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Oseas 2:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Y es que Israel, su madre, me ha sido infiel, ha perdido toda su honra y anda diciendo por ahí: «Iré en busca de mis amantes, pues ellos me proporcionan pan y agua, me dan lana y lino, vino y aceite».

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Cuando corra tras sus amantes, no podrá alcanzarlos. Los buscará, pero no los encontrará. Entonces pensará: “Mejor me sería volver a mi esposo porque con él estaba mejor que ahora”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Sí, puesto que su madre se ha entregado y ha perdido su decencia. Ella decía: 'Déjenme partir con mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Perseguirá a sus amantes y no los alcanzará, Los buscará y no los encontrará;° Y dirá: ¡Volveré con mi primer marido, Porque entonces me iba mejor que ahora!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Porque su madre se prostituyó, se deshonró la que los concibió. Ella decía: 'Me iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino mi aceite y mis bebidas'.

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Oseas 2:7
41 Referans Kwoze  

Llegó al extremo de ofrecer sacrificios a los dioses falsos de Damasco, que habían ocasionado su derrota, pues pensaba que si esos dioses habían ayudado a los reyes de Siria, también lo ayudarían a él si los adoraba, pero eso provocó su ruina y la de todo el reino de Israel.


Dios mío, tú has sido bueno conmigo; ya puedo dormir tranquilo.


«Preferimos escapar a caballo, huir en carros veloces». Pues bien, huid, si lo preferís, a caballo o montad en carros veloces, que vuestros perseguidores serán más veloces que vosotros!


¿Hay algún ídolo entre los paganos que pueda hacer llover? ¿Acaso envía agua el cielo por sí solo? Únicamente tú, Dios nuestro, puedes hacerlo y por eso confiamos en ti.


—Jeremías, ve y diles de mi parte a todos los habitantes de Jerusalén: Yo recuerdo, pueblo de Israel, que en tus primeros años me amabas solo a mí. Parecías una novia enamorada y me seguiste por el desierto, por tierras donde nada crece. Tú eras solo mío; ¡fuiste mi primer amor! Si alguien te hacía algún daño, sufría las consecuencias. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


¿Y dónde están ahora esos dioses que vosotros mismos os fabricasteis? ¡Que vengan ellos a salvaros cuando os encontréis en peligro! Pues tus dioses, Judá, son tantos como tus ciudades.


¡Con que facilidad cambias de aliados! Pues Egipto te decepcionará como antes te decepcionó Asiria.


Supongamos que un hombre se divorcia, y que luego la que era su mujer se casa con otro hombre; ¿tú crees que el primer marido volvería a casarse con esa mujer? ¡Claro que no, pues sería como una tierra deshonrada! Entonces, ¿cómo es que quieres volver conmigo habiendo adorado a tantos dioses? Soy yo, Dios, quien lo asegura.


He oído cómo los israelitas se quejaban amargamente y me decían con dolor: «Dios de Israel, ¡tú eres nuestro Dios! Éramos como un toro salvaje, pero tú conseguiste domarnos y nosotros nos dejamos domar. ¡Haz que nos convirtamos a ti!


En el pasado, tomé de la mano a vuestros antepasados y los saqué de Egipto, y luego hice un pacto con ellos. Pero no lo cumplieron, a pesar de que yo era su Dios. Por eso, mi nuevo pacto con el pueblo de Israel será este: «Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Soy yo, Dios, quien lo asegura».


sino que vamos a seguir haciendo lo que hemos decidido, tal como lo hicieron nuestros antepasados, nuestros reyes y nuestros dignatarios en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén. Seguiremos adorando a nuestra diosa, la Reina del Cielo, y le ofreceremos incienso y vino. En realidad, cuando lo hacíamos, teníamos comida en abundancia y no nos faltaba nada ni nos pasaba nada malo.


las vistió con finos vestidos y les rindió culto. Los ricos ungüentos y perfumes, y hasta los mejores alimentos que le di, los usó para adorar falsos dioses. Os aseguro que así fue.


Tiempo después volví a pasar y vi que la ciudad ya había crecido bastante. Era como una jovencita convertida en mujer lista para casarse. La puse entonces bajo mi cuidado y me comprometí a amarla para siempre, como si ella fuera mi mujer y yo su marido. La bañé, la limpié y la perfumé. Os aseguro que así fue.


Queréis ser como las demás naciones de la tierra, que adoran a ídolos hechos de piedra o de madera.


Pero yo soy tu Dios y te advierto que haré que tus amantes, de los que te has hastiado, se vuelvan tus enemigos y vengan contra ti de todas partes.


El árbol grande y poderoso que viste en tu sueño eres tú mismo. Te has hecho tan poderoso que tu grandeza ha llegado hasta el cielo. Y así como el árbol tenía ramas verdes que servían de refugio a los animales del campo y anidaban los pájaros del cielo, y todos comían de su fruta, así también tu poder, oh rey, se ha extendido por toda la tierra y tu grandeza ha crecido hasta llegar a lo alto del cielo.


Lo que Daniel le dijo al rey Nabucodonosor se hizo realidad.


Ante ti, nada podemos hacer los que vivimos en la tierra. Tú haces lo que quieres con los ejércitos del cielo y con los habitantes del mundo. Nadie puede oponerse a ti, ni pedirte cuentas por lo que haces.


y ya no pudo seguir viviendo entre la gente; se comportaba como un animal, vivía entre asnos salvajes, comía hierba como los toros, y se empapaba con el rocío del cielo. Así vivió hasta que reconoció que solo el Dios altísimo reina sobre todas las naciones, y que solo él decide quién puede ser rey.


Lo primero que Dios le dijo a Oseas fue lo siguiente: Vete, cásate con una prostituta y ten hijos con ella, porque los israelitas me han abandonado y se han comportado conmigo como las prostitutas.


Castigaré a Samaría, porque su gente se rebeló contra mí. Sus habitantes morirán en la batalla, a sus niños los estrellarán contra el suelo y destrozarán el vientre de las embarazadas.


A pesar de todo eso, llevaré a Israel al desierto, y allí, con mucho cariño, haré que se vuelva a enamorar de mí.


Tanto Israel como Judá se han dado cuenta de su mal. Por eso Israel ha acudido a Asiria enviando mensajeros a su rey; pero este no podrá ayudarlos ni remediar su mal.


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