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Números 11:16 - Biblia Lenguaje Básico

16 Dios respondió a Moisés: —Escoge de entre el pueblo a setenta hombres de los más importantes de Israel, que tú sepas que son muy respetados. Llévalos a la Tienda del encuentro, y que esperen allí.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Entonces el Señor le dijo a Moisés: —Reúne delante de mí a setenta hombres que sean reconocidos como ancianos y jefes de Israel. Llévalos al tabernáculo para que permanezcan junto a ti.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Yavé le respondió a Moisés: 'Júntame setenta ancianos de Israel, hombres de los que sabes que son ancianos y escribas de su pueblo, y llévalos a la Tienda de las Citas. Que se paren a tu lado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Y YHVH dijo a Moisés: Reúneme a setenta varones de los ancianos de Israel, que tú conozcas como ancianos del pueblo, y a sus oficiales, y llévalos a la entrada de la Tienda de Reunión, y que permanezcan allí contigo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Dijo Yahveh a Moisés: 'Reúneme a setenta hombres de los ancianos de Israel, de los que tú sabes que son los ancianos y dirigentes del pueblo, llévalos a la tienda del encuentro y que estén allí contigo.

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Números 11:16
14 Referans Kwoze  

Contando a Jacob y a José, y a los dos hijos de José que habían nacido en Egipto, la familia de Jacob en Egipto fue de setenta personas en total.


Eligió a hombres capacitados y les dio autoridad para atender los problemas del pueblo. A unos les dio autoridad sobre grupos de mil personas, a otros sobre grupos de cien, a otros sobre cincuenta y a otros sobre diez.


Dios dijo a Moisés: —Quiero que subas al monte, para hablar conmigo. Podrán acompañarte Aarón, Nadab, Abihú y setenta jefes israelitas. Pero no quiero que ninguno de ellos se acerque adonde yo estoy. Solo tú podrás acercarte a mí. Cuando lleguéis, quiero que os pongáis de rodillas a cierta distancia. Aparte de ellos, nadie más del pueblo debe subir.


Moisés subió al monte con Aarón, Nadab, Abihú y los setenta jefes israelitas.


Después los dos fueron y reunieron a los jefes de Israel.


Dios me dijo: —Jeremías, compra en la casa del alfarero una vasija de barro, y ve al valle de Ben Hinón, que está a la entrada de la puerta oriental. Haz que te acompañen algunos jefes del pueblo y los sacerdotes más importantes. Cuando llegues allí, diles a los reyes de Judá y a los habitantes de Jerusalén que presten atención a mis palabras. Este es el mensaje que les darás de mi parte: «Vosotros sois mi pueblo, pero me habéis abandonado. Para colmo, me habéis ofendido al adorar en este valle a otros dioses. Esos dioses nunca se preocuparon por vosotros ni por vuestros antepasados, ni por los reyes de Judá. Por eso yo, el todopoderoso Dios de Israel, voy a enviaros un desastre tan terrible, que quienes lo sepan temblarán de miedo. En este mismo valle vosotros habéis dado muerte a mucha gente inocente.


Pude ver también que los setenta jefes de los israelitas estaban adorando a esos ídolos. Entre los jefes estaba Jazanías, hijo de Safán. El olor a incienso era muy fuerte, pues cada uno de los jefes tenía un incensario en la mano.


Moisés fue a comunicarle al pueblo lo que Dios le había dicho. Luego reunió a los setenta hombres respetables y les mandó ponerse alrededor de la Tienda.


Entonces Moisés, junto con los jefes del pueblo, fue adonde estaban Datán y Abirán y dijo a todo el pueblo:


Después, Jesús eligió a setenta y dos discípulos, y los envió en grupos de dos en dos a los pueblos y lugares por donde él iba a pasar.


Los setenta y dos discípulos que Jesús había enviado regresaron muy contentos y dijeron: —¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando los reprendemos en tu nombre!


Por eso elegí a los hombres más sabios y de mayor experiencia y les di autoridad sobre vosotros. Unos tenían autoridad sobre mil hombres; otros, sobre cien; otros, sobre cincuenta; y otros, sobre diez. A otros los nombré gobernadores de vuestras tribus.


En todas las ciudades que os dé vuestro Dios y en cada tribu, nombraréis jueces y autoridades que deberán tratar a todos por igual. No romperéis las leyes y os portaréis con imparcialidad sin aceptar sobornos de nadie, pues los sobornos hacen que incluso una persona sabia y recta se corrompa.


Por eso, reunid ahora a los jefes del pueblo y a los líderes de las tribus, para dejar esto bien claro: yo os he entregado las enseñanzas de Dios. De esto son testigos el cielo y la tierra.


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