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Oseas 4:1 - Biblia Lenguaje Básico

1-2 Escuchad, israelitas, el mensaje de vuestro Dios: Yo tengo un pleito con vosotros, israelitas. Porque no sois sinceros ni amáis a vuestro prójimo. Todo el mundo mata y roba, miente y jura en falso, y no es fiel en su matrimonio. Por todos lados hay violencia y nadie conoce a Dios en el país.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Escucha la palabra del Señor, oh pueblo de Israel! El Señor ha presentado cargos en tu contra, diciendo: «No hay fidelidad, ni bondad ni conocimiento de Dios en tu tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Escuchen lo que dice Yavé, hijos de Israel. Yavé tiene un pleito pendiente con la gente de esta tierra, porque no encuentra en su país ni sinceridad, ni amor, ni conocimiento de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Oíd el oráculo de YHVH, oh hijos de Israel! Porque YHVH tiene una contienda con los habitantes del país, Por cuanto no hay fidelidad ni misericordia, Ni conocimiento de Dios en la tierra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Escuchad la palabra de Yahveh, hijos de Israel, porque Yahveh viene a querellarse contra los habitantes del país, porque no hay en ellos ni fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios.

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Oseas 4:1
44 Referans Kwoze  

Miqueas continuó: —Escucha esto que te digo de parte de Dios: Yo he visto a Dios sentado sobre su trono. Todos los ángeles del cielo estaban de pie junto a él, unos a su derecha y otros a la izquierda.


Israel, pueblo mío, escucha mis advertencias; ¡cómo quisiera que me escucharas!


Escuchadme bien vosotros que sois como los jefes de Sodoma, igual que los habitantes de Gomorra». Estad atentos a esto que Dios os dice:


Venid y discutamos el caso: aunque vuestros pecados os manchen como con tinta roja, yo os dejaré blancos como la nieve; aunque os ensucien de arriba abajo, yo os dejaré como lana blanca.


Hombres desvergonzados, que gobernáis en Jerusalén, esto es lo que dice Dios:


Pueblos y naciones de la tierra, acercaos y prestad atención:


Ese día Dios se vengará; será el año de su venganza en favor de Jerusalén.


Ahora, decidme habitantes de Jerusalén y de Judá, decidme quién tiene la culpa: ¿la tengo yo o la tiene mi viña?


Nadie se presenta ante el juez con honradez y buenas intenciones. Todos confían en lo que no vale nada y nadie dice la verdad; no hay más que maldad en su interior y todo lo que hacen es perverso.


No son gente de paz ni hay rectitud en sus acciones. Su conducta está torcida, y los que se comportan como ellos tampoco vivirán en paz.


Escuchad la palabra de Dios, vosotros que tenéis por ella un gran respeto: Algunos de vuestros compatriotas, que os aborrecen y rechazan porque sois mis servidores, dicen: "Que Dios muestre su poder, a ver si os ponéis contentos". Pues bien, ellos quedarán avergonzados».


Desde que los saqué de Egipto hasta el momento presente he estado advirtiendo a vuestros antepasados que me obedezcan.


Escuchadme, israelitas: Yo no traté mal a vuestros antepasados, sin embargo, ellos se alejaron de mí. Adoraron a ídolos inútiles y ellos mismos se volvieron inútiles.


Por eso os voy a llevar a juicio a vosotros y a vuestros descendientes. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Pero te prometo que no morirás en la batalla,


Mi pueblo —dice Dios— es insensato y no quiere conocerme; sus hijos son unos necios que no aciertan a comprenderme; son expertos para hacer el mal, pero incapaces de hacer el bien.


Todo el país estará de luto, y el cielo se cubrirá de tinieblas. Ya he tomado una decisión, y no voy a cambiarla; ya lo he resuelto, y no pienso dar marcha atrás.


Yo creía que se trataba de gente común, gente ignorante, incapaz de comprenderte y de entender lo que tú quieres que hagan.


Todos en Israel y en Judá son culpables delante de mí; pero yo nunca los he abandonado, yo que soy el Dios todopoderoso, el Dios Santo de Israel.


Todos desean lo que no es suyo, desde el más pequeño hasta el más grande. Ya no se puede confiar ni en el profeta ni en el sacerdote.


Diles que son una nación mentirosa que no ha querido obedecerme ni ha aceptado ser corregida.


«La muerte entró en nuestros palacios; se metió por nuestras ventanas, aniquiló a los niños que jugaban en la calle, a los jóvenes que se reunían en las plazas.


Nadie confía en nadie, ni siquiera en su propio hermano, porque nadie dice la verdad. Todos desconfían de todos, porque entre hermanos se engañan y hasta entre amigos se mienten. ¡Están acostumbrados a mentir, y no se cansan de pecar! Es un pueblo que se niega a reconocerme como su Dios. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Solo saben decir mentiras; ¡su lengua hiere más que una flecha! Parecen desear felicidad a su prójimo, pero lo que en verdad quieren es tenderle una trampa.


Por lo tanto, ciudad infiel, presta atención a lo que voy a decirte: Como no te dio vergüenza adorar descaradamente a los ídolos de otras naciones, y como les ofreciste la sangre de tus hijos,


Los de Israel son cada vez más mentirosos y violentos. Hacen pactos con Asiria, y envían regalos a Egipto; se alimentan del aire y corren todo el día tras el viento.


Dios ha iniciado un juicio contra el pueblo de Israel; va a castigarlo por su mala conducta, a pedirle cuenta por sus acciones.


¡Escuchadme, sacerdotes! ¡Atiéndeme, pueblo de Israel! ¡Presta atención, casa del rey! Yo os voy a juzgar y a castigar porque habéis engañado a mi pueblo. Habéis hecho a Israel aún más rebelde y le habéis obligado a adorar a otros dioses en los santuarios de Mispá y del Tabor.


porque adoráis a otros dioses! No me reconocéis como vuestro Dios ni os arrepentís de vuestra maldad.


¡Poned mucha atención autoridades del pueblo y todos los que vivís en este país! Cuatro plagas de saltamontes han venido sobre nuestra tierra y han acabado con nuestras siembras. ¿Cuándo habéis visto algo parecido? Ni siquiera vuestros antepasados vieron en su vida algo parecido. Contádselo a vuestros hijos para que ellos, a su vez, se lo cuenten a sus nietos, bisnietos y tataranietos.


Escuchad, israelitas, esta palabra que Dios pronuncia contra vosotros, contra todo el pueblo al que Dios hizo salir de Egipto: De todos los pueblos de la tierra, solo a vosotros os elegí, solo a vosotros os saqué de Egipto. Por eso voy a haceros pagar toda la maldad que habéis cometido.


Tú dices que yo no debo profetizar contra los israelitas, porque son descendientes de Isaac. Pues escucha lo que Dios me manda que te diga: «En esta misma ciudad, tu mujer se hará prostituta, y tus hijos y tus hijas morirán atravesados por la espada. Otros se quedarán con tus tierras, tú morirás lejos de tu patria, y los israelitas serán llevados cautivos a un país muy lejano».


En realidad, vosotros no le conocéis. Yo sí le conozco. Le conozco, y cumplo sus mandatos. Si dijera lo contrario, sería un mentiroso como vosotros.


Como no han querido tener en cuenta a Dios, Dios los ha dejado hacer todo lo malo que su mente pervertida los lleva a hacer.


Pensad bien lo que hacéis y no sigáis pecando e ignorando a Dios. Os lo digo para que sintáis vergüenza de ello.


Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo que el Espíritu de Dios dice a las iglesias. Los que salgan vencedores jamás serán separados de Dios.


Si alguien tiene oídos, que ponga atención a lo que el Espíritu de Dios dice a las iglesias.


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