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Sofonías 3:19 - Biblia Lenguaje Básico

19 Cuando llegue ese día aniquilaré a vuestros opresores, ayudaré a los indefensos y reuniré a los que están dispersos. Haré que vuestra fama se extienda y vuestro nombre sea honrado en todos los países donde fuisteis oprimidos.

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Biblia Reina Valera 1960

19 He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Sin embargo, trataré con severidad a quienes te oprimieron. Salvaré al débil y al indefenso; reuniré a los que fueron expulsados. Daré gloria y renombre a los que fueron desterrados dondequiera que hayan sido ridiculizados y avergonzados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Entonces eliminaré a todos tus opresores. Ese día salvaré a la oveja coja y llevaré al corral a la perdida, a ustedes les daré fama y honores en todos los países donde la humillación era su parte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 He aquí, en aquel tiempo convertiré en oprobio a todos tus opresores. Pero salvaré a la que cojea y recogeré la que fue expulsada, y los pondré como objeto de alabanza y renombre en todas las naciones donde fueron avergonzados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Porque aquel día me enfrentaré a todos tus opresores. Salvaré a la que está coja, recogeré a la descarriada, les daré gloria y renombre en todos los países donde fueron despreciados.

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Sofonías 3:19
38 Referans Kwoze  

Tú, ¡oh Dios!, les tienes preparado su castigo, pero ellos ni siquiera se dan cuenta. ¡Demuéstrales cuánto nos amas para que sientan vergüenza! ¡Destrúyelos con el fuego destinado a tus enemigos!


¡Qué mal te va a ir, Asiria, tú que aún no has sido saqueada, tú que aún no has sido destruida! Cuando acabes de saquear, también tú serás saqueada; cuando acabes de destruir, también tú serás destruida.


Los descendientes de tus enemigos vendrán y se humillarán ante ti; quienes antes te despreciaban se arrodillarán ante ti, Jerusalén, y te llamarán "Ciudad del Dios", "Ciudad del Santo de Israel".


Nunca más se oirá hablar de violencia contra ti, nadie asolará ni destruirá tu territorio; a tus murallas, Jerusalén, las llamarán "Salvación", y a tus puertas "Alabanza".


Habéis tenido que sufrir el doble de lo que merecíais, y os han llenado de vergüenza y de insultos; por eso recibiréis doble porción de riquezas y viviréis felices por siempre.


Recordádselo en todo momento hasta que reconstruya Jerusalén y la haga una ciudad famosa.


Sin embargo, los que te roben serán robados, los que te ataquen serán atacados, los que te destruyan serán destruidos. Castigaré a todos tus enemigos y los mandaré como esclavos a las naciones más lejanas.


En las calles volverán a oírse alabanzas y gritos de alegría. Yo os daré muchos hijos y volveréis a ser un pueblo numeroso; volverán a ser un pueblo respetado.


Yo os haré volver de Babilonia; os haré volver de todos los rincones del mundo, y os llevaré a vuestra tierra. Serán muchos los que vuelvan. Volverán los ciegos y los cojos, las que estén embarazadas, y las que llevan bebés en brazos.


La ciudad de Jerusalén será para mí motivo de alegría, de honor y de gloria ante todas las naciones de la tierra. Porque cuando vean todos los beneficios y toda la prosperidad que voy a concederle, quedarán asombradas y conmovidas.


Por eso te castigué. Por eso permití que perdieras parte de tu territorio. Por eso te dejé caer en manos de los filisteos, tus enemigos de siempre, ¡y hasta ellos se avergonzaron de tu mal comportamiento!


Pero ahora son las ciudades edomitas las que se burlan de ti, junto con las ciudades filisteas y todos los pueblos vecinos, pues ya todo el mundo conoce tu maldad.


Yo cuidaré de mi pueblo como cuida un buen pastor a sus ovejas. Mi pueblo anda perdido, pero yo lo buscaré. Se ha apartado del camino, pero yo lo haré volver. Anda herido, pero yo vendaré sus heridas. Está débil, pero yo le daré fuerzas. Y aun cuando esté gordo y fuerte, cuidaré de él.


Es verdad que permití que os llevaran presos y que os dispersaran entre las naciones, pero cuando yo os libere y vuelva a reuniros en vuestra tierra, sin que falte ninguno, reconoceréis que yo soy vuestro Dios. Entonces viviréis tranquilos, sin que nadie os asuste, y sentiréis vergüenza por las infidelidades cometidas contra mí. Todo esto lo haré en favor de mi pueblo y serán muchas las naciones que lo vean. De esta manera os mostraré mi grandeza.


Edom, enemiga mía, tú me preguntabas por mi Dios; pues vas a quedar avergonzada cuando veas lo que Dios hará por mí. Entonces me alegraré al verte pisoteada como el barro de las calles.


No tenéis nada que temer, porque Dios, el rey de Israel, no volverá a castigaros; ha expulsado a vuestros enemigos, y ha anulado la condena dictada contra vosotros.


Vuestro Dios hará de vosotros el país más famoso y poderoso de toda la tierra, para que seáis un pueblo consagrado a él, tal como os lo ha prometido.


Caminad por senderos llanos para que el pie que está cojo no se tuerza aún más y pueda sanar.


Ellos recorrerán todo el mundo y rodearán al pueblo de Dios y a su ciudad amada, pero bajará fuego del cielo y los quemará por completo.


Entonces Adoni Bécec dijo: —Dios ha hecho conmigo lo mismo que yo hice con setenta reyes: les corté los pulgares y los dedos gordos de los pies, obligándoles a recoger las sobras bajo mi mesa. Después, Adoni Bécec fue llevado a Jerusalén y allí murió.


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