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Sofonías 3:11 - Biblia Lenguaje Básico

11 Tú, Jerusalén, has sido muy rebelde; pero cuando llegue ese día ya no quedarás avergonzada, porque entonces expulsaré de ti a los que se creen muy importantes y no volverás a mostrar tu soberbia en mi monte santo.

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Biblia Reina Valera 1960

11 En aquel día no serás avergonzada por ninguna de tus obras con que te rebelaste contra mí; porque entonces quitaré de en medio de ti a los que se alegran en tu soberbia, y nunca más te ensoberbecerás en mi santo monte.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 En ese día ya no hará falta que sean avergonzados, porque dejarán de rebelarse contra mí. Quitaré al orgulloso y al arrogante de entre ustedes; no habrá más altivez en mi monte santo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Ese día ya no tendrás que avergonzarte de todas esas faltas que cometes contra mí, pues de en medio de ti yo arrancaré a aquellos que se jactan de su orgullo y tú no seguirás vanagloriándote de mi montaña santa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 En aquel día no serás avergonzada por todas tus acciones con que te rebelaste contra mí, porque entonces Yo habré quitado de en medio de ti a los que se gozan en tu soberbia, y no volverás a ensoberbecerte en mi santo monte.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Aquel día, ya no tendrás que avergonzarte de tantas rebeldías cometidas contra mí, porque yo quitaré de en medio de ti a tus vanidosos fanfarrones, y no volverás ya a engreírte por mi santo monte.

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Sofonías 3:11
29 Referans Kwoze  

Cántico de David para las peregrinaciones. Dios mío, yo no me creo más que nadie, ni miro a nadie con desprecio; no hago alardes de grandeza, ni pretendo hacer cosas que no podría llevar a cabo.


Voy a proponeros un refrán, y mientras toco el arpa os diré de qué se trata.


Tú, Dios mío, eres nuestro protector; ¡dispérsalos con tu poder! ¡Humíllalos, pero sin hacerles desaparecer, no sea que mi pueblo olvide lo que han hecho!


En mi monte santo de Jerusalén no habrá nadie que haga daño porque en aquel día todos conocerán a Dios, y ese conocimiento llenará todo el país, así como el agua llena el mar.


pues ya está cerca el día en que humillará a esos orgullosos.


Pero al pueblo de Israel lo salvarás para siempre y nunca más se llenará de vergüenza ni volverá a ser humillado.


El pueblo quedará humillado, y sus jefes agacharán la cabeza.


No tengas miedo, pues no te insultarán ni pasarás vergüenza. Olvida la vergüenza que sentiste al no tener hijos siendo joven, o la deshonra que sufriste al quedar viuda;


Habéis tenido que sufrir el doble de lo que merecíais, y os han llenado de vergüenza y de insultos; por eso recibiréis doble porción de riquezas y viviréis felices por siempre.


—Así como se ha podrido el cinturón, así también haré que se pudran el reino de Judá y su capital Jerusalén. Es gente muy terca, orgullosa y malvada; no quieren obedecerme, y para colmo adoran a otros dioses. ¡Pero quedarán como este cinturón, que no sirve para nada!


Delante de todas las naciones os mostraré que soy santo. Yo os sacaré de entre todos los pueblos y naciones donde ahora andáis dispersos. Os reuniré de nuevo en Israel, tierra que juré dar a vuestros antepasados, y me adoraréis en mi monte santo, que es el monte más excelso de Israel. Allí recibiré todas las ofrendas que queráis presentarme y seréis para mí tan agradables como el aroma del incienso. Entonces reconoceréis que yo soy el Dios de Israel y cumplo mi palabra.


Me ha encargado que os diga de su parte lo siguiente: Israelitas, vosotros os sentís muy orgullosos de mi Templo. Pero aunque lo admiráis y amáis apasionadamente, yo voy a permitir que sea destruido. Y voy a permitir también que mueran a espada los hijos e hijas que dejasteis en Jerusalén.


Mientras yo estaba orando por Jerusalén, y pidiendo perdón por mis pecados y los de mi pueblo,


Los sacerdotes, profetas y jueces enseñan, predican o juzgan solo a cambio de dinero. Y para colmo se atreven a decir: «No tenemos nada que temer; ¡Dios está con nosotros!».


Coré y su grupo se rebelaron contra Moisés y Aarón, y les dijeron: —¡Ya estamos hartos de que os creáis nuestros jefes! Dios está con todo el pueblo, y a todos nos ha elegido para servirle. ¿Por qué queréis hacerlo todo vosotros?


No penséis que os salvaréis solo por ser descendientes de Abrahán. Si Dios así lo quiere, hasta a estas piedras puede convertirlas en descendientes de Abrahán.


Algunos decís con orgullo que sois judíos. Os sentís muy seguros porque tenéis la ley de Moisés y estáis orgullosos de vuestro Dios.


En las Escrituras Dios dijo: Yo pongo en Jerusalén una roca contra la cual podéis tropezar y que os puede hacer caer. Pero Dios no defraudará a los que confíen en él.


Pues Dios dice en las Escrituras: «Yo coloco en Jerusalén, como piedra principal, una piedra valiosa y escogida. Quien ponga su fe en ella jamás será engañado».


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