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Oseas 2:5 - Biblia Lenguaje Básico

5 Si no lo hace, la desnudaré y la dejaré tal como vino al mundo. La convertiré en estéril, será como un desierto en el que morirá de sed.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Su madre es una prostituta descarada y quedó embarazada de una manera vergonzosa. Dijo: “Iré tras otros amantes y me venderé a cambio de comida y agua, a cambio de ropa de lana y lino, también a cambio de aceite de oliva y bebidas”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Porque si no, la desvestiré y la dejaré desnuda, y sin nada, como cuando nació; será entonces igual que un desierto, como tierra sin agua, y morirá de sed.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Sí, su madre se ha prostituido; la que los dio a luz se deshonró, Pues se dijo: Iré en pos de mis amantes, Los cuales me dan mi pan y mi agua, Mi lana y mi lino, mi aceite y mi vino.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 si no, la despojaré y la desnudaré, la dejaré como el día en que nació, la convertiré en desierto, la reduciré a tierra árida, y la mataré de sed;

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Oseas 2:5
33 Referans Kwoze  

Los habitantes de Jerusalén eran fieles, honestos y justos, pero ahora son unos asesinos.


Esto es lo que Dios dice: «¿Existe, israelitas, un documento en el que diga que yo os he rechazado? Si os abandoné y os vendí como esclavos, no fue para pagar ninguna deuda; lo hice a causa de vuestros pecados.


Porque tú, Judá, tienes tantos dioses como ciudades, y tantos altares como calles tiene Jerusalén; en esos altares quemaste incienso a Baal, lo cual es una vergüenza.


Cuando esto os pase, no os sorprendáis; si os desnudan y os violan, será por vuestros muchos pecados.


Hace tiempo que rompisteis los lazos que nos unían, diciendo: «No seguiremos siendo esclavos». Y en lo alto de las colinas y bajo todo árbol frondoso, disteis culto a otros dioses.


¡Cambiad de conducta, habitantes de Jerusalén! De lo contrario, os abandonaré y convertiré vuestro país en un desierto.


Por lo tanto, ciudad infiel, presta atención a lo que voy a decirte: Como no te dio vergüenza adorar descaradamente a los ídolos de otras naciones, y como les ofreciste la sangre de tus hijos,


y serán esas naciones amigas tuyas las que cumplan la sentencia. Ellas derribarán todos los altares que hiciste para adorar a sus ídolos. Te quitarán tus joyas, te arrancarán tus riquezas y te dejarán en la pobreza.


Cuando la fundaron, fue como una niña abandonada al nacer. Nadie se interesó por ella, ni la cuidó ni le cortó el cordón umbilical. Nadie la bañó, ni la frotó con sal, ni la envolvió en pañales, sino que la abandonaron como si fuera basura.


Lo primero que Dios le dijo a Oseas fue lo siguiente: Vete, cásate con una prostituta y ten hijos con ella, porque los israelitas me han abandonado y se han comportado conmigo como las prostitutas.


Ese día será grandioso, pues la gente de Judá y de Israel volverá a Jerusalén de todas partes; se reunirán de nuevo en una nación y tendrán un solo rey.


Pues bien, voy a cerrar su sendero con una cerca de espinos y a ponerle delante una valla para que no encuentre el camino.


Dios volvió a decirme: Oseas, aunque tu esposa te es infiel y se ha dejado amar por otro, ámala, sin embargo, como esposa, como yo amo a los israelitas aunque también me son infieles, pues adoran a dioses falsos y comen de las ofrendas que presentan.


De día y de noche pecan, tanto sacerdotes como profetas; ¡por eso destruiré a su descendencia!


Mi pueblo anda solitario como asno salvaje en el desierto. Han pedido ayuda a los asirios,


Grande fue mi alegría cuando te hallé por primera vez. Fue como hallar uvas en el desierto; fue como cortar los primeros frutos. Pero al llegar a Baal Peor tus antepasados se hicieron odiosos por adorar a dioses falsos, a esos ídolos que tanto amaban.


Cuando llegue ese día, aun las muchachas más sanas y los jóvenes más fuertes se desmayarán de sed.


Los jefes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón. Celebraban así su triunfo y cantaban esta canción: «Nuestro dios nos ha dado la victoria; hemos vencido a Sansón, nuestro enemigo».


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