4 Lo mismo sucederá con los israelitas: durante mucho tiempo no tendrán rey ni príncipe; tampoco podrán presentar ofrendas a Dios, ni tendrán signos sagrados ni sacerdotes ni ídolos familiares.
4 Porque también por muchos días los hijos de Israel quedarán sin rey, sin jefe, sin sacrificios, sin piedras sagradas, sin consultas a Yavé y sin ídolos para proteger la casa.
Pero Raquel había puesto los ídolos bajo la montura del camello y se había sentado encima; por eso dijo a su padre: —No te enfades si no me levanto, pero es que estoy con mi menstruación. Y así, aunque Labán buscó y rebuscó por toda la tienda, no pudo encontrar sus ídolos. Al verlo buscar por todos lados,
Además Josías eliminó a todos los brujos y adivinos, y destruyó todos los ídolos, incluso los ídolos familiares. Todos los objetos aborrecibles que había en Jerusalén y en Judá para dar culto a los dioses falsos, fueron destruidos. Así cumplió Josías lo que se mandaba en el libro que el sacerdote Jilquías había encontrado en el Templo.
El traje constará de una túnica, un pectoral, un manto, un turbante y un cinturón. Estas prendas se harán para que Aarón y sus hijos me sirvan como sacerdotes.
¡Adiós, maestros de la Ley! Tampoco quedan profetas que reciban visiones de parte de Dios. El rey y sus príncipes viven entre paganos. La ciudad quedó desprotegida, pues Dios derribó sus puertas.
De sus sarmientos brota fuego, y ese fuego consume sus frutos. ¡Ya no tiene sarmientos fuertes para hacer cetros de reyes! Este es un lamento, y como un lamento ha de cantarse.
Sus soldados no respetarán el Templo ni la ciudad amurallada. Eliminarán el sacrificio que se ofrece todos los días y colocarán en el Templo un ídolo odioso.
A partir del momento en que se suprima el sacrificio diario y sea colocado en el Templo de Dios el ídolo odioso, pasarán mil doscientos noventa días. Felices los que esperen todo ese tiempo confiando en Dios.
Durante una semana más, ese rey malvado hará un pacto con gran número de gente; pero a la mitad de la semana prohibirá que se hagan ofrendas, y en el altar de los sacrificios se ofenderá gravemente a Dios. Después de todo esto, Dios destruirá al malvado que lo ofendió.
Luego le puso a Aarón el manto sacerdotal y se lo ajustó con el cinturón. También le puso la túnica, y sobre ella el pectoral que ajustó a la túnica con la cinta de la túnica.
Pero los ídolos son engañosos; los adivinos solo dicen mentiras. Engañan a la gente con sus sueños y escucharlos no da ningún consuelo. ¡Por eso el pueblo anda perdido, como un rebaño sin pastor!
Ese día borraré de la tierra los nombres de los ídolos, y nunca más serán recordados. Acabaré también con sus profetas, que hablaban guiados por malos espíritus.
A unos los matarán con espada y a otros los llevarán prisioneros a otros países. La ciudad de Jerusalén será conquistada y humillada por gente de otro país, hasta que llegue el momento en que también esa gente será destruida.
Pero la gente gritó: —¡Quítalo de en medio! ¡Crucifícalo! Pilato les preguntó: —¿De verdad queréis que mate a vuestro rey? A lo que respondieron los jefes de los sacerdotes: —¡Nosotros no tenemos más rey que el emperador de Roma!
Este había hecho de su casa una especie de santuario donde tenía otras imágenes y una túnica sacerdotal, y había nombrado sacerdote a uno de sus hijos.
Los cinco hombres que habían explorado el territorio de Lais les dijeron a sus compañeros: —¿Sabéis que en una de esas casas hay una imagen de madera recubierta de plata, además de otras imágenes y una túnica sacerdotal? ¿Qué podríamos hacer?
Con todo ese oro, Gedeón hizo una estatua y la colocó en Ofrá, su ciudad. Todos los israelitas iban a adorar a esa estatua siendo así infieles a Dios. Para Gedeón y su familia esto se convirtió en una trampa.
Rebelarse contra Dios es tan malo como consultar a brujos y adivinos. No está bien adorar a dioses falsos, ni tampoco desobedecer a Dios. Como tú has rechazado a Dios, él también te rechaza como rey.
Cuando informaron a Saúl que David estaba en Queilá, pensó: «Dios me está ayudando a atrapar a David. Se ha metido en una ciudad que se cierra con puertas y cerrojos y no va a poder escapar». Enseguida Saúl reunió a todo su ejército, y se puso en marcha hacia Queilá para capturar a David y a su gente. Mientras, Abiatar, el hijo del sacerdote Ajimélec, que se había refugiado junto a David, vino a Queilá trayendo consigo su pectoral.
y dijo al sacerdote Abiatar, el hijo de Ajimélec: —Tráeme tu pectoral. Voy a consultar a Dios qué es lo que debo hacer. Cuando Abiatar le llevó a David el pectoral,