espíritu Santo.

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Mis palabras y mi mensaje no contaron con los recursos de la oratoria, sino con manifestaciones de espíritu y poder,

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

4 y mi palabra y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de° sabiduría, sino con demostración del poder del Espíritu,

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Mi palabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de espíritu y de poder;

Gade chapit la Kopi




1 Corintios 2:4
28 Referans Kwoze  

El chismoso divulga secretos, no te juntes con gente parlanchina.


Con todas estas artes lo sedujo, lo rindió con sus labios lisonjeros


Oía a muchos murmurar: «Este es Terror-En-Derredor, denunciadlo, vamos a denunciarlo». La gente que me era más cercana andaba acechando mi traspié: «Tal vez, seducido, lo sometamos y podamos vengarnos de él».


Tienen visiones falsas y vaticinan mentiras esos que dicen «oráculo del Señor» sin que él los haya enviado, ¡y encima esperan que se cumpla su palabra!


Nada he callado de cuanto debía anunciaros sobre el plan de Dios.


—¡Por poco me convences para que me haga cristiano! —contestó Agripa.


Que el Dios de la esperanza, llene de alegría y paz vuestra fe para que desbordéis de esperanza sostenidos por la fuerza del Espíritu.


de señales y prodigios, y del poder del Espíritu. De este modo, desde Jerusalén y viajando en todas direcciones hasta llegar a Iliria, he proclamado a fondo el evangelio de Cristo.


Es gente que no está al servicio de Cristo nuestro Señor, sino de sus propios apetitos, y con sus halagos y lisonjas embaucan a los incautos.


Es que Cristo no me envió a bautizar, sino a proclamar el evangelio. Y a proclamarlo sin alardes de humana elocuencia, para que no quede anulada la eficacia de la cruz de Cristo.


Yo mismo, hermanos, cuando llegué a vuestra ciudad, no os anuncié el proyecto salvador de Dios con alardes de sabiduría o elocuencia.


Esto es precisamente lo que expresamos con palabras que no están inspiradas por el saber humano, sino por el Espíritu. Y así acomodamos las cosas espirituales a los que poseen el Espíritu.


Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de eficacia.


Añádase nuestra limpieza de vida, nuestro conocimiento de Dios, nuestra entereza de ánimo, nuestra bondad; y también la acción del Espíritu, nuestro amor sin doblez,


¿A quién pretendo yo ahora ganarme? ¿A quién busco agradar? ¿A Dios o a la gente? Si todavía tratase de seguir agradando a la gente, no sería siervo de Cristo.


Os digo esto para que nadie os seduzca con palabras engañosas.


Porque el evangelio que os anunciamos no se redujo a palabras hueras, sino que estuvo acompañado de poder, de Espíritu Santo y de profunda convicción. Bien sabéis que nuestro comportamiento entre vosotros fue para vuestro bien.


Y se les reveló que lo que ahora os anuncian quienes os proclaman el evangelio por el Espíritu Santo enviado desde el cielo, lo llevan a cabo no en su provecho, sino en el vuestro. Anuncio este que los mismos ángeles están deseando contemplar.


Cuando os anunciamos la venida gloriosa y plena de poder de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos como si se tratara de leyendas fantásticas, sino como testigos oculares de su grandiosidad.


pues son declamadores ampulosos y vacíos que seducen con la promesa de placeres carnales desenfrenados a quienes acaban de escapar de las garras del error.


Al cuarto día dijeron a la mujer de Sansón: —Consigue que tu marido nos descifre la adivinanza. De otro modo, tú y tu familia seréis pasto de las llamas. ¿O es que nos habéis invitado para robarnos?


Los jefes de los filisteos acudieron a Dalila y le dijeron: —Engáñalo y averigua de dónde le viene esa fuerza tan enorme, y cómo podríamos amarrarlo bien fuerte y de esta manera dominarlo. Te daremos cada uno de nosotros mil cien siclos de plata.


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite