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Sofonías 2:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Cuando nuestro Dios permita que vuelvan los sobrevivientes de Judá, del país adonde los llevaron presos, él mismo los llevará a vuestras costas para que alimenten allí a sus rebaños. En cuanto a esos supervivientes, pasarán la noche en las casas de Ascalón.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Será aquel lugar para el remanente de la casa de Judá; allí apacentarán; en las casas de Ascalón dormirán de noche; porque Jehová su Dios los visitará, y levantará su cautiverio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Allí pastoreará un remanente de la tribu de Judá. Por las noches descansarán en las casas abandonadas de Ascalón. Pues el Señor su Dios visitará a su pueblo con bondad y le devolverá su prosperidad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Esta región pertenecerá al resto de la tribu de Judá; allí llevarán a pastar sus rebaños y dormirán de noche en las casas de Ascalón. Pues Yavé, su Dios, se acordará de ellos y traerá de vuelta a sus cautivos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Y la costa° será para el remanente de la casa de Judá. Allí apacentarán, y al atardecer se recogerán en las casas de Ascalón, pues YHVH su Dios los visitará y los hará volver de su cautiverio.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 La costa será para el resto de la casa de Judá: allí pacerán sus ganados. En las casas de Ascalón descansarán por la tarde, porque Yahveh, su Dios, los visitará y cambiará su suerte.

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Sofonías 2:7
42 Referans Kwoze  

Algún tiempo después, José dijo a sus hermanos: —Ya me falta poco para morir. Pero podéis estar seguros de que Dios vendrá a ayudaros y os hará volver a la tierra que, bajo juramento, prometió darles a Abrahán, a Isaac y a Jacob. Tenéis que jurarme que cuando esto ocurra os llevaréis de aquí mis restos.


el jabalí la destroza con sus dientes y las fieras del campo la devoran.


Instrucciones para el director del coro. Salmo compuesto por la familia de Coré.


Los israelitas creyeron a Moisés y, cuando oyeron que Dios iba a ayudarlos, se inclinaron hasta el suelo y adoraron a Dios.


Entonces, Dios mostrará de nuevo su poder y hará que regrese su pueblo dispersado, los que aún queden en Asiria y en Egipto, en Patros, Etiopía y Elam, en Sinar, Jamat y las islas del mar.


Juntos atacarán a los filisteos que viven en la costa del Mediterráneo; juntos atacarán a los edomitas, moabitas y amonitas, que viven al otro lado del río Jordán.


Así como hubo un camino para Israel cuando salió de Egipto, habrá un camino de regreso para los que hayan quedado en Asiria.


Dios tendrá compasión de Israel que de nuevo será su pueblo elegido. Dios nos hará volver a nuestra tierra. Gente de muchas naciones vendrá a establecerse en nuestro país, y se unirá a nuestro pueblo.


Mi ciudad, antes llena de gente, quedará abandonada para siempre. También quedarán abandonados el palacio y las fortalezas. Allí vivirán contentos los asnos salvajes, y podrá pastar el ganado.


Sin embargo, yo mismo reuniré a lo que quede de mi pueblo, haré que vuelva a este país desde las naciones donde lo dispersé y haré que prospere y se convierta en una gran nación.


Vosotros vais a vivir unos setenta años en Babilonia. Cuando se cumpla ese tiempo, os prometo que os haré volver a Jerusalén.


Estaré con vosotros y pondré fin a vuestra condición de esclavos. Os reuniré de todas las naciones por donde os haya dispersado y os haré volver a Jerusalén. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Entonces los reinos de Israel y de Judá volverán a unirse y desde un país del norte volverán a la tierra que os di como herencia a vuestros antepasados.


Viene el día en que haré volver de la cautividad a Israel y a Judá. Los dos son mi pueblo, y los traeré a la tierra que di a vuestros antepasados. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


El Dios de Israel dice: ¡Cantad alegres, israelitas! ¡Cantad a la más importante entre todas las naciones! Y en vuestras alabanzas decid: «¡Tú, Dios nuestro, nos salvaste! ¡Salvaste a los pocos israelitas que aún quedábamos con vida!».


Sí, se volverán a comprar propiedades y se firmarán escrituras de compra que serán selladas delante de testigos. Esas compras las harán en el territorio de Benjamín y en los pueblos cercanos a Jerusalén, en las ciudades de Judá y en las ciudades de la región montañosa, y también en las ciudades de la llanura y en el desierto. Porque yo os aseguro que os haré volver de Babilonia.


Esto dice también el Dios todopoderoso: Este lugar está ahora arrasado, y no hay en él personas ni animales. Pero yo os aseguro que alrededor de las ciudades volverán a existir praderas donde los pastores apacienten las ovejas. Las apacentarán en la región montañosa, en todos los pueblos de Judá y de la llanura, en el desierto del sur, en el territorio de Benjamín y en los pueblos cercanos a Jerusalén.


Haré que vuelvan del país adonde fueron llevados prisioneros para que reconstruyan su ciudad y vuelvan a ser tan fuertes como antes.


Los que viven en la ciudad de Gaza se rapan avergonzados la cabeza; los que viven en la ciudad de Ascalón se quedan mudos de miedo. En cuanto a vosotros, resto de los anaquitas, ¿hasta cuándo os haréis heridas en el cuerpo en señal de duelo?


Pero ahora esto es lo que os digo yo que soy vuestro Dios: Voy a cambiar vuestra suerte, descendientes de Jacob, voy a tener compasión del pueblo de Israel y voy a procurar que todos honren mi nombre.


¡Pero los de Judá, no sois mejores y por eso recibiréis también vuestro castigo! Eso sucederá cuando yo cambie la suerte de mi pueblo.


Los israelitas del sur de Palestina se apoderarán de las montañas de Edom; los israelitas de la llanura ocuparán el territorio filisteo, el territorio de Efraín y el territorio de Samaría; los de la tribu de Benjamín ocuparán la región de Galaad.


Pero a los descendientes de Jacob que hayan quedado con vida los reuniré como a un rebaño en la pradera, como ovejas en su redil. Y aunque no sean muchos, parecerán una gran multitud.


Los de Israel que hayan quedado con vida no cometerán ninguna maldad; no mentirán ni engañarán a nadie, sino que se alimentarán y podrán descansar sin pasar ningún temor.


Entonces os haré volver y, cuando estéis reunidos, os llenaré de gloria y honor ante todos los pueblos de la tierra, haciendo que cambie vuestra suerte delante de vuestros propios ojos. Así lo afirmo yo, que soy Dios.


Cuando Zorobabel y Josué, el jefe de los sacerdotes, oyeron el mensaje que Dios les envió por encargo del profeta Ageo, tanto ellos como el resto del pueblo sintieron un gran temor ante Dios.


este mensaje para Zorobabel, gobernador de Judá, y para Josué, jefe de los sacerdotes, junto con el resto del pueblo:


¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel porque ha venido a liberar a su pueblo!


Al ver eso, la gente se llenó de temor y comenzó a alabar a Dios. Todos decían: —¡Hay un profeta entre nosotros! ¡Dios ha venido a salvarnos!


Un ángel del Señor se presentó ante Felipe y le dijo: —Ponte en marcha y dirígete al sur cruzando por el camino del desierto que va de la ciudad de Jerusalén a la ciudad de Gaza.


Felipe, entonces, fue a parar a la ciudad de Azoto y, partiendo de allí, iba anunciando la buena noticia por todos los pueblos por donde pasaba, hasta que llegó a Cesarea.


Lo mismo pasa ahora. Dios es bueno, y ha elegido por pura gracia a un pequeño grupo de judíos.


Un día, Noemí supo que Dios había bendecido al país de Israel, dándole abundantes cosechas.


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