A la gente que vivía en la ciudad la sacó de allí y la condenó a trabajos forzados, obligándola a hacer ladrillos y otros trabajos en los que tenía que utilizar sierras, picos y hachas de hierro. Así lo había hecho con todas las ciudades amonitas que había conquistado. Después de eso, David y su ejército regresaron a Jerusalén.
¿Recuerdas lo que te dije acerca de Boaz, el dueño del campo donde has estado trabajando? Él es de la misma familia de mi marido. Escucha bien esto que te voy a decir: Esta noche él va a estar en su campo, separando el grano de la paja.