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Rut 2:3 - Biblia Lenguaje Básico

3 Entonces Rut se fue a un campo de cebada y comenzó a recoger las espigas que dejaban los segadores. Sin saberlo, Rut se había ido a trabajar al campo de un familiar de Elimélec, el difunto marido de Noemí. Ese familiar se llamaba Boaz, y además era muy rico y muy importante en Belén.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Así que Rut salió a recoger espigas detrás de los cosechadores, y resultó que lo hizo en un campo que pertenecía a Booz, el pariente de su suegro, Elimelec.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Como ella se lo diera, Rut salió al campo y se puso a espigar detrás de los segadores. Dio la coincidencia de que el campo adonde ella había llegado pertenecía a Booz, pariente de Elimelec, que precisamente llegó ese día de Belén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Fue pues, y al llegar, espigó en el campo tras los segadores. Y ocurrió que aquella parte del campo era precisamente de Booz, el cual era de la familia de Elimelec.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Fue, pues, y se puso a espigar en un campo tras los segadores. Casualmente aquel campo era propiedad de Booz, de la familia de Elimélec.

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Rut 2:3
10 Referans Kwoze  

El soldado le respondió: —Yo estaba en el monte de Guilboa y vi cómo Saúl se lanzó sobre su espada. Saúl vio que se acercaban los filisteos con sus carros de guerra y su caballería,


Allí en Guilgal estaba Sebá, hijo de Bicrí, que era de la tribu de Benjamín. Como Sebá era un malvado, tocó la trompeta y dijo: —¡Israelitas, regresemos a nuestras casas! ¡No tenemos nada que ver con David, ni ganamos nada con seguirlo!


Dos pajarillos no cuestan casi nada. Sin embargo, ninguno de ellos muere sin que Dios, vuestro Padre, lo permita.


Por casualidad, por el mismo camino pasaba un sacerdote judío. Al ver a aquel hombre, el sacerdote se echó a un lado y siguió su camino.


A esas personas les llamamos la atención y, con la autoridad que el Señor Jesucristo nos da, les ordenamos que trabajen para ganarse la vida y que dejen de molestar a los demás.


Ocurrió que ese día Boaz salió de Belén para vigilar el trabajo en sus campos. Cuando llegó al campo, saludó a los segadores: —¡Que Dios os cuide a todos! Y ellos respondieron: —¡Que Dios te bendiga también a ti!


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