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Proverbios 8:36 - Biblia Lenguaje Básico

36 pero los que me ofenden ponen su vida en peligro; odiarme es amar la muerte».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; Todos los que me aborrecen aman la muerte.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 Pero el que no me encuentra se perjudica a sí mismo. Todos los que me odian aman la muerte».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 pero el que me ofende atenta contra su vida, todos los que me odian eligieron la muerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 Pero el que peca contra mí, defrauda su propia alma; Todos los que me aborrecen aman la Muerte.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 Mas quien peca contra mí, a sí mismo se daña; todos los que me odian, aman la muerte.

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Proverbios 8:36
20 Referans Kwoze  

A Dios no le perjudicas en nada si te pasas la vida pecando.


Por eso recibiréis vuestro merecido y sufriréis las consecuencias de vuestras propias decisiones; vuestra necedad acabará por destruiros y vuestra falta de atención os perderá.


Quien ama la corrección también ama el conocimiento; quien la aborrece es un necio.


Quien rechaza la corrección se hace daño a sí mismo; quien la acepta, sacará provecho.


Cuando el rey se enfurece es como un león que ruge; quien provoca su furor, pone en peligro su vida.


Las riquezas que amontona el mentiroso se desvanecen como el humo y se convierten en una trampa mortal.


Todos ellos son culpables; ¡en la cara se les ve! Nadie esconde sus pecados; ni siquiera los disimulan. Se están portando igual que los habitantes de Sodoma. Nada bueno les espera; se están ganando su propio castigo.


tal como Dios lo ha dicho. Si no lo hacéis, moriréis a causa de la guerra, el hambre o la enfermedad.


Apartaos de todas las maldades que habéis cometido contra mí. Volved a amarme de todo corazón y renovad vuestra vida. ¡No tenéis por qué morir, israelitas!


de mi parte que yo no quiero que muera el malvado. Lo que quiero es que abandone su mala conducta y siga viviendo. Cambiad, pues, israelitas, vuestra mala conducta y no tendréis que morir.


Entonces Pablo y Bernabé les contestaron con gran valentía: —Nuestra primera obligación era proclamar el mensaje de Dios a vosotros los judíos. Pero como lo rechazáis y no creéis merecer la vida eterna, ahora anunciaremos el mensaje a los que no son judíos.


pero Pablo le gritó: —¡No te mates! Todos estamos aquí.


Si alguien no ama al Señor Jesucristo, que la maldición de Dios caiga sobre él. Por mi parte, esto es lo que pido: «¡Ven, Señor nuestro!».


¡Imaginaos entonces el terrible castigo que recibirán los que desprecian al Hijo de Dios y los que dicen que su muerte no sirve para nada! Los que hacen eso insultan al Espíritu de Dios que los ama, y menosprecian la muerte de Cristo, es decir, el nuevo pacto por medio del cual han sido consagrados a Dios.


con más razón seremos castigados nosotros si no reconocemos el gran valor de la salvación que él nos ofrece. Porque el mismo Señor Jesús fue el primero en comunicar el mensaje de salvación y después los que oyeron ese mensaje nos demostraron que era verdad.


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