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Números 10:12 - Biblia Lenguaje Básico

12-13 Ese día, tal como Dios les había ordenado por medio de Moisés, los israelitas se levantaron y siguieron la nube desde el desierto de Sinaí hasta el desierto de Parán, donde se detuvo la nube.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

12 Y partieron los hijos de Israel del desierto de Sinaí según el orden de marcha; y se detuvo la nube en el desierto de Parán.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Entonces los israelitas salieron del desierto de Sinaí y viajaron de un lugar a otro hasta que la nube se detuvo en el desierto de Parán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 y los hijos de Israel partieron del desierto de Sinaí caminando por etapas. La Nube se detuvo en el desierto de Parán.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 y los hijos de Israel partieron por sus jornadas desde el desierto de Sinay, hasta que la nube se posó en el desierto de Parán.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Entonces los israelitas partieron, por etapas, del desierto del Sinaí; y la nube se paró en el desierto de Parán.

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Números 10:12
22 Referans Kwoze  

en las montañas de Seír derrotaron a los hurritas y los persiguieron hasta El-Parán, cerca del desierto.


Los israelitas empezaron su viaje en el pueblo de Sucot y llegaron a Etán, donde comienza el desierto. Allí acamparon.


Tú eres el Dios santo que vienes de la región de Temán, desde el monte Parán. Tu grandeza llena los cielos; la tierra entera te alaba.


Los israelitas estaban en el desierto del Sinaí, cuando Dios habló con Moisés en la Tienda del encuentro. Habían pasado trece meses desde que los israelitas habían salido de Egipto. Dios dijo a Moisés:


Salieron del monte de Dios, y caminaron durante tres días. En todo ese tiempo, los israelitas iban con el Arca del pacto, buscando un lugar donde acampar.


Luego se fueron de Jaserot, y no se detuvieron hasta llegar al desierto de Parán.


a Cadés, en el desierto de Parán. Allí les contaron a Moisés, a Aarón y a todos los israelitas lo que habían visto, y les mostraron los frutos que habían traído de ese territorio.


Así que Moisés envió desde el desierto de Parán a doce jefes de las distintas tribus israelitas, tal como Dios se lo había mandado.


Los israelitas hicieron todo lo que Dios le había ordenado a Moisés. Cada tribu acampaba bajo su propia bandera, y todos se ponían en marcha por familias y clanes patriarcales.


Había pasado un año desde que los israelitas habían salido de Egipto, cuando Dios habló a Moisés en el desierto del Sinaí. Dios le dijo:


Dios indicaba a los israelitas cuándo debían ponerse en marcha y cuándo debían acampar. Lo hacía de la siguiente manera: cuando la nube se elevaba y empezaba a moverse, los israelitas se levantaban y la seguían; cuando se detenía, también se detenían los israelitas. Plantaban su campamento y se quedaban allí todo el tiempo que la nube permanecía sobre la Morada. A veces la nube se detenía solo una noche; otras veces lo hacía durante unos días o un mes entero, y en ocasiones hasta un año. Cuando la nube se detenía mucho tiempo, los israelitas obedecían y no se movían de allí. Pero cuando la nube se movía, fuera de día o fuera de noche, los israelitas la seguían; igualmente, cuando se detenía, el pueblo también se detenía y se ocupaba del culto a Dios. Así era como Dios les daba órdenes a los israelitas por medio de Moisés, y ellos lo obedecían.


Y ellos la celebraron en el desierto de Sinaí ese día catorce al atardecer, tal y como Dios lo había mandado por medio de Moisés.


Estas son las palabras que Moisés dirigió a todos los israelitas cuando se encontraban al este del río Jordán, en el desierto del Arabá, frente a Suf y junto a las poblaciones de Parán, Tofel, Labán, Jaserot y Di Zahab.


Después de esto nuestro Dios nos ordenó partir del monte Horeb y trasladarnos a los montes donde vivían los amorreos. Con mucho miedo, atravesamos el gran desierto y llegamos a Cadés Barnea.


así que levantad el campamento y dirigíos hacia las montañas, donde viven los amorreos, y hacia las regiones de alrededor. Dirigíos al Arabá, a las montañas, a los valles y al desierto del sur, a la región costera, al territorio cananeo y al Líbano, hasta que lleguéis al gran río Éufrates.


con las siguientes palabras: «Nuestro Dios viene del monte Sinaí; su luz llega desde Edom. Desde los montes de Parán avanza el brillo de su presencia, y llega hasta Meribá, en Cadés, trayendo el fuego de la ley en su mano derecha.


Cuando Samuel murió, todos los israelitas se reunieron para llorar su muerte y sepultarlo en Ramá, que era la ciudad donde había nacido. Después del entierro, David regresó al desierto de Parán.


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