11 A ti y a tus descendientes, hombres y mujeres, les corresponden también todas las ofrendas que los israelitas me presentan mediante el rito del balanceo. Podrá comer de ellas cualquier persona de tu familia que se encuentre en estado de pureza. Esto es algo que te concedo a ti, a tus hijos y a tus hijas de manera permanente.
11 Esto también será tuyo: la ofrenda elevada de sus dones, y todas las ofrendas mecidas de los hijos de Israel, he dado a ti y a tus hijos y a tus hijas contigo, por estatuto perpetuo; todo limpio en tu casa comerá de ellas.
11 »También te pertenecen todas las ofrendas sagradas y las ofrendas especiales que los israelitas me presenten al levantarlas ante el altar. Yo te las he dado a ti y a tus hijos e hijas como tu porción perpetua. Todo miembro de tu familia que esté ceremonialmente puro podrá comer de estas ofrendas.
11 Tuyo será también lo que se reserva de las ofrendas de los israelitas, de cualquier ofrenda mecida; te lo doy a ti, a tus hijos y a tus hijas como ley perpetua. Cualquiera que esté puro en tu casa, lo podrá comer.
11 Esto también será tuyo: la primera porción° de su ofrenda alzada, y toda ofrenda mecida de los hijos de Israel. Te la doy a ti, a tus hijos y a tus hijas contigo, por estatuto perpetuo. Todo el que esté limpio en tu casa podrá comer de ella.
11 También será tuya la parte reservada de sus ofrendas, de todas las cosas ofrecidas por los israelitas con rito de balanceo. Te lo entrego a ti, y contigo a tus hijos e hijas, por ley perpetua. Todo el que de tu casa esté puro, podrá comerlo.
Además, cuando el pueblo presente ofrendas para pedirle a Dios salud y bienestar, tú, tus hijos y tus hijas podréis quedaros con el pecho y la pierna del animal, pues esto es lo que os corresponde. Deberéis comerlos en un lugar que no esté contaminado, pero antes de eso realizaréis la ceremonia de ofrecimiento ante el altar de Dios, y quemaréis la grasa del animal. Esta es una orden de Dios que no cambiará jamás.
Dios dijo a Aarón: —Cuando los israelitas cometan algún pecado contra el santuario, tú y tus descendientes, y los demás descendientes de Leví, seréis los responsables de ello. Y seréis también los responsables de los pecados cometidos de vuestro servicio como sacerdotes.
Todas las ofrendas y sacrificios que los israelitas me ofrezcan serán para vosotros y vuestros descendientes, hombres y mujeres, para siempre. Es un pacto irrompible que sello con vosotros y con todos vuestros descendientes.
Dijo también Dios a Aarón: —Tu trabajo como sacerdote consiste en presentarme las ofrendas de los israelitas. Dejo a tu cargo todas esas ofrendas, a ti y a tus descendientes, es un privilegio que te corresponde a ti y a tus hijos para siempre por el hecho de ser sacerdotes.
Los sacerdotes podrán comer la carne de los toros y los corderos que se ofrezcan a Dios, pero de ellos solo podrán comer la espaldilla, la quijada y una parte del estómago.