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Oseas 11:9 - Biblia Lenguaje Básico

9 No volveré a enfurecerme con vosotros, no volveré a destruir a Israel, pues no soy un simple hombre; soy el Dios santo que vive en medio de ti y no quiero destruirte.

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Biblia Reina Valera 1960

9 No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 No, no desataré mi ira feroz. No destruiré por completo a Israel, ya que no soy un simple mortal, soy Dios. Yo soy el Santo que vive entre ustedes y no vendré a destruir.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 No puedo dejarme llevar por mi indignación y destruir a Efraím, pues soy Dios y no hombre. Yo soy el Santo que está en medio de ti, y no me gusta destruir.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 No ejecutaré el ardor de mi ira, no me volveré para destruir a Efraín, Por cuanto Yo soy ’El, y no hombre; El Santo en medio de ti, no vendré con furor.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 No daré curso al ardor de mi ira, no volveré a destruir a Efraín, porque yo soy Dios, y no un hombre; yo soy el Santo en medio de ti, por eso no vendré para destruir.

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Oseas 11:9
30 Referans Kwoze  

Amasá no se dio cuenta de que en la otra mano Joab llevaba una espada que le clavó en el vientre y se le salieron los intestinos. No hizo falta que Joab lo rematara, pues Amasá murió al instante. Uno de los soldados de Joab se paró junto a Amasá y dijo: —Los que estén a favor de David y de Joab, ¡sigan a Joab! Pero todos los que pasaban se detenían a ver a Amasá, pues estaba tirado en la mitad del camino y bañado en su propia sangre. Entonces el soldado retiró a Amasá del camino y lo cubrió con un manto. Así ya nadie se detenía a mirarlo, y todos se fueron tras Joab y su hermano Abisay para perseguir a Sebá.


Un río alegra a los que viven en la ciudad de Dios; sus arroyos llenan de alegría el Templo del Dios altísimo.


Pero Dios, que es compasivo, perdonó su maldad y no los destruyó. Más de una vez refrenó su ira,


has reprimido tu cólera y se ha calmado el ardor de tu ira.


Demos gritos de alegría, habitantes de Jerusalén, porque en medio de nosotros está el Dios único y perfecto, con toda su grandeza».


¡Qué mal les va a ir a los que buscan ayuda en Egipto confiando en sus muchos caballos y en sus carros de guerra, pero no acuden para nada a Dios ni confían en el Santo de Israel!


Vosotros, israelitas, sois un pueblo débil y pequeño; pero no tengáis miedo, porque yo soy vuestro Dios, el Santo de Israel que os auxilia y os libera.


luego los lanzaréis al viento y la tormenta se los llevará. Vosotros, por el contrario, os alegraréis y haréis fiesta porque yo soy vuestro Dios, el Dios Santo de Israel.


Yo he tenido paciencia con vosotros; por respeto a mí mismo, renuncié a destruiros.


Rechazáis la enseñanza del Dios Santo de Israel; despreciáis los mandamientos del Dios único y perfecto. Por eso, así como el fuego quema la paja, así también vosotros desapareceréis: seréis como plantas que se pudren de raíz y sus flores se convierten en polvo.


Si te hacen caso y dejan de hacer lo malo, entonces ya no los castigaré como había pensado hacerlo.


Yo estoy contigo para salvarte: destruiré a todas las naciones por las que te he dispersado. Pero a ti no te destruiré, aunque sí te daré el castigo que mereces. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Los de Israel me mienten todo el tiempo, siempre me están engañando; en cambio, los de Judá siguen siendo fieles al Dios santo.


Asiria no puede salvarnos, ni nosotros podremos escapar a caballo: así que no volveremos a adorar a dioses que hemos fabricado. Solo en ti, Dios nuestro, encuentra el huérfano ternura».


Oídme, israelitas: Si no habéis sido destruidos es porque yo soy el Dios todopoderoso y mi amor no cambia.


¡Dios no es como nosotros! No dice mentira alguna ni cambia de parecer. Dios cumple lo que promete.


Luego amontonarás en la plaza central todo el botín recogido y prenderás fuego a la ciudad con todo el botín en homenaje a vuestro Dios. Jamás volverá a ser reconstruida, sino que quedará convertida en un montón de ruinas para siempre.


Abisay dijo a David: —Dios te da hoy la oportunidad de matar a tu enemigo. Déjame que lo clave en tierra con su propia lanza. Un solo golpe bastará.


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