Cuando nuestros antepasados salieron de Egipto, tú no les permitiste entrar al territorio de Amón, Moab y Seír, sino que les mandaste que fueran por otro camino, evitando así que nuestros antepasados destruyeran a esos pueblos. Pero ahora los ejércitos de esa gente nos están atacando, y nos quieren echar del territorio que tú nos diste.
Pero el rey Sejón, en lugar de darles permiso para cruzar su país, reunió a su ejército y atacó a los israelitas en el desierto, cerca del pueblo llamado Jasá.
Desde el monte Hor los israelitas se fueron hacia el mar de los Juncos, pero evitaron pasar por el territorio de Edom. En el camino, la gente se desesperó
que nos dejara pasar por su territorio. Pasaríamos solamente por el camino principal y cruzaríamos el río Jordán, hasta llegar al territorio que nuestro Dios nos iba a dar. Le ofrecí pagarle por los alimentos y el agua que tomáramos, y le hice saber que los descendientes de Esaú que viven en Seír y los moabitas de Ar nos habían permitido pasar por su territorio.
Luego enviamos mensajeros al rey de Edom pidiéndole permiso para pasar por su territorio, pero él no nos dejó pasar. También enviamos mensajeros al rey de los moabitas, y él tampoco nos dio permiso; así que nos quedamos en Cadés.
Después seguimos por el desierto, rodeando el territorio de Edom y de los moabitas. Cuando llegamos al este del territorio moabita, acampamos allí, al otro lado del río Arnón; y como este río hace de frontera, no entramos en territorio moabita.