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1 Corintios 12:9 - La Palabra (versión española)

9 El mismo y único Espíritu que otorga a uno el don de la fe, concede a otro el poder de curar enfermedades,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 A otro el mismo Espíritu le da gran fe y a alguien más ese único Espíritu le da el don de sanidad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 a otro, el don de la fe, por el Espíritu; a otro, el don de hacer curaciones, por el único Espíritu;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 a otro,° fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones° de sanidades, por el único° Espíritu;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 A éste se le da, en el mismo Espíritu, fe; y a aquél, en el único Espíritu, dones de curación.

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1 Corintios 12:9
21 Referans Kwoze  

Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad de su enfermedad a los leprosos, expulsad a los demonios. Pero hacedlo todo gratuitamente, puesto que gratis recibisteis el poder.


Jesús les contestó: —Os aseguro que, si tenéis fe y no dudáis, no solamente haréis esto de la higuera, sino que si decís a este monte que se quite de ahí y se arroje al mar, así ocurrirá.


podrán tener serpientes en sus manos; aunque beban veneno, no les hará daño; pondrán sus manos sobre los enfermos y los curarán.


También expulsaron muchos demonios y curaban a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.


Curad a los enfermos que haya en él y anunciad: «El reino de Dios está cerca de vosotros».


Los envió a anunciar el reino de Dios y a curar a los enfermos.


De cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y lo llenó de poder; de cómo Jesús pasó por todas partes haciendo el bien y curando a todos los que padecían oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.


Incluso sacaban a los enfermos a la calle y los ponían en lechos y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra tocara a alguno de ellos.


Es Dios quien ha asignado en la Iglesia un puesto a cada uno: en primer lugar están los apóstoles; en segundo lugar, los profetas; en tercer lugar, los encargados de enseñar; vienen después los que tienen el don de hacer milagros, de realizar curaciones, de asistir a los necesitados, de presidir la asamblea, de hablar un lenguaje misterioso.


¿Tienen todos el poder de sanar enfermedades? ¿Hablan todos un lenguaje misterioso o son capaces de interpretarlo?


¿De qué me sirve profetizar, penetrar todos los secretos y poseer la más profunda ciencia? ¿De qué me vale tener toda la fe que se precisa para mover montañas? Si me falta el amor, no soy nada.


Pero como tenemos aquel espíritu de fe del que dice la Escritura: Creí y por eso hablé, también nosotros creemos y, en consecuencia, hablamos,


En efecto, habéis sido salvados gratuitamente mediante la fe. Y eso no es algo que provenga de vosotros; es un don de Dios.


Todos ellos, por la fe, conquistaron reinos, gobernaron con justicia, vieron realizarse las promesas, cerraron bocas de leones,


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