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Tito 1:8 - Biblia Lenguaje Básico

8 Al contrario, deben hacer siempre lo bueno y recibir con gusto en su casa a quienes los visiten. Deben pensar bien las cosas antes de hacerlas y ser justos, santos y disciplinados en todo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

8 sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Al contrario, debe recibir huéspedes en su casa con agrado y amar lo que es bueno. Debe vivir sabiamente y ser justo. Tiene que llevar una vida de devoción y disciplina.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Al contrario, que reciba con facilidad en su casa, que sea amigo del bien, hombre de buen juicio, justo, piadoso, dueño de sí mismo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 sino hospitalario, amante de lo bueno, prudente, justo, santo, dueño de sí mismo;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 sino al contrario: hospitalario, amigo del bien, ponderado, justo, piadoso, dueño de sí mismo,

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Tito 1:8
17 Referans Kwoze  

Salomón dominaba todos los reinos que había entre el río Éufrates y el país de los filisteos, hasta la frontera con Egipto. Ejercía su dominio sobre todos los reyes que había al oeste del río Éufrates, desde Tifsaj hasta Gaza. Todos estos reyes pagaban impuestos a Salomón y estuvieron sometidos a él durante toda su vida. Ello hizo que Salomón viviera en paz con todos los países de alrededor. Para atender a las necesidades de Salomón y su corte se necesitaban cada día seis mil seiscientos kilos de harina fina, trece mil doscientos kilos de harina corriente, cien ovejas, diez toros de los más gordos y otros veinte alimentados con hierba, además de los correspondientes ciervos, gacelas, corzos y aves bien gordas.


Al rey y a sus invitados nunca les faltaba nada porque los doce gobernadores se ocupaban de llevarles todo lo necesario. Cada uno lo hacía en el mes que le correspondía.


Que sean otros los que adoren a las divinidades de esta tierra que antes me hacían feliz; yo no rendiré culto a esos dioses ni les presentaré ninguna ofrenda.


En ese tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que obedecía a Dios y era muy piadoso. Vivía esperando que Dios libertara al pueblo de Israel. El Espíritu Santo estaba con Simeón,


Pero cuando Pablo le habló de que tenía que ser justo, que tenía que dominar sus pasiones, y que un día Dios juzgaría a todos, Félix se asustó mucho y le dijo: —Vete ya; cuando tenga tiempo volveré a llamarte.


Vosotros, los creyentes, sois testigos y Dios lo es también de que nos hemos portado de manera honrada y correcta con vosotros.


Pero debe ser alguien a quien no se le pueda acusar de nada malo. Debe tener una sola esposa, controlar todos sus deseos, y pensar dos veces lo que va a hacer. Debe comportarse correctamente, recibir con gusto en su hogar a los visitantes, y saber enseñar.


No permitas que nadie te desprecie por ser joven. Al contrario, trata de ser un ejemplo para los demás cristianos. Que cuando todos oigan cómo hablas y vean cómo vives, imiten tu carácter amable, tu fe en Dios y tu manera limpia de actuar.


Pero tú, Timoteo, estás al servicio de Dios. Por eso, aléjate de todo lo malo y busca siempre la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y un buen carácter.


No te dejes vencer por las tentaciones propias de tu juventud. Procura actuar justamente; busca el amor y la paz, y únete a los que invocan a Dios con toda sinceridad.


Serán crueles y violentos, no podrán dominar sus malos deseos, se llenarán de odio, dirán mentiras acerca de los demás y odiarán todo lo que es bueno.


Tú mismo tienes que ser un buen ejemplo en todo. Enséñales a hacer el bien y, cuando lo hagas, hazlo con seriedad y honestidad.


El amor que nos tenemos demuestra que hemos pasado de la muerte a la vida. Pero si no os amáis unos a otros, es porque todavía estáis bajo el poder de la muerte.


Si creemos que Jesús es el Mesías, entonces somos hijos de Dios. Y recordemos que, si amamos al Padre, también debemos amar a los hijos de ese mismo Padre.


Saúl ya no dejó que David volviera a su casa, sino que lo mantuvo junto a él. Desde entonces Jonatán y David se hicieron muy amigos. Tanto lo quería Jonatán que, desde ese mismo día, le juró que serían amigos para siempre, pues lo amaba como a sí mismo.


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