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Nehemías 1:11 - Biblia Lenguaje Básico

11 Oh Dios, escucha mi oración y las oraciones de tus servidores cuyo único deseo es honrarte. Haz que el rey me reciba bien y que yo tenga éxito». En ese tiempo yo era copero del rey Artajerjes.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 ¡Oh Señor, te suplico que oigas mi oración! Escucha las oraciones de aquellos quienes nos deleitamos en darte honra. Te suplico que hoy me concedas éxito y hagas que el rey me dé su favor. Pon en su corazón el deseo de ser bondadoso conmigo». En esos días yo era el copero del rey.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 ¡Oh Señor, escucha atentamente la oración de tu servidor, la oración de tus servidores que encuentran su alegría en temer tu Nombre, haz que hoy le vaya bien a tu servidor y que pueda conquistar el corazón del rey'. Por ese entonces yo estaba cerca del rey, pues le preparaba sus bebidas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Te ruego, oh YHVH, esté atento ahora tu oído a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que se complacen en temer tu Nombre, y da prosperidad, te lo ruego, a tu siervo hoy, y concédele gracia delante de este hombre. (Entonces yo era el copero del rey.)

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Ahora, oh Señor, esté atento tu oído a la oración de tu siervo, a la oración de tus siervos, que se complacen en reverenciar tu nombre. Concede a tu siervo que hoy tenga éxito y que halle clemencia ante ese hombre'. Yo era entonces copero del rey.

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Nehemías 1:11
27 Referans Kwoze  

Hoy, cuando llegué al pozo, hice esta oración: «Dios de mi amo Abrahán, si tú así lo quieres, haz que me vaya bien en este viaje.


Tú me prometiste que me iría bien, y que mis descendientes llegarían a ser como la arena del mar, que no se puede contar. ¡Líbrame ahora de mi hermano Esaú! Tengo miedo de que venga y nos mate a todos.


el desconocido dijo: —Pues ya no te vas a llamar Jacob. Ahora vas a llamarte Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.


Algún tiempo después, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos ofendieron al faraón, rey de Egipto, y este se enfadó mucho con estos dos ayudantes.


Al jefe de los coperos le devolvió su cargo;


Sin embargo, el jefe de los coperos se olvidó completamente de José.


De pronto, el jefe de los coperos se acordó de José y dijo al faraón: —¡Soy un desagradecido!


Que el Dios todopoderoso haga que ese hombre tenga compasión de vosotros, y deje que Benjamín y su otro hermano regresen con vosotros. En cuanto a mí, si he de perder a todos mis hijos, tendré que aceptarlo.


Dios mío, míranos y escucha las oraciones que se hagan en este lugar.


Era el primer año del gobierno de Ciro, rey de Persia. Este rey, impulsado por Dios y para que se cumpliera lo anunciado por medio del profeta Jeremías, dio la siguiente orden, de palabra y por escrito, a todos los habitantes de su reino:


Esdras era un sacerdote y un maestro que conocía muy bien la ley que Dios había dado por medio de Moisés; la estudiaba constantemente, la cumplía y la enseñaba a los judíos. Como Esdras gozaba del poder divino, el rey Artajerjes le concedió todo lo que le pidió. Así Esdras logró salir de Babilonia el día primero del mes de Abib, durante el séptimo año del reinado de Artajerjes, y llegó a Jerusalén el día primero del mes de Ab de ese mismo año. Lo acompañaba un grupo de judíos, entre los que, además de sacerdotes y levitas, había cantores, guardianes y servidores del Templo de Dios. Esdras llevaba una carta del rey Artajerjes que decía así:


Escúchame y atiende mi oración, pues soy tu servidor. Día y noche te he rogado por los israelitas, que también son tus servidores. Reconozco que todos hemos pecado contra ti. He pecado yo y también mis antepasados.


Cierto día, en el mes de Abib, le serví vino al rey Artajerjes. Como nunca me había visto triste,


También le pedí una carta para Asaf, que era el encargado de cuidar los bosques del rey. Asaf debía entregarme madera para las puertas de la torre, que estaba cerca del Templo de Dios, y también para las murallas de la ciudad y para mi casa. El rey me dio todo lo que le pedí, porque la bondad de Dios estaba de mi parte.


hizo que sus enemigos les tuvieran compasión.


¡Escúchame, Dios mío! ¡Presta oído a mis gritos que te piden compasión!


Quiero pasar toda mi vida al amparo de tu Templo, viviendo protegido por ti.


Dios mío, ¡atiende mi oración!, ¡presta atención a mis ruegos!


Habéis rechazado la sabiduría y no habéis respetado a Dios;


El corazón del rey es como un río que Dios dirige adonde quiere.


Dios tendrá compasión de vosotros, y hará que el rey de Babilonia os trate bien y os permita volver a vuestro país.


Esto es lo que hablaban entre sí los que honran a Dios. Entonces Dios les prestó atención y mandó que se anotaran en un libro los nombres de todos los que respetan a Dios y le son fieles.


Orad por nosotros. Estamos seguros de que Dios no tiene nada contra nosotros, pues tratamos de portarnos bien en todo.


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